Capítulo 13

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Narra Noah

Es la tercera noche que mi padre no vuelve del campo de trabajo. Por su culpa, mi madre no duerme y casi no come, solo se dedica a mirarlo con cara de tristeza. Solté un suspiro y salí a encontrarme con Isaac como todos los días. Cuando llegué, él no estaba allí, me pareció extraño, pero, aun así, me senté a esperarlo.

Pasó eso de una hora, comencé a creer que él no vendría, me levanté con la intención de volver a mi casa, pero, en cuanto lo hice, vi a Isaac acercarse. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, pude ver que tenía la cara llena de lágrimas.

—¿Qué sucedió? —pregunté rápidamente, él cayó de rodillas frente el cerco en un mar de lágrimas—. Isaac —acerqué la mano al cerco, pero me detuve antes de tocarlo; se me había olvidado por un instante que el cerco estaba electrificado.

—L-los han matado, l-los han matado a todos —dijo con la voz quebrada—. C-cuando salí, Kaiser me dijo que solo me dejarían vivo a mí por mi utilidad —me senté frente a él y me dediqué a mirarlo. No sé qué decirle, no sé si podré animarlo con cualquier cosa que diga—. M-me han arrebatado a mi padre. ¡P-por su culpa ya no tengo familia! —bajó la mirada.

—No digas eso, Isaac —pasé mi mano a través del cerco y acaricié su mejilla—, aún me tienes a mí y a mis abuelos. Nosotros somos tu familia también —aparté mi mano de su rostro haciendo que me mirase—. Tranquilo, Isaac, sé que ahora no lo parece, pero las cosas irán bien, ¿sí? Aún me tienes a mí, no dejaré de venir a verte ni un solo día, como lo he estado haciendo desde hace casi tres meses ya —le dediqué una pequeña sonrisa—. No te dejaré solo, menos cuando esto te está pasando —él tomó mi mano y, como siempre, besó mi palma. Luego la colocó nuevamente en su mejilla.

—G-gracias por estar conmigo —dijo entre hipidos—. A-ahora solo te tengo a ti...

Pasó un rato hasta que Isaac se calmó del todo. Apenas lo hizo comenzó a decirme más calmado como se había enterado y lo culpable que se sentía por no haberse despedido de su padre como debería. Isaac realmente hace que me sienta mal por la familia a la que pertenezco, todo por lo que está pasando es en parte por culpa de mi familia, más precisamente, por culpa de mi padre.

—¿Te sientes un poco mejor? —pregunté disipando el silencio que se había formado, él simplemente asintió soltando un suspiro, luego levantó la mirada hacia mí y me mostró una pequeña sonrisa—. Te ves tan lindo cuando sonríes —vi como en sus mejillas comenzaba a aparecer un leve sonrojo.

—N-no digas esas cosas —posó sus manos en sus mejillas intentando ocultar el sonrojo que tenía, yo simplemente sonreí; realmente me parece lindo cuando su rostro se ve así, de hecho, de cualquier manera, me gusta—. S-siempre haces que me avergüence —dijo haciéndome soltar una pequeña risa—. ¡N-no te rías! —frunció un poco el ceño.

—Lo siento —le sonreí—. ¿Sabes? Cada vez que te veo así me dan ganas de besarte —el sonrojo en sus mejillas se extendió a toda su cara, provocando que una sonrisa estúpida aparezca en mi rostro.

—¡N-Noah! —desvió la mirada de mi rostro—. N-no sé de qué tanto te ríes, t-tú también estás rojo —dijo con voz vergonzosa; no lo negaré, también sentía que mis mejillas ardían luego de lo que dije, pero necesitaba decírselo.

—Lo sé —contesté con una sonrisa, él soltó un suspiro.

—Por tu culpa tengo toda la sangre agolpada en mi cabeza —frunció nuevamente el ceño—. Te haré lo mismo en cuanto pueda —solté una carcajada ante esto; es realmente lindo—. Tengo que volver, Noah, estoy cansado, me duele la cabeza por estar llorando —asentí, ambos nos levantamos y nos quedamos mirándonos unos instantes.

Del otro lado del cercoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora