veintinueve

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Seguíamos allí, y tan solo se escuchaba nuestra respiración.

-Cariño, será mejor que entremos dentro.

Al escucharlo y verlo dispuesto a entrar, negué rápidamente y me puse delante de él, para que no pudiera pasar. 

Noté que empezaba a enfadarse, pero si entraba podría hacerme daño y despertar a mi madre.

-Creo que es mejor que nos quedemos aquí -dije.

Frunció el ceño y se acercó a mí de manera amenazante.

-¿Qué es lo que te pasa? -gruñó

No había nadie en la calle, así que no tenía problema en ponerme una mano encima.

-Mañana hay clases, no creo que sea buena idea estar mucho rato...

Su mano cogió mi rostro, y no pude seguir hablando.

-Eres una mentirosa -dijo a centímetros de mi rostro- abre la puerta.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero no cayó ninguna.

Seguía esperando a que abriera la puerta, así que negué.

-¿Se puede saber que te pasa? -dijo alterado.

-Eres tú lo que me pasas -dije con la voz temblorosa -no quiero seguir con esto.

Su rostro se quedó sin expresión.

AidenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora