Heridas que no duelen.

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… La vida ya no se sentía como eso, tan solo el transcurso de días sin sentido y sin una clara idea de lo que pasaba, todo se volvió de papel, tan frágil, como si con una simple jicarada de agua se rompiera y desbaratara.

Mi teléfono vibra en la mesa y solo volteo para verlo caer al suelo, no me interesa recogerlo o ver si le ha pasado algo, todo es tan estúpido, tan… ni siquiera tengo las palabras para hablar o pensar con claridad, lo único claro en mi cabeza es su rostro, ese bello rostro angelical que me hace delirar, esos labios rosados que me incitan a besarla, besarla como si no hubiera un mañana.

La pregunta de siempre regresa a mi cabeza ¿Estará bien? Es obvio que algo debe haberle pasado durante estos días pero no puedo imaginarla lastimada, si la última vez que se raspo el codo jugando casi me da un ataque o cuando fue lo de Dylan entre en modo idiota no quiero ni pensar en cómo me pondré cuando la recupere y la vea mal.

DIA 6:

SAM:

Algo no está bien y no lo noto desde el momento en que entro y veo todo completamente solo, no es normal tan poca seguridad en instalaciones de Pantera, camino sin hacer ruido y me topo con la puerta que me llevara a la parte baja del lugar.

El edificio consta de tres pisos y uno de ellos es bajo tierra, es donde suponemos tiene a Sarah.

No nos permitimos perder tiempo y cada dos hemos tomado un camino distinto por las cinco puertas que dan paso al lugar. Camino con Charlie a mis espaldas, el walkie talkie hace un pequeño ruido, presiono un botón y hablo en la bocina.

-¿Cómo va todo por ahí?- pregunto a quién me esté escuchando.

-Todo perfecto por el momento, pero a partir de aquí dejaremos de comunicarnos están solos chicos.- dice mi jefe, me alarma un poco el ir de dos en dos, pero la idea de poderla tener nuevamente en mis brazos hace que tome las fuerzas que me faltaban y camino más a prisa.

Mi acompañante no dice ni palabra lo que significa que hace su mayor esfuerzo por hacer las cosas con el mayor sigilo posible, una vez un descuido de esos nos hizo perder a nuestra compañera y no pasara nuevamente.

SARAH:

Escucho pasos cercanos pero ya no me sobresalto como antes, los últimos días han sido tranquilos y solo se acercan para dejar un poco de comida.

La pierna aun me duele y creo que se me ha infectado la herida, el mínimo movimiento provoca un tremendo dolor, pero me quedo callada y lo soporto, la cabeza me sigue punzando pero es debido a la pequeña abertura que hay en esta.

La esperanza de que no tardan en encontrarme se abre camino en mi pecho dándome el aliento para seguir luchando. Muchas cosas pasan por mi cabeza, como la forma en la que mama me acariciaba el cabello al ver la televisión por las noches, el sabor de su deliciosa comida, las manos de papa dándome palmadas en la cabeza cada vez que llegaba con una buena nota de la escuela, mi primera fiesta, mi primer día en la escuela, mi última fiesta y el sentimiento de la cercanía de Sam a la hora de bailar, el aroma de su colonia, la suavidad de sus manos, sus labios, su rostro, todo de un solo golpe. El saber que esto acabara en algún momento provoca una sonrisa en mis labios.

Quien estaba afuera abre la puerta y me toma del brazo bruscamente, ya no replico solo aprieto los dientes para no gritar del dolor que me provoca apoyarme sobre la pierna mala, caminamos velozmente por un pasillo tan obscuro como la boca del lobo, damos unas cuantas vueltas y llegamos a un ascensor, me obliga a meterme y presiona un botón.

-¿Qué sucede?- pregunto asustada.

El hombre no responde.

Los nervios se me ponen de punta por primera vez en dos días, las imágenes que hace un segundo me hicieron sonreír ya no parecen tan bellas.

Enamorada del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora