Capítulo 11.

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Una risa malévola resonaba por el cielo, llenándolo de una tenebrosidad con toques bastantes oscuros.
Mientras tanto, un escalofrío recorrió a Urahara, Yoruichi, Ichigo, Rukia y Lianna. Todos se miraron unos a otros, asustados, preguntándose si los demás habían sentido lo mismo.
Urahara supo que hacer con sólo cruzar la mirada con Ichigo; ambos corrieron hacia la escalera que subía a la parte de arriba de su tienda.
Urahara se paró y miró hacia Lianna mientras Ichigo subía. Pareció percatarse, aunque un poco tarde, de que su cuerpo continuaba allí, poseído por ese algo que convivía con ella. Pensó por unos momentos, y luego, pronunció unas palabras.
- Yoruichi, Rukia-chan, os lo encargo. Que no entre en su cuerpo aún, o eso -señaló con el abanico al cuerpo de Lianna- tomará el total control de su alma. Necesita al menos 1 día y medio más de entrenamiento.- empezó a subir- Como mínimo...- susurró para sus adentros con bastante preocupación-.
Yoruichi, aún sin saber que hacer, comentó algo, ante la incrédula mirada de Rukia.
-Bien, Lianna, no tenemos más remedio. Comenzarás a trabajar el reiatsu, y recemos por que las poderosas presencias que acaban de aparecer no se percaten de nuestra existencia.
Lianna aún no sabía qué hacer. Estaba confusa, tal vez demasiado. Todo estaba pasando muy rápido. ¿Acaso lo que ella había sentido tan levemente suponía una amenaza tan grande?
Trató de no pensarlo, ya que supondría demasiada desconcentración para usar su poder. Quería usar todo el poder que el cuerpo le permitiese cuanto antes, ya que necesitaba ayudar a sus nuevos amigos. Su mente le decía que no necesitaba, que necesitaba ayudarlos; que no podía permitirse perder otro ser querido más. Ya había tenido suficiente con lo de su hermano, así que se haría fuerte, lo suficiente fuerte como para tomar las riendas de su vida de nuevo, sin que las tomase aquel ser diabólico.
- Por el momento, puede que te canses bastante, pero trata de lanzar un ataque concentrando tu fuerza como lo hiciste antes; pero esta vez usando todo lo que tengas de poder. -el gato pronunció estas palabras moviendo su negra cola de lado a lado.
Lianna pensó que el color negro que tenía a aquel gato era hermoso, como un abismo sin fin, como un negro infinito. Tras eso, cogió su espada con las dos manos, cerró los ojos y se concentró. Lanzó un pequeño ataque, como el primero que intentó, pero esta vez se le hizo mucho más fácil gracias a los numerosos golpes que tuvo que asestar al aire unos pocos de minutos atrás. Aún tenía acumulados el cansancio y la fatiga de aquel duro entrenamiento, pero continuó.
Cuando lanzó aquel ataque, depositó todas sus fuerzas en él, y, aunque el movimiento le resultara más sencillo, el no trabajar la fuerza espiritual hizo que acabase agotada tras lanzar un solo y pequeño ataque.
Rukia miró a Yoruichi. Quería saber, diciéndoselo tan solo con la mirada, si su presencia era necesaria, o si tenía el permiso para marcharse junto con sus compañeros a luchar contra lo que fuese que acababa de llegar.
Yoruichi le negó suavemente con la cabeza, y tras eso, volvió a dirigirse a Lianna.
- Muy bien, mucho mejor que el primero... pero ahora, tendrás que dar 50 como esos. Y ninguno puede ser menos poderoso que el primero.
Lianna abrió los ojos como platos. Si ya le había costado mandar aquel penoso y débil golpe, no quería imaginarse cómo iba a acabar haciendo 50 como esos.
Aún sin terminar de creerse lo que acababa de escuchar, comenzó a lanzar más ataques al aire, intentando no pensar mucho en ello para acabar pronto y no ser un estorbo para los que querían ir a ayudar a sus amigos.
Apenas habían pasado diez minutos, quizá quince, y las piernas le temblaban. Había dado 20 golpes, ni si quiera la mitad, pero ya sentía como si su cuerpo fuera a ceder, como si se fuera a desmayar. Rukia continuaba luchando sin cesar para reprimir el poder de su cuerpo, y Yoruichi observaba a Lianna. Aún siendo un gato, en su cara se podían reflejar muestras de preocupación, pequeñas muecas que de vez en cuando asomaban por sus facciones.
Todos sintieron algo. No algo, si no más bien la falta de algo.
El dicho de no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes apareció en la mente de Lianna. Habían notado como un poder se había disminuido bastante. El poder que se había casi desvanecido estaba en la lejanía, y era casi indistinguible entre los que acababan de llegar y los de Ichigo y Urahara. Rukia y Yoruichi cruzaron miradas. Entonces, Yoruichi dijo, con una voz que reflejaba total preocupación y casi gritando;
-¡Para! Vamos a hacer un ejercicio... para determinar tu nivel. Debemos de ayudar a Ichigo-kun y Urahara. No des más golpes, sólo trata de recoger esa energía que sale de la punta de tu espada alrededor, como si fuera un escudo.
Lianna se concentró, rápidamente, para no perder ni un segundo del poco tiempo que tenían. Alrededor de ella se formó una especie de llama de fuego fatuo, es decir, fuego azul, aunque era una llama bastante débil.
Yoruichi se sorprendió. No esperaba que con una breve explicación Lianna supiera qué hacer. Lo tomó por suficiente, y le explicó cómo volver a su cuerpo, con una posterior frase de;
-Vuelve a tu cuerpo y no te dejes consumir.
Lianna volvió, como introduciéndo su alma en un recipiente. No escuchó nada ni sintió nada.
Una enorme satisfacción la abundó. Sintió que aquel duro entrenamiento sirvió de algo, ya que esperaba algo como una voz demoníaca hablándole, o perder el control de algunas partes de su cuerpo.
Salieron todas hacia el lugar donde se encontraban Urahara e Ichigo, en su ayuda, incluida Lianna.

El usuario de pelo azul se encontraba en el cielo, observando las luchas que se estaban dando, cruzado de brazos y con una sonrisa aterradora.
Urahara e Ichigo se habían separado; Urahara luchaba, aunque sin esforzarse en lo más mínimo, con un oponente que tenía pinta de ser fuerte. A veces hasta hacia comentario absurdos, o bromas, lo que hacían su pelea un tanto cómica.
Mientras, Ichigo libraba una batalla con otro enemigo, a unos 700 metros de distancia. Ya había vencido a uno, pero sin embargo, los refuerzos no paraban de llegar al bando enemigo.

Lianna, Rukia y Yoruichi pudieron sentir las presencias de sus amigos. Yoruichi fue en la dirección de Urahara, mientras que Lianna y Rukia fueron a prestar su ayuda en dirección a Ichigo.
- Perdona por la espera- dijo Rukia, con una sonrisa nada más llegar al lado de Ichigo.
Lianna se colocó tras ellos, sin haber pensado antes dónde se había metido. No podía salir de su cuerpo sin que se volviera loco, y no podía usar sus poderes sin salir de su cuerpo. Pensó que al menos podría servir de apoyo moral, triste pero cierto.
Entre los dos, eliminaron al enemigo nada más empezar una serie de golpes con una gran compenetración.
Lianna, al ver que su ayuda no era necesaria, se escondió tras un poste que por allí cerca estaba.

El usuario que se encontraba de brazos cruzados en el cielo observándolo todo sonrió. Pareció alegrarle el hecho de que llegasen más personas a escena. Entonces, descendió donde Ichigo y Rukia, y nada más estar frente a ellos, sin haber tocado el suelo aún dijo;
-¿Quién es el más fuerte?
Ichigo y Rukia se miraron extrañados.
- Pero q...
- Digo que quién es el más fuerte de los dos.
Una sonrisa se formó en su rostro.
- Ichigo, ¡Corre!
Cuando Rukia se percató del enorme poder del enemigo que tenían ante ellos fue demasiado tarde.
El usuario de pelo azul desapareció por un instante y volvió a aparecer justo en frente de Rukia, atravesándola en el estómago con su mano.

Jaegerjaquez [Grimmjow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora