Cap.6

1.4K 72 15
                                    

Bueno chicas, he descubierto que en Latino América hay muchas palabras que yo no entiendo y en España también os cuesta entender algunas. Así que como la mayoría de mis lectoras, no son de aquí, podéis preguntarme algún significado de alguna palabra que haya salido en la historia y que no conozcáis. Yo seguiré escribiendo a mi manera.

¡Besos!

---------------------------------------

Entramos en nuestra acogedora casa. La verdad es que me sentía segura aquí. Los tres niños corrieron atolondrados seguidos por Kendall, ya que “interpretaba” a un monstruo hambriento que se los comería a los tres si no se ponían el pijama y bajaban a cenar como es debido. Cogí a Cristal en brazos y la dejé reposar en el sofá mientras le sacaba el vestido y le ponía el pijama que tenía en la bolsa. La acurruqué y la acuné en mis brazos hasta que se volvió a dormir, como hacía un bebé recién nacido. La dejé ahora en los brazos de Kendall y comencé a preparar una cena rápida para todos.

-¿No vas a cambiarte?-Preguntó sin mirarme. Miraba a su diminuta hija y jugaba apartándole su castaño cabello de su rostro.

-Luego. Ahora necesito cocinar.

-No, claro que no.-Negó con la cabeza y metió a la niña en el carro.- Hace tres días que diste a luz a ese pequeño bombón de chocolate. -Señaló con el dedo a Cristal.- Y todavía estarás muy agotada.

-Pequeño bombón de chocolate...-Me repetí a mi misma.- Original. Pero, ¿Qué quieres que haga entonces? Si no la preparo, no habrá cena.

-Tú subirás y te cambiarás. Dejarás a Cristal en su habitación y volverás con los niños para cenar. Prometo que en menos de diez minutos, estará listo.

-Me das miedo, Kendall.-Admití mirándolo con los ojos muy abiertos. Rió y besó mi frente.

-Hazme caso. Necesitas descansar, cielo.

-De acuerdo.

Subí las escaleras con mi hija en brazos y me detuve delante de la habitación de juegos de los niños. Estaban hablando entre ellos. Me acerqué para escuchar sus conversaciones y de paso saber qué pensaban respecto a la cena que había fracasado.

-No, Cristal es aún pequeña. No puede jugar con nosotros.-Anunció Helen haciéndose la madura.

-Pero tal vez, si le ponemos una silla al lado de nosotros y le damos una taza de té, le guste.

-Quizá le gusten más los coches de Fórmula 1.-Añadió Daniel.

-Lo dudo mucho, ella es una señorita que a nuestra edad, le gustarán las muñecas, no los estúpidos coches con los que juegas tú, Daniel.-Le regañó Amber.

-Y tal vez no, tú eres una cínica. Y estás obsesionada con las muñecas, ¡Si sólo es plástico con vestidos de tela! No creo que el bebé sea tan malcriada como tú.

-Entonces, ¿Crees que le gustarán los coches de carreras? ¡También es plástico, y están igual o más huecos que las muñecas!-Gritó la niña.

Decidí pasar de regañarles. Sí, una (Tn)_____ en pleno día y descansada, les hubiera castigado a ambos por insultarse, pero ahora no estaba de humor para hacerlo. Además, se suponía que yo estaba cambiándome y no espiando a mis hijos.

Suspiré y caminé hacia la habitación de la pequeña para dejarla en su cómoda cuna e ir a la mía para cambiarme. Me puse un camisón que me llegaba mucho antes de las rodillas y unas chanclas que dejé debajo de la cama anteriormente.

Fui ahora sí a por los niños y me los encontré tirándose del pelo. Bien, esto ya no lo iba a consentir.

-¡Baaasta!-Grité lo más alto que pude para que pararan de pelear. Ambos me miraron con miedo y Helen rió por lo bajo.- Vais a estar castigados, ¡Toda una semana sin entrar en la piscina!

-¡Nooo!-Gritaron ambos al unísono mientras un llanto los seguía.

-Quiero que bajéis abajo en menos de un minuto, si no, habrá más castigos. Tú también, Helen.

Los tres niños salieron escopeteados de la habitación y bajaron las escaleras empujándose. La verdad es que los mellizos, últimamente se estaban llevando muy mal, y yo no sabía el motivo.

Bajé las escaleras suspirando y cuando llegué me encontré a Kendall con los dos, uno en cada brazo.

-¿Pero qué se supone que haces?-Le pregunté enfadada y atónita a la vez.

-Darles cariño, estaban llorando.

-¡Porque yo los castigué!-Grité mientras mi estado de rabia subía y subía sin control.- ¡Bájalos ahora mismo!

-Está bien, está bien.-Obedeció asustado. Ahora él iba sin camisa y con bóxer, al parecer se había quitado el smoking por la calor.-Relájate. ¿Por qué les has castigado?

-Porque se estaban pegando.

-¿Qué te ocurre?-Preguntó acercándose a mí.

-Nada.

-Mentira.-Negó con la cabeza.- Sabes que a mí no me mientes. Estás de muy mal genio y eres consciente de eso.

-No es verdad, Kendall.

-Sabes que no me puedes mentir.-Repitió. Suspiré.

-No intento estar de mal humor. Supongo que será efecto post embarazo.

-Supongo.-Murmuró y volvió a la cocina. Estaba friendo huevos.- ¡Ahs, salpica!-Exclamó al notar que el aceite de la sartén quemaba su piel. Reí y me senté a esperar con los niños. Me miraron con mala cara, aunque la mayor me miraba con cara divertida. Al parecer, la entretenía ver a sus hermanos discutir.

La cena se basaba en las sobras de ayer, un perrito caliente calentado para cada uno y un huevo frito. Comida basura. Pero bueno, como él había prometido, estaba hecho en menos de diez minutos. Se sentó a mi lado y comenzamos a comer. No estaba nada mal. Hablamos de cualquier cosa. Pero sobretodo con nuestros hijos, ya que casi nunca estaban en la conversación. Sonó un teléfono móvil y en seguida supimos que era el de Kendall por su música tan reconocible. Se levantó para mirar quién llamaba.

-Lo siento, debo atender.-Se disculpó mientras se alejaba un poco de nosotros. Aún así podíamos escuchar lo que decía, aunque los niños no prestaban mucha atención.-Sí, soy yo. Oh, ¿Era el número de teléfono que me diste? No, no llamé. No me atreví.-Murmuró.- ¿En Washignton? Pero me dijiste que su casa estaba en Nueva York. No, no te entiendo, Mark. Sí. ¿Pero por qué iban a ocultarme que...? No lo voy a decir. Tengo a la familia delante, tú sabes de qué te hablo. No siempre quisieron protegerme. No, espero. Mi madre... Bueno, Kathy me dijo que estaba muerto. Pena y Maslow lo mataron. No creo que me mienta. ¿Sí? Lo comprobaré yo mismo. Dame la dirección. Sí. Sí, te escuché. ¿Número qué? Dieciocho. Está bien. Ya te llamaré. Adiós, Mark.

-¿Qué quería ese tal Mark?-Pregunté curiosa. Kendall volvió a tomar asiento a mi lado y sonrió nervioso.

-Cosas del trabajo. No te preocupes.

-¿Y por qué nombraste a tu madre y a Carlos y James?

-Vaya, me parece que has estado pendiente de la conversación.-Me miró con el ceño fruncido, al parecer, molesto.

-No he estado pendiente. Sólo que sus nombres me han llamado la atención.-Me subí de hombros con menos importancia. En realidad, sí que había estado pendiente de la conversación.-Pero aún no me has respondido a la pregunta que te hice.

-Oh, la pregunta...-Se rascó la nuca.- Ahm... Porque había unos archivos que tenían sus nombres. Estaban en la empresa.

-Eres pésimo mintiendo.-Murmuré.

-No es mentira.

-Bueno, de todas formas... Creo que ya es hora de dormir. Vamos, niños.

Criminal con Sentimientos {Kendall Schmidt & tú} #CCS3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora