Capítulo 10

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Narra Isaac

—Noah y tú se quieren bastante —dijo Nicolas cuando salimos de la casa—. Podría jurar que ambos se gustan —mi cara comenzó a arder al instante.

—¿D-de qué habla, señor? —tartamudeé desviando la mirada avergonzado.

—No te preocupes, pequeño, Nora y yo hemos hablado de esto. Además, los he visto cuando estaban en el patio trasero —mi cara ardía más que antes al escuchar esto último.

De repente sentí que me tomaba de la muñeca, seguramente porque ya estábamos cerca del campo.

—No diremos nada a nadie. El único problema que tienen es que tanto mi hijo como el partido nazi completo repudian a la gente como ustedes. A quienes prefieren estar con alguien del mismo sexo —lo miré sin comprender mucho de lo que me decía—. Isaac, quiero preguntarte algo —se detuvo y me llevó hasta donde no alcanzarían a vernos los guardias—. ¿Cómo lo ves a Noah?

—C-como un buen amigo... supongo...

—Los amigos no se besan, pequeño —soltó una pequeña risa—. Entiendo su confusión, aún son niños y dudo que hayan pasado estos sentimientos antes —me le quedé mirando sin saber muy bien que decir—. No será fácil que salgan adelante siendo más que amigos, pero creo que si se mantienen juntos lograrán hacer lo que sea; lograrán sobre llevar el peso de la guerra y todo lo que tengan en medio —me dio unas palmadas en el hombro.

Volvió a tomarme de la muñeca para llevarme nuevamente al campo fingiendo algo de brusquedad para engañar a los guardias. Ambos caminamos lentamente; ninguno de los dos quería que volviese a ese lugar. Una vez que llegamos, Kaiser y un par de soldados nuevos me recibieron. Kaiser me miró con una sonrisa cínica; estoy más que seguro de que va a torturarme como siempre y ahora peor que antes por los días de abstinencia que habrá tenido.

—¿Eres Kaiser? —preguntó Nicolas con tono serio, Kaiser desvió sus ojos verdes hacia él y asintió—. Me gustaría decirte algo —miró a los demás soldados—. A solas —nuevamente el soldado asintió haciendo una seña para que me llevaran y así hicieron, los dos soldados que se encontraban con Kaiser me llevaron a punta de pistola hasta el campo de trabajo.

En el dormitorio me recibió mi padre dándome un fuerte abrazo, al cual correspondí al instante. Aunque no he pensado tanto en él, de verdad lo he extrañado; me pregunto qué pasará con él cuando me vaya. Me pregunto si me extrañará tanto como lo haré yo.

—¿Cómo estas, hijo? ¿Te han hecho algo? —contesté solo a la última pregunta negando con la cabeza.

—Quiero decirte algo, papá —lo tomé de la mano y lo llevé hasta la esquina más alejada. Me senté en el piso consiguiendo que él también lo hiciera—. Escúchame, papá, hace dos días, cuando salí de este lugar, me llevaron a la casa del general encargado del campo —la expresión de mi padre se transformó en una mueca de horror al escuchar esto—. Antes de que pienses algo... él no estaba, de hecho, me llevaron a aquella casa por eso mismo. Ni el general ni su esposa estaban en la casa, solo se encontraban su hijo menor y sus abuelos —la expresión de mi padre no cambió en lo absoluto, yo inhalé profundamente—. El hijo tiene mí misma edad, hace unos meses nos vimos en la esquina donde siempre voy, él fue quien pidió que me lleven a su casa. Tanto sus abuelos como Noah, mi amigo, me cuidaron muy bien estos dos días que pasé en aquella casa —le sonreí, al hacerlo, mi padre relajó sus facciones—. Tranquilo, ¿sí? Noah y sus abuelos me sacarán de aquí y me llevarán a Holanda. Tendré que llevar un nombre alemán y me pondrán su apellido para que pueda pasar sin ningún problema —mi padre suspiró.

—No lo sé, hijo... —bajó la mirada soltando un suspiro—. Pero... si puedo confiar que te llevarán a un lugar seguro, que te cuidaran y que te alejaran de todo esto —respiró profundo y me abrazó—, hazlo, vete ahora que tienes la oportunidad; tendrás un mejor futuro si te vas con ellos. Una mejor suerte de la que todos nosotros tendremos estando aquí —acarició mi cabeza apretándome un poco más a él—. Hazme un solo favor, hijo —asentí—. Olvídate que me quedo aquí, solo piensa en que serás libre —me aparté rápidamente de él y lo miré.

Del otro lado del cercoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora