Cap.1

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El bebé ya estaba fuera. Bien. 

Pero ahora tenía incluso más dolor que antes. El baño estaba repleto de sangre y Kendall no sabía qué hacer. La niña lloraba envuelta en una toalla, y mi esposo cruzaba los dedos para que el médico llegara lo antes posible.

...

-Bien, todo está sano.-Dijo el doctor terminando con el parto y despidiéndose de Kendall.- Es un saludable bebé. -Sonrió.- Enhorabuena.-Contestó antes de salir por la puerta. Di un suspiro ahogado mientras me retumbaba en mi cama, secando el sudor de mi frente. Por suerte, todo había pasado. Me dormí instantáneamente.

Kendall caminaba por la habitación con la niña en brazos, acunándola y moviendo sus labios mientras le murmuraba cosas hermosas a su diminuta orejita. Besó la mejilla de la pequeña y sonrió al ver que sus cabellos no eran dorados, como los de sus hermanos mayores. La niña se parecía a mí. Sonrió de nuevo mientras se acercaba al darse cuenta de que ya había despertado, la sostuvo unos momentos más como si le supiera mal dejarla, y me la entregó.

-Es hermosa.-Susurré mirando a mi hija. Tenía los cabellos castaños, y unos ojos azules que derretían a cualquier madre. Definitivamente, había salido a mí. Kendall sonreía como un poseso y no quitaba la vista de la pequeña, su frágil cuerpo era casi de porcelana. Parecía una muñequita.

-¿Tiene nombre?-Preguntó ahora desviando la mirada hacia mí. Él eligió los nombres de todos nuestros anteriores hijos, y como estaba tan emocionado, le dejé. Pero ya era hora de poder elegir yo el nombre de mi nueva hija.

-Cristal.-Murmuré. Me miró atento y una mirada de melanconía me traspasó el corazón. Sabía que le gustaba ese nombre.- Cristal Nicole Schmidt.-Dije decidida y asintió.

-Es un placer conocerte al fin, pequeña Cristal.-Susurró mirando de nuevo al bebé.- Es una suerte que haya nacido en perfectas condiciones con sólo siete meses y medio de gestación. Es... increíble.-Sus ojos se iluminaron.- Llamaré a tus hermanos.

No tardó ni un minuto antes de que tres cabezas rubias aparecieran ante mis ojos. Todos estaban impresionados al ver a su nueva hermanita en mis brazos, parecía irreal.

-¿Ese es mi hermanito?-Preguntó Daniel dulcemente.- Hola...-Susurró causándome ternura. Sonreí y Kendall se sentó a su lado.

-Hermanita.-Le corrigió.- Acaba de nacer, hay que tener cuidado con ella. Sólo se permiten caricias, ¿sí?-Preguntó ahora con un tono más duro. Los tres niños rieron y asintieron.- Se llama Cristal. Dádle la bienvenida.

-¿Cristal?-Intervino ahora Helen.- No parece mi hermana.-Dijo haciendo que cuatro cabezas que habían presentes (sin contar al bebé) se dirigieran hacia ella con mala cara. No quería aceptar a su hermana, pero tendría que hacerlo.- Ella es... morena. Todos aquí somos rubios.

-Helen, maldita sea.-Kendall entrecerró los ojos con frustración.- Es tu hermana. Ha nacido con el cabello de tu madre, ¡Y ya está!-Exclamó enfadado por la superficialidad de su hija. -Si tú fueras la única rubia de la familia, ¿Te gustaría que te llamaran diferente por eso?-Negó con la cabeza.- Más te vale que trates bien a Cristal. Es sólo un bebé.

-Mami.-Dijo ahora Amber.- ¿Por qué llora?-Preguntó haciendo que volviera la vista a la pequeña, sí, estaba llorando. Le puse su chupete en su boca, pero lo tiró y siguió con su llanto silencioso. Apenas tenía voz.

-Creo que tiene hambre.-Concluyó mi esposo.- Será mejor que dejemos a mamá que le de de comer a vuestra hermana y vayamos a jugar fuera.-Todos asintieron y siguieron a su padre hasta el jardín. Sabía que Kendall estaba muriendo por coger a la niña de nuevo en brazos, pero si era verdad que tenía hambre, yo debía darle pecho y los niños son muy pequeños para comprenderlo aún.

Saqué uno de mis pechos de mi camisón y lo acerqué a su boca. La niña aceptó y comenzó a mamar, la verdad es que mi único hijo que aceptaba a mamar era Daniel. Las niñas prefirieron siempre el biberón.

Terminó de "comer" por así decirlo en el lenguaje de los bebés. Le puse su chupete en su boca, y ahora sí, lo aceptó. En menos de dos minutos, ya se había dormido. Sonreí al verla dormir. Con sólo una hora de vida, era una de las cosas más hemosas que había visto. Parecía un ángel caído del cielo. Un ángel que Kendall y yo hicimos con mucho amor.

-Hey...-Una voz me despertó. Vi cómo mi marido estaba frente a mí con su típica sonrisa estampada en su rostro y nos miraba a las dos delirante.- ¿Me la prestas?-Preguntó sin concederme la respuesta, cuando ya la había cogido. Negué con la cabeza y reí.

-¿Cuánto he dormido?-Pregunté inocente.

-Ehm...-Miró el reloj.-Sólo... Cinco horas.-Murmuró. Abrí los ojos a tope.- Es normal, estabas cansada. Aún hay tiempo para ir a merendar algo. ¿Quieres bajar a la cocina?-Asentí.

-Pero, ¿Dónde dejamos a Cristal?-Pregunté ahora preocupada.- Ella está dormida, y probablemente, los niños la despierten. No quiero más llantos ahora, estoy molida.

-La dejaré en su cuna. Tú no te preocupes, yo me encargo.-Sonrió.-Baja a comer algo y ahora mismo bajo yo.-Asentí y bajé de la cama con pesadez.

-Oh, por cierto... Gracias.-Murmuré.

-¿Por qué?

-Por...-Negué con la cabeza.- Gracias. -Sonrió y se acercó a mí entendiendo lo que quería decirle.

-De nada. Nunca te dejaría sola en estos casos.-Susurró.- Te amo.-Besó mis labios.

Criminal con Sentimientos {Kendall Schmidt & tú} #CCS3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora