-Muy bien, Kendall, ¿Bajas ya o no?-Le pregunté un poco alterada mientras intentaba que los niños no traspasaran la puerta de la casa.
Habíamos llegado a Washignton. Y habíamos llegado a la anterior casa de Kendall. La verdad es que no sé cómo la denominaba “casa”. Debería llamarla mansión. Era una cosa enorme, de unos cinco pisos y ocupaba casi media calle. Pero habían dos cosas por las que no quería que entraran mis hijos; Una, por el polvo. A Daniel le podría ir mal respirar eso. Y dos, por todas las armas que estaban colgadas en las paredes.
-¡Maldita sea, Amber!-Le grité a la niña al ver que me desobedecía y entraba en la casa. Y cómo no, sus hermanos, aprovecharon mi despiste y entraron también. Suspiré y con Cristal en brazos, entré cerrando la puerta detrás mío.
-¿Qué pasa?-Preguntó una voz desde arriba. Se asomó por las escaleras y frunció el ceño.- Ambs, ¿Has desobedecido a mamá?
-No, sólo entré.-Respondió la rubia como si nada.
-Y eso es desobedecerme.-La regañé.- Y tú.-Miré a mi marido.- ¿Piensas bajar ya o quieres que vaya yo a por ti?
-En realidad, ya tengo lo que necesitaba. Si queréis, podéis subir a ver dónde jugaba papá de pequeño.
Los tres niños salieron corriendo en busca de Kendall. Subieron las escaleras a trompazos y reí al ver que se tiraban encima de él como si fuera un sofá. Subí yo también con Cristal y eché un vistazo a la habitación de juegos. Era más antigua, eso seguro. Pero aún así, era espaciosa y con un montón de juguetes del 90. Los niños se quedaron asombrados.
-Mientras ellos juegan, ¿Quieres ver el resto de la casa?-Me preguntó con una melodiosa voz. Sonreí y negué con la cabeza.
-No, sólo quiero ver tu antigua habitación.
-Oh, de acuerdo.
Había otro gran tramo de escaleras para llegar al segundo piso. Las subiría bien si no llevara a Cristal en brazos. Lo miré aterrorizada sin hacerlo apostas. Kendall pareció notar mi escaso pánico y me arrebató a la niña subiendo él primero. Woow, el segundo piso era más grande todavía. Vi tres habitaciones seguidas. En la primera, “Carlos” estaba pegado en la puerta. En la segunda “James”. Y en la tercera y última, “Kendall”. Las tres puertas eran azul marino. Entramos en la suya y me impresioné. Era enorme, tan grande que incluso diría que ahí dormían diez personas. Las paredes eran verdes, cómo no. La cama era matrimonial y muy blanda, y estaba lleno de aparatos electrónicos. Consolas. Habían muchas consolas, reí por eso. Era sólo un niño.
Me acerqué a la cama y olí su cojín. Aún estaba el aroma de su cabello. Una foto llamó mi atención, en la que aparecían dos adultos y cuatro niños.
-¿Quienes son?-Pregunté con la foto en mis manos. Kendall se acercó a mí con la pequeña bebé en sus brazos y sonrió fugazmente al reconocer a esos rostros.
-Los dos adultos son los padres de Carlos. El bebé que sostienen en sus brazos soy yo.-Sonreí con gracia al ver a ese diminutos bebé. Era rubio, pero no se le alcanzaba a ver el color de los ojos. -El chico más mayor, este- Señaló a un moreno con una expresión seria.-, era Carlos. Tenía sólo ocho años. El otro niño era James. Él tenía siete.
-¿Y la niña que va cogida de la mano de Carlos?
-Dios mío, Jasmine...-Suspiró.- Era la hermana pequeña de Carlos, ahí sólo tenía seis años. Murió en el accidente de coche junto a sus padres.
-¿Escuchas eso?-Pregunté deteniéndome a afinar mis orejas. Eran como golpes, golpes que cada vez se acercaban más.
-¿El qué?-Preguntó ahora él intentando también escuchar. Abrió los ojos a tope y se levantó rápidamente.- No me cuestiones, obedéceme y quédate aquí con la niña. Nos han seguido hasta aquí.-Dijo casi lanzándola por la prisa y mi corazón se comenzó a acelerar.
-¡Pero Kendall! ¿Y los niños?
-¡Dije que no me cuestiones!-Gritó saliendo de la habitación corriendo y bajando las escaleras. Sé que era muy idiota, pero tenía que desobedecerle esta vez. Me asomé por las escaleras y allí mi mundo se derrumbó.
Había más de diez hombres todos apuntando con la pistola hacia Kendall y los niños. Él los protegía con su cuerpo, pero no daría para mucho, ahora pillado de improviso y con tres corazones por los que luchar. Su cara de espanto me asustó aún más, nunca lo había visto así de alterado.
-¡Falta uno!-Gritó uno de los hombres.- ¡Buscad al otro hijo de este imbécil, y si encontráis a su maldita esposa también!
Comencé a temblar y noté que mis piernas prontó empezarían a fallarme. Kendall me miró por el rabillo del ojo y se aseguró que nadie le observaba cuando me dio la orden de escapar. Tragué saliva. Esta sería una decisión difícil. Si hubiera estado sola, me habría escondido con un arma y habría atacado a quien intentara dañar a alguno de mis seres queridos. Pero ahora tenía una inconvenencia. El bebé que llevaba en brazos, no debía pagar mi idiotez. Tenía que salir de allí sin que me vieran.
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Criminal con Sentimientos {Kendall Schmidt & tú} #CCS3
FanfictionUna nueva temporada donde ambos tendrán que superar sus retos, uniéndose y amándose como siempre lo han hecho. Con la llegada del nuevo bebé, las cosas se complicarán... Pero ahora más que nunca, sabrán que tener una familia que cuidar, no es tan fá...