Cap.28

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Seandhellovers, creo que esta es una buena manera de concluir con las tres temporadas de la novela. Sé que la amáis, lo sé, pero no puedo pasarme toda la vida escribiéndola, en algún momento va a terminar. Por eso publicaré estos últimos capítulos, para que sepáis que me ha encantado escribir esta fantástica historia que llevo publicando desde hace casi tres años. Os quiero, y tranquilas, no dejaré que esta dulce familia termine con otro final que no sea feliz ;)

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-¡París, París, nos vamos a París!-canturreó Daniel dando saltos por la casa.

- Cállate ya, te vas a caer- murmuró Helen.

- ¡Pero es que veremos a Mickey Mouse! ¡Y al pato Donald! ¡Y a Goofy! Y... ¿Pluto? Mamá, ¿Pluto estará allí?- me preguntó con ojos brillantes.

- Pues claro que sí, cariño.

- ¡Síííííí! ¡Qué bien!

- Pareces tonto- replicó de nuevo la más mayor.

- ¡Nos vamos a París, nos vamos a París, nos vamos a París!- cantó ignorando a su hermana.

- ¡Ay, Daniel!- exclamó Amber- . Me has pisado.

- Lo siento.

- No te perdono.

- ¡Mamá, Ambs no me perdona!

Su melliza se acercó al oído del pequeño y le susurró con una mezcla de enfado y pillería:

- Diota, diota, diota.

- ¡Mamá, Ambs me dijo diota!

- Es idiota- le corrigió Kendall entrando en el salón con la maleta hecha. Lo fulminé con la mirada.

- Ese vocabulario, Schmidt. ¿Cuántas veces tengo que decirte que no se dicen palabrotas delante de los niños? Ya saben una más, hala. Con diota era más que suficiente- le regañé, pero no pude evitar que una risa se me escapara al escuchar de mi propia boca lo ridículo que sonaba.

- ¿Sabéis que pienso, chicos? - Mi esposo llamó la atención de tres cabezas rubias- . Que mamá se ha levantado hoy un poco diota.

Negué con la cabeza. Los niños comenzaron a reír e incluso pude ver que a la cabezota y enfadosa Helen se le asomaba una sonrisa. Se tapó la boca con la mano.

Me acerqué al carro del bebé y cogí a Cristal en brazos. Mientras se la pasaba a su irresponsable progenitor, me aseguré de que llevábamos todo lo necesario para medio mes en Francia e Inglaterra. Ropa, bolsas de aseo, zapatos, consolas, juguetes, snacks... Multiplicado por cuatro. Y en ocasiones especiales, más uno. Kendall se volvía medio niño cuando jugaba con sus hijos. Ya había hecho las maletas de los pequeños más de una vez, pero siempre quería asegurarme de que no faltaba nada. Por su seguridad... y por la nuestra. Se volvían extremadamente pesados cuando no tenían con qué entretenerse.

- ¿Estáis listos, chicos?- preguntó a los pequeños imitando la voz del pirata de Bob Esponja.

- ¡Sí!- exclamaron los mellizos al unísono. Helen siguió mirando a la nada.

- Se dice "sí, capitán"- les informó enarcando una ceja- . ¿Es que acaso nunca miráis canales infantiles?

-¡Sí, capitán!- exclamaron de nuevo al unísono. Helen quedó callada otra vez, y Kendall confundido, pues no sabía si habían respondido a la primera frase o a la segunda pregunta. Decidió proseguir.

- ¡Más fuerte!

- ¡Sí, capitán!

- Oooooh... quién vive en la piña, debajo del mar...-Señaló a sus hijos y cantaron juntos "Bob Esponja"- . Su cuerpo amarillo, absorbe sin más... (Bob Esponja), el mejor amigo que puedas tener... (Bob Esponja)...

- Dios mío- susurré llevándome la mano a la frente y negando con la cabeza- . No puedo creer que esto realmente esté pasando.

- ¡Y como los peces, él puede flotar! Bob Esponja, Bob Esponja, Bob Esponja...

- Cristal, cariño, vayámonos de aquí- le dije en broma al bebé, la cual me miraba con los ojos muy abiertos y con el chupete en la boca- . Esto es mejor que no lo veas. Ver a tu padre haciendo el "Bob Esponja" podría causarte un trauma.

- ¡Bob Espooooonja, ya llegó!- cantó para finalizar. Luego, imitó un flautín en su nariz e hizo como si tocara las últimas notas.

- ¡Kendall, eso estuvo horrible!- grité con una mueca de terror mezclada con una sonrisa.

- Soy genial cantando, lo sé.

Los niños se partían de risa, así que siguió haciendo el payaso. Negué con la cabeza por tercera vez. ¿Con qué hombre tan malditamente loco me había casado?

- ¿Cantamos Caillou?

-¡No, por favor! - pedí asustada.

- ¡Sí, papá, sí!- me contradijeron los pequeños.

- Casi cuatro añitos, crezco muy despacito y voy explorando soy Caillou...

- Ahora sí que me quiero morir.

Criminal con Sentimientos {Kendall Schmidt & tú} #CCS3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora