Cap.18

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Cuando nuestra gran y acogedora casa apareció por la ventanilla, di un suspiro de alivio y me sentí mejor. Hogar, dulce hogar. Tenía unas ganas tremendas de tirarme a la cama y dormir hasta que todo lo ocurrido en estos últimos cuatro días se me borrara de la mente.

Bajé del coche. Con cuidado, saqué a mi pequeña hija de su asiento y la llevé en mis brazos, Kendall se encargó de abrir las puertas de los otros y ayudarles a bajar también. Abrimos la casa y mis hijos corrieron hacia el jardín, rodando por el césped y riendo felices de haber vuelto. Me sentía mal por todo lo que habían sufrido. Ellos tan sólo eran unos críos que no entendían estas cosas, y ahora tenía miedo de traumarlos o algo al ver a su padre en ese estado que estuvo.

-¿Tienes hambre?-Me preguntó con una angelical voz. Negué con la cabeza y me dejé caer sobre el sofá.- Yo sí.

Caminó hacia la cocina y sacó una tableta de chocolate, le quitó el envoltorio y comenzó a comérsela entera. Me quedé boquiabierta, pero en realidad, no tenía fuerzas para discutir.

-Yo enseño a los niños que el chocolate no se come así, y ahora vas tú y lo haces.-Suspiré.- Eres bobo.

Se acercó a mí con una cara divertida y se sentó a mi lado sentándose con la rodilla. Me observó durane unos instantes y le miré pensando que no iba a hablar.

-¿Qué?

-No he dicho nada.-Dijo sonriente.

-Me estás mirando todo el rato.

-Me gusta mirar a las mujeres hermosas.-Besó mi mejilla. Sentí cómo me ruborizaba.

-Eres un bobo.-Repetí.

-Sí, soy un bobo al que amas mucho. -Dijo creído.- No, no, espera. Soy un bobo al que amas muchísisisisisimo mucho.-Imitó una aguda voz que me hizo reír. Eso era lo que le decía a Daniel todas las noches para que no pasara miedo.

-No te burles, lo digo por su bien.-Reí.

-Bueno, bueno.-Suspiró.- ¿Sabes? Creo que nunca he estado más feliz en casa como ahora. Te tengo a ti, tengo a los niños y unas ganas de meterme en la piscina como nunca.-Me miró desafiante. Tragué saliva y negué con la cabeza inmediatamente. Sabía lo que estaba pensando.

-¡No!-Grité, pero ya era demasiado tarde.

Kendall me había cargado y me llevaba en su hombro. Mis pataleos eran inútiles, sabía que no me bajaría. Ya había hecho esto varias veces y lo odiaba, pero parecía divertirle, ya que lo volvía a hacer cuando tenía calor. Y me llevaba a mí también por su capricho.

Llegamos al jardín. Las caras de los tres niños se volvieron hacia nosotros, y nos miraron con confusión. Kendall se paró en el borde de la piscina y disfrutó un poco tentando a tirarme, para meterme miedo.

-¡No lo hagas! ¡No lo hagas!-Lo hizo.

Me soltó con impulso, y caí hasta el fondo de la piscina. Cuando iba a salir de ahí para coger aire, se tiró él también, lo que impidió que yo saliera y comencé a reír debajo del agua. Me atraganté y mi esposo pareció notarlo, ya que me empujó hacia la superficie. Cuando conseguí tomar una bocanada de aire, tosí y acabé de reírme. Entonces salió él, riendo también.

-¡Dije que no lo hiceras! ¡Ahora tendremos que secar toda la ropa!

-Fue divertido.-Dijo sosteniéndose de la barandilla. -¿Nos quedamos un poco más?-Preguntó con una tierna sonrisa. Dios, hacía tiempo que no lo veía tan feliz. Tenía que darle ese capricho. Suspiré y asentí.- ¡Niños!-Gritó a los pequeños.- ¡Tiraos a la piscina!

Estuve a punto de exclamar nuevamente un "¡No!", pero ya se habían tirado, obedeciendo a la primera a su padre. El agua salpicó el jardín al caer las dos niñas al agua, divertidas, pero noté que Daniel aún estaba fuera, dudando.

-Vamos, cariño, ¿No te tiras?-Le preguntó Kendall a su pequeño hijo. Él tragó con fuerza y se sentó lentamente en la barandilla.

-Tengo miedo.-Murmuró y mi corazón adaptó un tanto de dulzura.

-No tengas miedo, Daniel, papá te sostendrá para que no puedas hundirte. Vamos.-Dijo él.

Daniel intercambió miradas conmigo y con sus hermanas, que se sujetaban de la barandilla para no ahogarse. Alcancé tres flotadores de mi izquierda y se las pasé a mis niñas para que pudieran soltarse y flotar por sí solas. Después de unos segundos, Daniel entró en la piscina con la ayuda de Kendall, que le había cogido la mano para que no tuviera miedo.

-Toma, mi amor.-Le dije tendiendo otro flotador azul. Él entró dentro y se aferró a su padre, que no le soltó en ningún momento. Por fin en casa.

Criminal con Sentimientos {Kendall Schmidt & tú} #CCS3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora