¡Peleados!

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Como a eso de las cinco de la tarde encontré en la mesa de noche una nota escrita con letras de revista que decía “Nos vemos a las ocho donde siempre. Sam”, me pareció tan lindo de su parte aunque ya habíamos quedado de vernos pocas horas antes.

Ya era hora de que me viera con él en el lago por lo tanto corrí a mi habitación para ponerme un poco de brillo labial y checar que mi cabello se viera bien, estaba entusiasmada de verlo en toda la tarde me la había pasado haciendo cosas que regularmente hace una chica platicar con otras y enterarme sobre uno que otro chisme, así como leer un poco en el silencio del bosque.

Esperaba que Sam ya estuviera ahí así que camine un poco más lento para que fuera el quien me recibiera, hoy sería el día en el que le preguntaría si quería andar conmigo estaba decidida en por fin tener una relación real.

El trayecto estuvo lleno de nerviosismo y en mi mente repetía las palabras que le iba a decir, este era el momento para mí era como un ahora o nunca y dejaría que hoy fuera nuestro ahora.

Cuando llegue escuche una voces, tal vez alguien más este aquí, la voz de una mujer me sorprendió pero no fue la voz de una mujer sino de que mujer y lo que dijo.

-Sam no sabía que pensabas eso de mí.- dijo Coral con el típico tono chillón que la caracterizaba, me asome más para poder tener una visión más amplia de lo que sucedía de pronto Coral se abalanzo a los brazos de Sam y apoyo sus manos sobre su cuello, lo que vino después fue peor esta choco sus labios con los de él y Sam solo se dispuso a poner sus manos sobre la cintura de esta, de inmediato me sentí como una estúpida, no solo estúpida sino una grandísima idiota en creer que Sam y yo podíamos ser algo más que solo unos free.

Las lágrimas quemaban mis ojos por la intensidad con la que querían salir, todo se me vino abajo y lo peor del caso era que a la única persona a la que le contaría esto es la misma queme estaba haciendo llorar, corrí como un rayo y me resguarde en las cuatro paredes de mi habitación, estaba destrozada por dentro todo lo que le había contado sobre mí y la estúpida historia de su hermano solo fueron mentiras para poder fajar un rato.

Enojada, triste y destrozada me levante de la cama y camine al pequeño ropero donde había dejado mi ropa colgada, con movimientos torpes y furiosos la arranque de los ganchos y la azote dentro de mi maleta, no la doble ni nada solo la avente y cerré con fuerza, todas mis cosas las guarde en mis respectivas maletas y las deje en la esquina de la puerta.

Espere un segundo a limpiarme las lágrimas para ir a hablar con el maestro de que tenía ganas de regresar a casa.

Abrí la puerta y camine por el pasillo bajando cuidadosamente las escaleras y viendo todo aquello de lo que no me había percatado por estar tan endiosada con Sam, como la mancha obscura que estaba en el techo o las figuras de las paredes y la simple textura de el barandal de las escaleras, cosas que pude notar ahora que mi cabeza no solo pensaba en los estúpidos labios del estúpido de Sam.

Llegue con el maestro y toque la puerta dos veces antes de que el anciano saliera a ver quién era.

-Señorita Stone ¿A qué se debe su visita?- dijo el viejo.

-Solo quería saber si podrían mandarme a casa hoy mismo.- dijo tragándome las ansias.

-Se siente usted mal.- el rostro del señor cambio a pura preocupación.

-Vera es que el clima me está provocando un severo dolor de cabeza y no creo soportarlo más.- me sobe la sien figurando dolor.

-Sera imposible mandarla de regreso ahora mismo, pero mañana en la mañana podremos mandarla con el encargado del transporte.- dictamino.

Enamorada del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora