Capítulo 26

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Narra Isaac

Desperté cuando Artur salió de la habitación. Sabía perfectamente que era él, ya que sentía el brazo de Noah rodear mi cintura. Busqué el reloj de pared con la mirada, este marcaba las ocho y media, seguramente pronto Noah despertaría. Me volví hacia él y me quedé observándolo un rato, acariciando lentamente el brazo que me rodeaba. Noah despertó casi diez minutos después. Ni bien me vio despierto, me dedicó una pequeña sonrisa y me dio un corto beso.

—Pareces de buen humor, ¿has descansado bien? —asintió sonriendo. Me acercó un poco más a él en un abrazo—. Me alegra que estés de buen humor —me abracé más a su pecho, sentí como acariciaba mi cabello—. Tu hermano se fue, Noah.

Él se separó un poco y desvió la mirada hacia el lugar en el que estaba su hermano, luego volvió a mirarme, acto seguido, me tomó de las mejillas y me besó. Le correspondí. De repente, sentí como me tomaba de la cintura y me acercaba más a él. Me separé y lo miré con una pequeña sonrisa en el rostro. Noah comenzó a besarme la cara. Primero mi frente, luego mis mejillas y, por último, la comisura de mis labios, haciendo que mi sonrisa se ampliara. Volvió a besarme.

—Déjame respirar un poco —dije algo agitado luego de poder separarme de él—. ¿Por qué estás tan cariñoso? —lo miré percatándome de que se encontraba sobre mí.

—Por nada, solo quiero demostrarte lo importante que eres para mí —sonrió jugueteando con mi cabello—. ¿Te molesta que sea así? —negué con la cabeza cruzando mis brazos por su cuello. Me acerqué a su rostro para besarlo nuevamente.

No pasó mucho hasta que nos separamos, nos quedamos mirándonos unos instantes, acaricié su mejilla mostrándole una pequeña sonrisa. Realmente me gustaba cuando estábamos así de tranquilos, disfrutando de nuestra compañía y de la poca paz que teníamos. De repente, unos toques en la puerta nos hizo separarnos, Noah se levantó y se dirigió a esta. Al abrirla, pudimos ver a Lena.

—Prepárense, niños, estamos cerca de la frontera, bajaremos allí —Noah se volvió hacia mí con una mirada confundida. Hizo que Lena entrase al camarote y cerró la puerta.

—Creí que iríamos hasta Ámsterdam.

—Tendremos que cruzar la frontera a pie y subiremos a otro tren del otro lado. Alístense rápido, niños —dicho esto salió del camarote.

Tomamos lo que necesitábamos, fuimos al baño, nos preparamos rápidamente y, luego, volvimos para tomar nuestras cosas. Nos reunimos con Artur y Lena en el pasillo, los cuatro bajamos del tren y nos dirigimos al paso fronterizo.

—Hay mucha gente —dije algo incómodo mientras caminaba detrás de Noah, él asintió tomando mi mano.

—Quédate cerca —apretó un poco mi mano haciéndome sonreír.

De repente, Noah se detuvo haciendo que me chocase contra su espalda. Me asomé un poco por su hombro para ver por qué se había detenido, estábamos formando fila delante de un enorme estructura. Estábamos realmente lejos de aquel edificio, había muchísimas personas que, como nosotros, querían cruzar la frontera. Paseé la mirada por alrededor, intentando distraerme un poco, topándome con la mirada de uno de los soldados que resguardaban la frontera, él no me quitaba la mirada de encima, haciendo que me pusiera realmente tenso y apretara la mano de Noah.

—¿Qué sucede? —lo miré asustado. luego me volví hacia el soldado que aún me miraba con el ceño fruncido y el semblante gélido—. No temas, ¿sí? No dejaré que te haga algo —acarició mis nudillos, soltó mi mano y cruzó su brazo por mis hombros acercándome a él—. No dejaré que te topes con otro tipo como Kaiser.

Del otro lado del cercoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora