Cap.19

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Kendall miraba atentamente su estúpido partido de hockey. No sé que tenía con ese extraño deporte, pero jamás se saltaba un partido. Y menos cuando Estados Unidos competía contra Alemania. 

-¡Vamos, vamos!-Gritó él cerrando los puños con impaciencia.- ¡Nooooo! ¡Si es que ese tal Dallas es un patético lanzando! ¡Hasta un perro lo haría mejor!

-Shhh, cállate, Kendall, vas a despertar a los niños.-Murmuré mirando a todas las cabecitas que dormían sobre el sofá. Él me miró con cara de disculpa y yo negué con la cabeza.

Aparté suavemente el fino cabello de Daniel que caía por su frente. Sinceramente, había nacido igualito que su padre. Su cabello era rubio y delicado, tan fino que se escurría entre los dedos. Sus fracciones eran más redondas que las de su padre, pero era normal, él aún era un niño. Amaba sus mejillas rosadas, igual que sus ojos. Acaricié su cara y pude notar la relajada respiración de mi hijo, que dormía plácidamente. Era tan angelical.

-Creo que voy a acostarlos.-Dije mirándolos con ternura.

-¿Ya?-Preguntó como si fuera temprano. Pero miró la hora y se fijó en que pasaba de medianoche, los niños estaban durmiendo desde hacía rato.- ...Está bien. Yo te ayudo.

Se levantó con pesadez del sofá y cogió a Helen en brazos, murmurándole cosas bonitas para no interrumpir su sueño. Subió las escaleras con cuidado y yo lo seguí, con Daniel. Lo escuché entrar en la habitación de mi hija mayor y la depositó en la cama. Yo hice lo mismo con el pequeño.

Ambos volvimos a bajar a por las otras niñas que faltaban. Bufé un poco cansada, esto de subir dos veces cada noche para acostarlos, agotaba un poco.

-Creo que tendríamos que parar de hacer bebés.-Rió él.- Aunque no estaría mal instalar un ascensor.

Rodé los ojos insinuando que él estaba loco, y al ver que cogía a Amber, yo cogí a Cristal. Sabía que me dejaba subir al bebé porque pesaba menos. Los dejamos en sus habitaciones y pensé quedarme allí también.

-Me da pereza volver a bajar.-Musité mirando a mi esposo.- Iré a acostarme.

-¿Qué?-Preguntó atónito.- No, no, claro que no... ¿No quieres terminar el partido?-Reí por lo bajo. Él era tan ingénuo que creía que me gustaba ver eso. Negué con la cabeza.- Vamos... por mí.

-Tengo sueño...

-Prometo subirte si te duermes.-Me miró suplicante.

No tuve más remedio que aceptar. Él entrelazó sus dedos con los míos y me ayudó a bajar las escaleras. Besó mi mejilla y se tumbó en el sofá boca arriba, permitiendo que yo subiera encima de él para estar juntitos.

Posé mi oreja sobre su pecho desnudo, amaba escuchar el "bum, bum" de su corazón. Tiré de su vello con mis dedos y mientras él miraba la televisión atento, lo hice gemir. Reí por eso. Levanté la vista y sonreí levemente al ver su rostro inexplicablemente impaciente por los puntos que se iban sumando al marcador contrario. Me acerqué y lo cogí del mentón, guiándolo hacia mis labios. Sentí que sonreía durante el beso.

-Vaya, qué malota.-Rió entre besos.

No pude evitarlo, y reí también por su estúpido comentario. Mordí suavemente su labio inferior y él relamió los míos, listo para meter su lengua dentro de mi boca. Me sorprendió su rapidez, pero me gustó. Lo quería. Lo amaba. Lo deseaba. De un momento a otro el beso comenzó a intensificarse. Sentí un gruñido ahogado en mi boca proveniente de su garganta, ya que lo estaba acelerando. Me besó con desesperación y pronto comenzó a faltarme el oxígeno. Nos separamos un momento para recobrar el aliento perdido, y esta vez fue él el que volvió a retomar el beso. Comencé a acariciar su nuca con delicadeza y tiré sus cortos cabellos haciéndolo gemir. Kendall posicionó ambas manos sobre mis caderas apretándolas y atrayendo mi cuerpo más al suyo.

Nuestros cuerpos se rozaban y ahora fui yo la que jadeó, al sentir un bulto apretando en mi vientre. Sabía lo que era.

Mi marido apagó la televisión desde el mando a distancia, pero ni siquiera lo noté. Sus manos estaban desesperadas por desabrochar mi camisón. Posé las mías sobre su pecho y me separé levemente, para admirar sus ojos, recién abiertos.

-Kendall, no podemos hacer el amor aquí.

-Es tú culpa.-Gruñó por lo bajo.- Maldita sea, (Tn)_____, no puedes dejarme ver un partido de hockey, tienes que provocarme.-Reí.

Me empujó hacia él y volvió a besarme, mezclando nuestras lenguas. Me separé de nuevo y negué con la cabeza.

-Me niego a hacerlo aquí.

-Muy bien, entonces.

Se levantó rápidamente, y con un ágil movimiento, me cargó en sus brazos como esta tarde, llevándome escaleras arriba. Aunque esta vez, no era para tirarme a la piscina. No hace falta que diga lo bonita que terminó esa noche.

Criminal con Sentimientos {Kendall Schmidt & tú} #CCS3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora