Capítulo 27

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Narra Noah

Nunca estuve tan nervioso como en el momento en el que tuve que esperar a que Isaac pasara los controles de la frontera, pero cuando lo vi volver con nosotros acompañado del soldado, pude volver a respirar tranquilo. Nuevamente estábamos juntos en el tren de camino a Ámsterdam. Esta vez, el camarote lo teníamos que compartir con Lena y Artur, pero no me importaba en lo más mínimo mientras estuviera con Isaac.

Era bastante tarde y no podía dejar de pensar en lo que será vivir con Isaac mientras estemos allá, tendremos que adaptarnos a la vida de Holanda, pero valdrá la pena si mantengo alejado a Isaac de todos los soldados que le podrían hacer daño. De repente, sentí que alguien se acostaba a mi lado, abrí rápidamente los ojos encontrándome con Isaac, él me miró algo tímido, para luego abrazarme escondiendo su cara en mi pecho.

—¿Qué sucede? —susurré abrazándolo también.

—Solo quería estar contigo. Ya me he acostumbrado a dormir contigo —sonreí. Yo también tenía la necesidad de ir a acostarme junto a él, pero creí que estaba dormido y no quería despertarlo—. ¿Te molesta que duerma contigo?

—Claro que no.

Besé su frente, él sonrió y se acomodó contra mi pecho. Pronto, sentí su respiración un poco más tranquila y pausada, ya se había quedado dormido. Lo arropé un poco más y me quedé observándolo hasta que ya no pude aguantar el cansancio.

Desperté escuchando a mi hermano hablar con Lena en un intento de susurros. Cuando abrí los ojos, Isaac me estaba observando con una pequeña sonrisa en los labios, ni bien me vio despierto, me besó. Rápidamente correspondí a su beso rogando que Lena no se diera cuenta. Aún me avergüenza un poco que alguien que no sea mi hermano nos vea así. Poco después nos separamos, él se levantó y saludó a Lena y a mi hermano, luego tomó algunas cosas de su bolso de mano y salió del cuarto. Por mi parte, me quedé acostado esperando a que volviese.

—¿Ya te has despertado, Noah? —mi hermano se asomó por el respaldo de mi cama, sin mirarlo asentí con la cabeza—. Bien, ya era hora, tu novio ya se ha levantado también —desvié rápidamente la mirada hacia él sintiendo mi cara arder un poco. ¿"Novio"? Es la primera vez que lo llama así, o que yo lo considero como tal—. ¿Por qué pones esa cara? —esbozó una sonrisa burlona—. No me digas que te da vergüenza que le diga así a tu noviecito —soltó una carcajada.

—Déjame en paz, Artur —bajé la mirada intentando ocultar un poco el sonrojo que, imagino, tenía en la cara y que provoca las burlas de mi hermano. De repente la puerta se abrió, imagino que era Isaac que volvía.

—Ahí está tu novio, Noah —solté un suspiro pesado, Isaac se acercó a mí y me miró—. ¿A ti también te da vergüenza? —él solo negó con la cabeza bajando la mirada claramente avergonzado.

—Ya déjalo —regañé a mi hermano mientras me levantaba—. No quiero que lo molestes mientras no estoy.

Tomé lo que necesitaba para asearme y me dirigí al baño. Me alisté lo más rápido que pude y volví al cuarto, mi hermano y Lena volvieron a su conversación mientras que Isaac se limitaba a mirarlos desde mi cama. Me acerqué a él, me senté a su lado recibiendo una sonrisa por su parte, tomé su mano y entrelacé nuestros dedos, él se acercó a mi rostro dándome un corto beso en los labios. De repente me percaté de que tanto Artur como Lena se habían quedado callados, no quise voltear a verlos sabiendo que nos estaban observando.

—Mejor vamos a desayunar Artur. Ustedes vengan cuando quieran, niños.

Escuché como ambos salían y cerraban la puerta. Me quedé mirando a Isaac unos segundos, él esbozó una pequeña sonrisa.

Del otro lado del cercoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora