quince

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Días después, llegué a el instituto dispuesta a acabar con lo que fuera que teníamos. 

Me temblaba todo el cuerpo, y estaba nerviosa por saber como te comportarías. 

Caminé por los pasillos hasta ver tu bien formado cuerpo apoyado de una forma vacilante en mi taquilla. 

A unos pasos de ti, me notaste. Te inclinaste para darme un beso, pero puse mis manos en tu pecho apartándote. Te pusiste serio, y me cogiste de el brazo bruscamente. Hice una mueca, pero no dije nada. Todo el pasillo estaba lleno de los demás estudiantes y el ruido que había era ensordecedor, pero yo solo podía poner toda mi atención en ti. Tu mirada me obligaba hacerlo.

-¿Que coño te pasa? -gruñiste  

Te dije que teníamos que hablar, pero tú negaste con la cabeza. Dijiste que te lo dijera allí mismo, y así lo hice. Lo dije sin pensar, para que no me diera tiempo a echarme para atrás. 

Soltaste una grande carcajada, pero después cambiaste tu expresión a una de disgusto y te pasaste la mano por el pelo. Me empujaste bruscamente hasta que coqué con las taquillas que habían detrás. Solté un gemido por el dolor que sentía en la espalda. La mayoría de la gente del pasillo dejó de hablar, y centraron la vista en nosotros. 

Sin importarte aquello, acercaste tu cara a la mía y gruñiste:

-Atrévete a volver a decirlo

Las lagrimas se acumularon en mis ojos. Todo el mundo miraba atento la escena, pero nadie dijo nada. 

AidenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora