La fiesta de la familia Miller.

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       Me estaba comenzando a enloquecer, mi cabello no lograba aplacarse ni siquiera la crema para alaciar logro que todo mi cabello se comportara, toda la parte de abajo estaba un tanto rizada y de arriba se esponjo como lo hacía la pantera rosa después de salir de la secadora, solo me sobraba una horas para que Sam pasara por mí, quizá podría lavarme la cabeza otra vez para comenzar de nuevo pero eso solo me atrasaría, aunque no sería peor que darle otra pasada a mi cabello con esa plancha del infierno.

       Corrí directo al baño, tome la regadera desmontable, abrí el agua en tibio y la rocíe contra mi cabello; ya terminado lo seque rápidamente y repetí la rutina de los productos contra el calor. Esta era mi última oportunidad, comencé a rizarlo rápidamente poniendo sumo cuidado en que los caireles no se encimaran, las extensiones que me habían regalado hace medio año me fueron de mucha utilidad para no tener que sufrir con lo corto de mi cabello. Termine en tiempo record con veinte minutos de sobra para poner unos pasadores en el lado derecho de mi cabello dejándolo caer del otro lado.

       Llegue hasta mi vestido que estaba extendido sobre la cama junto a mi bolso, el vestido era largo hasta el suelo, tenía un color tres tonos arriba del blanco precioso, era de corte griego con un cinturón dorado a la cintura, mi peinado dejaba al descubierto uno de mis hombros al igual que lo hacia el vestido, los zapatos unos tacones de diez centímetros color dorados a juego con el cinturón. Cuando mama me compro el vestido jamás me imagine que lo usaría de verdad, ahora solo esperaba que les gustara lo suficiente como para pasar discreta entre tanta gente de elite.

     

            Los minutos pasaron y mi celular sonó, no fue necesario ver el identificador de llamada sabia de ante mano quien era.

       -Nena ya estoy afuera.- dijo Sam al otro lado de la línea.

       -Bajo en un minuto.- colgué y tome mis cosas, baje las escaleras apagando las luces que había prendido a mi paso, salí y cerré la puerta con llave.

       Sam ya estaba en la entrada de la reja esperándome.

       -Te ves… hermosa.- dijo abriendo los ojos ampliamente.

       -Gracias, tú no te ves nada mal.- señale su traje de diseñador que le ganaba por mucho a cualquier traje que había visto jamás.

       -Todos te van a amar.

       -Al único hombre que quiero que me ame esta justo frente a mi.- sonreí juguetonamente tomando su mano para caminar al auto.

            El camino estaba tranquilo por el horizonte el sol comenzaba a meterse, la tarde era cálida y era prometedor para pasarla increíble.

            -Mis padres han adornado toda la casa para la fiesta, esperan que sea increíble, quieren que esto sea una buena bienvenida.

            -Y tú ¿Cómo esperas que sea?

            -Solo quiero que las cosas salgan según lo planeado, si tenemos suerte, cenaremos, bailaremos un poco y huiremos, al igual que la casa el jardín fue aclimatada a alguna especie de casa virreinal.- dijo como si la idea de gastar en ese tipo de cosas no le agradaran. Por mi parte estaba conforme en pasar la noche entera con él.- hablando de otra cosa ¿Qué tal dormiste?

            -Puedo asegurar que caí como un bebe.- el recuerdo de la noche anterior me trajo una sonrisa al rostro, después de que preguntara si vendría a la fiesta nos quedamos tres horas más platicando de tonterías, alrededor de las cinco de la mañana habíamos caído dormidos sobre mi cama abrazados, pero como era obvio los modales le ganaron y se fue a su casa, a pesar de que insistí en que no sería una buena idea manejar con sueño dijo que se fumaria un cigarrillo antes de manejar, por mi parte seguía sin entender como fumar podría quitar el sueño.

Enamorada del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora