Capítulo 3

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Narra Noah

Observaba el techo buscando una idea de cómo sacar a Isaac, pero abandoné la búsqueda rápidamente. No sé cómo pretendo ayudarlo cuando no tengo idea de lo que es la guerra, no tengo idea de porqué empezó ni que países están involucrados además de Alemania. Decidí entonces, comenzar a prestarle más atención a mi padre y a mi hermano, y así recaudar información. Solté un suspiro; aunque recaude toda la información que pueda sobre la guerra aún queda pensar dónde llevar a Isaac. Luego de estar dándole vueltas una y otra vez a lo mismo, decidí ir con mi hermano. Me dirigí a su cuarto encontrándome con él leyendo el diario que mi padre seguramente dejo esta mañana. Cuando advirtió que me encontraba en su cuarto me dirigió la mirada.

—¿Qué quieres? —preguntó cerrando el diario.

—¿Me cuentas sobre la guerra? —me miró extrañado; no era para menos, no he mostrado ni un tipo de interés hasta ahora. Desvié la mirada nervioso, tratando de buscar una excusa para lograr que me contase algo o, al menos, me prestara los diarios de este último tiempo, sé que mi padre y él los guardan—. No me mires así —una sonrisa nerviosa se asomó en mi rostro.

—¿A qué se debe el interés tan repentino? —rogué para mis adentros que no indagara más—. Está bien —lo miré rápidamente sin creerlo—. Parece que al fin entiendes que esto es importante para nuestra familia y nuestro país —sus palabras sonaron, de repente, con un tono de superioridad y orgullo a lo que nuestro padre y Hitler estaban haciendo. Asentí sonriendo con incomodidad; no podía hacer mucho más, necesitaba enterarme de todo lo que me perdí en este tiempo.

Él se tomó su tiempo en contarme y explicarme todo haciendo que mi estómago se revolviese con cada una de sus palabras. Aun así me obligué a escucharlo hasta que terminase. Artur no se guardó ningún detalle, todo lo que mi padre le había contado me lo transmitió; me daba aún más asco el hecho de que hablaba con orgullo de lo que estaba pasando, era casi como si festejara que la guerra hubiera comenzado y que nuestro padre hubiera matado a gente.

—Eso es todo lo que ha pasado en este tiempo —me dio un par de diarios junto con el de hoy—. Si quieres, léelos —asentí; me bastaba con todas las atrocidades que me había contado.

Tomé los diarios y me dirigí a mi cuarto. Me sentía asqueado de todo lo que había oído decir a mi hermano; sentí asco por mi familia, sobre todo hacia mi padre. Realmente ha hecho que sintiera odio por él, por Hitler y por todos los que están cometiendo tal atrocidad a toda esta gente.

Pasaron un par de días en los que no pude salir a ver a Isaac dado al mal tiempo que había. Aproveché para pasarme los días investigando y preguntándole a mi padre hasta que me echase de donde estuviéramos. Logré sacarle informes y papeles importantes en los que mencionaban el estado de la guerra. Hoy no era la excepción, a mi padre le habían llegado papeles por medio de un soldado que era suboficial o algo así, el soldado me pidió que lo entregara puesto que tenía que volver a su trabajo rápido; evidentemente no hice lo que me pidió, opté por escabullirme hasta mi cuarto intentando que nadie de mi familia vea lo que traía entre mis manos.

Una vez que logré estar encerrado en mi habitación, me dispuse a ver los papeles. Parecían informes de los campos de concentración. Cuando terminé de leer los papeles apenas pude entender un par de cosas, como que el destino de Isaac era ser fusilado o usado como conejillo de indias para hacer experimentos si no lo sacaba a tiempo de allí. El pánico comenzó a crecer en mi interior, si no sacaba a Isaac pronto quien sabe lo que le pasará.

De repente escuché que tocaban la puerta de mi cuarto, me apresuré y guardé los papeles dentro del sobre en donde estaban y los puse en un cajón. Luego me levanté y me acerqué a la puerta para abrirla, del otro lado estaba mi madre.

Del otro lado del cercoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora