veintitrés

2K 129 8
                                    

El timbre sonó en toda la clase, y los chicos y chicas se levantaron causando un estruendo con las sillas y las voces.

El chico que tenía a mi lado, no dejaba de mirarme, y aquello me provocaba más renvios de los que ya sentía.

-Oye -dijo a mi lado

Lo miré de reojo y seguí guardando las cosas en la mochila.

-Hey -volvió a hablar.

Me giré hacia él algo cabreada. No lo conocía, pero si llegabas y me veías hablando con él, nada bueno podía pasar.

-¿Estás bien? Es que pareces algo agobiada. Siento si te molesto, tan solo...

Negué con la cabeza para que no pudiera seguir hablando.

-Estoy bien, gracias.

Apareciste por la puerta buscándome con la mirada. Todos miraron con curiosidad, pero segundos después siguieron hablando como antes. Enseguida comencé a cerrar la mochila.

-Pero el morado de tu mejilla no dice lo mismo. Quiero ayudarte, de veras.

Una vez frente a mi, sonreí nerviosa.

-Hola.

Ni siquiera me saludaste. Tú mirada pasó de mi a él chico de al lado.

-¿Porqué estabas hablando con ella? -gruñiste.

Abrí la boca para hablar, pero no me dio tiempo.

-Por nada, tío -dijo el chico- le preguntaba si se encontraba bien.

-Claro que se encuentra bien. No vuelvas a preguntarle nada, porque no te hace falta.

Me agarraste del brazo y me sacaste de clase a rastras.

Me giré para ver al chico, y me di cuenta de que era el mismo al que Aiden había pegado tiempo atrás, cuando me tropecé con él en las escaleras y me ayudó a recoger los libros que cayeron por el impacto.

AidenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora