Cap.16

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¡FELIZ CUMPLEAÑOS, LOGAN HENDERSON! Nuestro pequeño Batman cumple 25 años hoy. Y qué mejor manera de celebrarlo, publicando capítulos en varias de mis novelas. (Sorry, pero no tengo suficientes para hacer maratón). ¡Que cumplas muchos más!

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Kendall cedió a mis encantos. Sólo lo hacía por su bien, y para que después no pudiera arrepentirse de lo que nunca experimentó, le convencí. Él, empeñado en que no le dolía nada, conducía con normalidad. Aunque yo sabía que sus moretones eran difíciles de aguantar. Le dieron una gran paliza. Yo, en cambio, me recuperaba bien. Mis manos estaban mucho mejor desde que Kendall me las desinfectó ayer, y mi espalda apenas me dolía al caminar. Tal vez sólo fue un tirón. Sin embargo, no era lo que más me preocupaba. Me preocupaba que los niños se llegaran a enterar de que su padre era un experto de armas. Me preocupaba que descubrieran algo de nuestro pasado. Me preocupaba que pensaran que todos nos atacan a nosotros. Y me preocupaba, que cogieran algún tipo de trauma. 

-¿Adónde vamos?-Preguntó por sexta vez Daniel. Suspiré y le volví a contestar.

-A que papá hable con un señor del trabajo.-Mentí de nuevo. Él me dio la espalda y siguió jugando con su adictivo avión de juguete. Sus hermanas lo miraron con desprecio y ambas se dispusieron a jugar con las muñecas.

En menos de diez minutos, ya estábamos allí. Era una casa enorme. No tan grande como la de Kendall, pero casi. Había niños jugando al jardín y un hombre y una mujer sentados en tumbonas tomando unas bebidas. Bajamos del coche y empujé a Kendall para que se dignara a caminar. Obedeció y entramos al gran césped de la casa.

-Hola.-Saludé llamando la atención del señor. Señor, pero tendría unos treinta y siete años.

-Buenos días.-Dijo con una grave voz.- ¿Puedo ayudarles en algo? No estoy en horario de trabajo, pueden encontrarme a partir del día treinta. También merezco vacaciones.-Contestó con su amarga voz. Helen no paraba de moverse, juntando las piernas, y conocía mucho a mi hija. Necesitaba ir al baño, pero ahora no. Tendría que aguantarse un poco.

-No venimos por su trabajo.-Le dije al ver que un silencio se formaba. Kendall estaba paralizado y ni siquiera podía hablar. -¿Es usted el señor Schmidt?

-Así es, soy yo.

Sentí cómo mi esposo palidecía más de lo que ya estaba, y su mano tembló junto con la de Amber. Su hija lo miró extrañada y comenzó a sudar. ¿Tan trágico tenía que ser?

El hombre se quitó las gafas de sol y ahí vi su parecido. Sus grandes ojos verdes y sus pómulos alzados, su mentón cuadrado y un cabello rapado que parecía rubio. Vi su expresión aniquilante y me centré en los niños que jugaban en el jardín. Habían siete. Justo como dijo Kendall. Habían dos gemelos pelirrojos y los demás, todos rubios, excepto una niña que era castaña. Empujé a mis tres hijos para que se relacionaran con sus supuestos tíos que tenían su misma edad y suspiré.

-¿Podemos hablar con usted?-Seguí preguntando.

-Sí, claro.-Murmuró.- ¡Gretel, saca dos sillas, tenemos invitados!-Le gritó a la nada y apareció una mujer regordeta con dos sillas de plástico en las manos. Las puso detrás de nosotros y me senté junto a Kendall, con Cristal en brazos.- Muy bien, ¿De qué quieren hablar?

-Re... Recuerda...-Dijo Kendall con la mirada baja. Negó con la cabeza y se dispuso a preguntar.- ¿Recuerda a Kathy German?

-Mmmm...-El hombre comenzó a pensar.- Kathy, Kathy... Oh, sí, era una amiga mayor que yo que vivía lejos de aquí. ¿Por qué lo preguntas?

-Usted tenía doce años. 

-¿Cuándo...?-Preguntó Kent confuso esperando respuestas.

-Cuando la dejó embarazada.-Murmuró. Sentí que ese hombre se tensaba, lo miraba con los ojos muy abiertos y luego miró a su esposa.

-¿Pero quién eres tú? ¿Un espía?-Dijo levantándose.- ¡Llamaré a la policía! ¡No permito que un desconocido me diga eso delante de mi esposa! ¡Y mucho menos ahora, que no he visto a esa mujer desde hace veinte años!

-Escúcheme, por favor.-Prosiguió Kendall.- No soy un espía. No quiero su respeto, no quiero su honestidad y mucho menos, no quiero robarle tiempo de sus vacaciones.

-¿Entonces para qué has venido?-Preguntó con ironía. Me estremecí con su gruesa voz y sentí que mi pequeña se echaría a llorar de un momento a otro, así que le puse su chupete para evitar eso.

-Kent... Yo fui el fruto de ese erróneo embarazo. Soy su hijo.

Criminal con Sentimientos {Kendall Schmidt & tú} #CCS3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora