Capítulo 3.

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¿Hollows? ¿Ver hollows? ¿De qué iba todo eso?
Mi mente no se aclaraba. No sabía que había pasado, que estaba pasando o qué iba a pasar. Sólo sabía que algo grande estaba por llegar.
Continué leyendo, esto no podía acabar ahí.
Probablemente estés confusa. Probablemente no entiendas nada de lo que te estoy contando, pero ten fe en mí.
Muchas veces te habrás preguntado; ¿Qué pasa con la gente que muere? ¿Y papá y mamá? ¿Siguen juntos o se separaron al reencarnarse? ¿Se reencarnaron si quiera?...
Demasiadas preguntas sin respuesta, que te tienen que llevar a la misma conclusión; ¿Qué son los hollows?
Este mundo se divide entre la gente viva; que disfrutan plenamente de su existencia, y la gente muerta, quienes permanecen junto a nosotros de una u otra forma.
Pasé la página, con intriga, no sabía lo que estaba por venir.
Pero la maldad existe. Este mundo y el más allá están podridos, y los débiles, los que no tienen fuerza de voluntad, acaban siendo dominados por ella.
Mi vello se erizó, comencé a preocuparme. No me gustaba el camino que estaban tomando aquellos textos.
Aquellas almas pérdidas de nuestros seres queridos que acaban dominadas por la maldad son los denominados hollows.
¿Recuerdas aquel monstruo que vivía en tu armario? Te dije que los monstruos no existían.
Mentí.
Aquella especie de insecto que residía en tu armario era nuestro padre. Un buen ejemplo, pues su fuerza de voluntad ni siquiera fue suficiente para seguir viviendo. En cambio, nuestra hermosa madre, que peleó hasta el último de sus momentos por qué tú estuvieras bien, fue pacíficamente hasta el cielo, lo que nosotros llamamos la Sociedad de Almas.
Ella pudo descansar en paz, y espero que, si yo muero algún día, pueda hacerlo también, habiéndote dejado mi legado.
Pasé de página. Cada vez me sentía más ansiosa, más intrigada, y a la vez, un gran vacío crecía en mi corazón. Me faltaba algo, algo importante.
Perdóname. Todo este tiempo, mi principal actividad fue protegerte, por lo que te sellé. Sellé tu poder, por miedo a que vinieran a por tí, por miedo a que pudieras ver cosas que no te dejasen volver a vivir sin preocupaciones.
No lo uses. Jamás. El peligro que conlleva nuestra sangre en particular es inmenso. Morirás con total seguridad. No te dejes consumir por tu poder. No te dejes consumir por los malos sentimientos. No te dejes consumir, Lia, por favor. Por favor...
Hubo muchas páginas en blanco después de aquella. Pasaba y pasaba y lo único que podía ver eran páginas sin nada escrito. Cómo si quisieran decirme algo sin letras, como si me lo transmitiesen sin palabras. Las dos últimas páginas estaban escritas. Tragué saliva, y retomé la lectura.
Un pequeño detalle que no te he explicado cómo es debido es nuestra familia. Nunca te conté nada sobre nuestra madre, sobre nuestro padre, o, ni siquiera, nada profundo sobre mí.
Por ello, perdóname. Si realmente quieres saberlo, sigue leyendo. Si no, te recomiendo que quemes este libro y vivas una tranquila y bonita vida.
Ni siquiera lo dudé. Tenía que leerlo, fuese lo que fuese.
Empezando por nuestro padre, él era un shinigami. Aquellos cuentos tradicionales que nos contaban cuando eramos pequeños no tienen nada de fantástico. Lo que parece increíble llega a ser real, y lo que es creíble es en lo que menos puedes confiar.
Nuestra madre, en cambio, ocultaba algo que nunca nadie, ni siquiera papá llegó a saber. Sólo yo, que llegué a presenciarlo un día, supe de ello. Tú y yo lo heredamos, como hijos suyos que somos, cosa de la que no debemos de estar muy orgullosos.
Por eso, vuelvo a decir, no dejes que te consuma. Aférrate a la vida, aférrate a lo poco que tengas, aférrate a la sangre y al poder de papá.
Quién pensaría que nuestros padres, el Yin y el Yang, la luz y la oscuridad, la pureza y la maldad,... Podrían llegar a tener un bonito desenlace.
Ese poder tan oscuro y maligno de madre, del que te hablo, recibe el nombre de-
Paré de leer. No porque no quisiese saber más, si no porque una página faltaba. Aquella página que ese sujeto de antes se había llevado.
Vi mi objetivo claro; recuperaría esa página, descubriría de que va toda esta historia... y si las cosas tomaban un buen camino, vengaría a mi hermano.
Un cosquilleo me recorrió la espalda. Fue una combinación de seguridad y miedo, seguridad ante lo que quería e iba a hacer y miedo ante lo que me deparaba el futuro. Pero había un problema; ¿Por dónde empezar?
Un escalofrío me condujo hasta la entrada a mi casa. Algo extraño estaba pasando allí fuera, en la calle, en el mundo. Algo llamó mi atención, a tal punto que llegó a alarmarme considerablemente.
No estaba.
No estaba.
No estaba.
No estaba.
El cuerpo de mi hermano ya no estaba.
Ni su sangre.
Ni su ropa.
Nada.
Como si nunca hubiera existido.
Como si nada hubiera pasado.

Jaegerjaquez [Grimmjow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora