Capítulo 16

355 45 9
                                    

Narra Isaac

Miré a Noah, él no parecía entender nada; no debía entender lo que sentía. Me mordí el labio inferior avergonzado por el silencio que se había formado, sumado a la mirada de Noah que se encontraba fija en mí.

—Isaac... —su voz sonaba tan avergonzada como había sonado la mía antes—. Y-yo... n-no entiendo por qué haces esto, pero no es necesario —comenzó a abotonarme de nuevo la camisa.

—Noah... —suspiré—. Me gustaría que fueras tú quien me toque, no tu padre, y sería una forma de distraerme cuando Henlein está usándome como juguete —él desvió la mirada. No debí hablar así, sigue siendo su padre después de todo—. Lo siento... no quise decir las cosas de esta manera, solo quiero hacer algo de eso con alguien que realmente me guste como tú, Noah —tomé sus manos—. ¿Entiendes? —él asintió apretando un poco mis manos.

—Entiendo lo que intentas decirme, pero...

—¿No quieres hacerlo? —rápidamente negó con la cabeza.

—No sé realmente que quieres que haga —dijo de manera vergonzosa. Acaricié su mejilla.

—Ya has visto lo que tu padre me hace, ¿verdad? —asintió haciendo una mueca de repugnancia—. Sería distinto que lo hicieras tú. Sé que tú serás cariñoso y que lo harás con cuidado porque sé de sobra que no quieres hacerme ningún tipo de daño —volvió a asentir acercándose a mí.

—Está bien, Isaac, pero no hoy, ¿sí? Necesito tiempo para pensar en siquiera como hacer eso.

—No te preocupes, Noah —le di un beso rápido—, te esperaré. Además, te enseñaré lo que pude aprender en este tiempo —Noah asintió con un sonrojo en sus mejillas. Sonreí y me acomodé contra su pecho—. Ahora intentemos dormir.

Desperté sintiendo a Noah acariciar suavemente mi mejilla, abrí los ojos encontrándome con él y su sonrisa. De repente, nuestra tranquilidad se interrumpió por unos toques en la puerta, Noah y yo nos miramos rápidamente algo tensos. Sin perder un segundo, me levanté para acostarme en mi cama, él me arropó antes de acercarse a la puerta.

—¿No planean bajar? —escuché la voz de Artur cuando su hermano abrió la puerta—. ¿La escoria esa sigue durmiendo? Es realmente inútil, papá debería fusila... —escuché un golpe que no dejó que Artur terminara de hablar. Rápidamente me senté en la cama y dirigí mi mirada hacia ellos, el mayor se estaba tomando de la mejilla mientras miraba confundido a su hermano.

—Su nombre es Isaac, refiérete a él por su nombre —la voz de Noah sonaba realmente seria. Rápidamente me levanté y me acerqué a ellos.

—Lamento lo que pasó, joven Artur —me dirigí a él como he escuchado que se dirigían las criadas hacia ellos—. Ha sido mi culpa, no me he despertado a la hora que debía. Pronto bajaremos.

Noah me tomó de la muñeca, me metió en el cuarto y cerró de un portazo. Lo miré algo asustado; era la primera vez que lo veía actuar así, él siempre ha sido calmado, desde que Artur me lastimó, había tratado de amedrentarlo lo más que podía. Noah se giró y, sin darme tiempo siquiera a parpadear, me abrazó.

—¿Noah? —pregunté para luego soltar un pequeño quejido cuando él me abrazó más fuerte.

—Lo siento, Isaac... —se separó lentamente de mí y me miró—. Nunca he golpeado a mi hermano —soltó un suspiro—. No quería hacerlo, solo me molesta que te trate así, como si no fueras nada, como si merecieras que te maltraten.

—Tranquilízate, ¿sí? No quiero que vuelvas a golpear a tu hermano —desvió la mirada—. Aunque me trate mal —asintió. Lo tomé de las mejillas y, poniéndome en puntas de pie, lo besé. Correspondió al instante tomándome de la cintura con sumo cuidado.

Del otro lado del cercoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora