Capítulo 23.

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Capté su olor aún sin pretenderlo. Sin mirar hacia arriba, lo que podía ver era su pecho. La diferencia de altura entre nosotros se me hizo más notoria.

Alcé lentamente la mirada, con miedo, para encontrarme con la de Grimmjow, que me miraba seriamente, no sabría decir si de manera intimidante o de cualquier otra.

La cuestión es que estaba serio, muy serio, tal vez demasiado. Tardé unos segundos en dar un pasito hacia detrás, bajando la mirada y reaccionando al fin a la escena que acababa de ocurrir.
Luego, volví a alzarla, para encontrarme de nuevo con los profundos ojos azules de Grimmjow que observaban todos mis movimientos.

-No es algo que puedas tocar. - usó un tono bajo, muy bajo y grave, con una profundidad que resultaba hipnotizante.

-¿Por qué? - pregunté con un ápice de miedo, intentando poner una cara de corderito en apuros lo más notoria posible, para que, si aquel sujeto tenía un ápice de compasión, me dejase tocar la cajita.

- Porque yo no quiero que la toques. - volvió a usar aquel tono tan... tan indescriptible, mientras que quitaba en brazo de la mesa lentamente, a la vez que se acercaba en mi dirección, a pasos lentos.

Yo comencé a retroceder como acto reflejo, no se me ocurría otra forma de proceder.

Retrocedí un paso, dos, tres... Hasta llegar a la pared. Cinco o seis pasos a la derecha estaba la salida; no era una fácil opción de huida si se llegaba a dar el caso.

Grimmjow continuaba avanzando hacia mi posición lentamente, con las manos en los bolsillos y la espalda recta, y con la barbilla levemente alta.

Lo único que pude hacer fue pegar más aún mi espalda a la pared.
Me daba miedo comenzar a avanzar hacia la salida, o hacia cualquier lado, así que permanecí donde estaba.

Grimmjow se paró frente a mí, mirándome a los ojos.

- Tu hermano está muerto. Yo lo maté.

Una mirada, tal vez de odio, tal vez de desconcierto surgió de mí.

- ¿Qué?

- Lo has oído alto y claro. Tu hermano está muerto. Lo maté yo.

Fruncí el ceño.

- Mientes, ¿verdad?- comenzaron a surgir dudas dentro de mí. ¿Era aquello verdad? ¿Era inocente el sujeto del que planeaba vengarme, aquel de la espada en forma de ocho? Si eso era verdad... ¿Dónde estaba el cuerpo de mi hermano?
Mi mente comenzó a dar vueltas y vueltas, sin terminar de entender nada.

- ¿Cómo sabes si miento? - continuaba con la misma mirada indescifrable y el mismo tono indescriptible. Era escalofriante, o, al menos, una especie de escalofríos me recorrían la espalda.

Tardé varios segundos en responder, unos segundos que quizá fueron fatales.

- No lo sé, por lo poco que te conoz...

Tuve que parar de hablar por la sorpresa. Grimmjow se sacó las manos de los bolsillos mientras hablaba y las colocó a ambos lados de mi cabeza, a la vez que encorvaba la espalda hasta tener la cara al nivel de la mía, aunque unos centímetros más alta.

- Tú mientes. ¿Me equivoco? Tú expresión al ver la caja sola fue totalmente legible para mí. Puede que intentaras ocultarlo, pero a mí no puedes ocultarme nada. - Flexionó un poco los codos para acercarse más a mí. Si ya la distancia entre ambos era corta, ahora lo era aún más. Nuestras frentes no se rozaban por una distancia de centímetros, quizá milímetros.

Comencé a ponerme más y más nerviosa. No sabía cómo reaccionar ante aquella situación, y mucho menos cómo escapar. Al no ver respuesta alguna por mi parte, Grimmjow reformuló la pregunta.

- Tú, ¿hasta cuándo recuerdas? - seguía usando el mismo tono serio, grave, hipnotizante.

Se me hacía imposible mentir bajo aquellas circunstancias, tenía sus ojos a un palmo de distancia, que me observaban atentamente. Abrí la boca levemente, dispuesta a hablar pero sin saber qué decir, cuando de repente alguien habló. Se separó de mí al oír aquella voz, pero no quitó sus manos de la pared, que me tenían aprisionada frente a él. Simplemente volvió a estirar sus brazos y a incorporarse, y a mirar hacia la puerta.
Yo miré también. Pude ver al usuario de pelo blanco, ojos achinados y sonrisa siempre presente.

- Oh, vaya, lamento interrumpir, pero Grimmjow, Aizen-sama quiere verte, hay cosas que pueden esperar. Además no creo que esa chica se vaya muy lejos. -se dio la vuelta y se encaminó hacia algún lugar.

- Tsk.- Grimmjow bajó la mirada al suelo y luego la volvió a subir, para mirarme a mí. - Esta conversación no ha acabado. - continuó la mirada unos segundos, cambiando continuamente al ojo al que me miraba, y, luego, se marchó tras aquel enigmático usuario.

Mi sentimiento de peligro se calmó hasta tal punto en el que mis piernas fallaron, y tuve que deslizar mi espalda lentamente por la pared hasta sentarme en el suelo. Pude escuchar una pequeña parte delantera conversación que tenían aquellos dos usuarios mientras se alejaban.

- ¿Te aprovechas de su amnesia? Chico inteligente. - dijo la curiosa voz burlona del usuario de ojos rasgados.

- Cállate. - desde mi sitio, podía ver las espaldas de aquellos dos sujetos alejándose, y, tras decir aquello, Grimmjow desvió la mirada hacia la pared de la izquierda, con una mano en el bolsillo y otra tapándose la boca, probablemente en señal de vergüenza, ya que pude notar cierto color en sus mejillas, aunque muy levemente.

Me quedé reflexionando bastante tiempo. ¿Qué iba a responder cuando volvieran? ¿Qué se supone que tenía que decir? ¿Debería seguir con la mentira o escabullirme de algún modo?
Tras pensarlo mucho, a mi mente hasta llegó la opción de decir la verdad, de que aquel usuario tal vez podía ser un poderoso aliado, pero se desvaneció tan rápido como se me ocurrió.

Pensando sin cesar, con mi espalda apoyada en la pared, me fijé en algo.

La caja.

En la misma mesa en la que Grimmjow había dejado la caja, ahí seguía. Olvidada. Como si realmente no fuera importante.
Me levanté de golpe y crucé la habitación a paso rápido, la misma habitación que antes había cruzado lentamente y marcha atrás.

Cogí la caja sin dudarlo ni un instante y deshice los nudos que la cerraban. Las manos me temblaban.

Estaba a punto de abrirla cuando me detuve. ¿Qué haría tras saber aquello? ¿Y si la última página era algo que podía cambiar mi forma de pensar, mi manera de ver el mundo? ¿Y si me hacía malvada, o me ponía de parte de aquellos que querían ver sufrir al mundo?

Todas esas dudas me invadían y hacían que mis manos temblaban antes de abrirla. Sin embargo y ante la duda, decidí abrirla y leer su contenido, ya tendría tiempo para arrepentimientos después.

Tras sacar la parte de arriba, quedando la caja abierta, me sorprendí bastante, y no para bien. En la caja no había nada. Absolutamente nada. Estaba vacía. Ni la página del cuaderno de mi hermano ni nada. Nada de nada.

Primero tuve una leve sensación de satisfacción, mis preocupaciones por lo que ponía en la página se habían extinguido, pero, luego, sentí rabia y frustración. Me imaginaba la cara de aquel sujeto, Grimmjow, disfrutando de mi sufrimiento. Desde un primer momento poner aquella cajita sobre aquella mesa era simplemente un cebo, un cebo para tentarme y ver mi reacción frente a aquella situación.

Estampé la caja contra la pared tirándola con furia.

BONUS

Grimmjow sintió un escalofrío que le recorría la espalda. Alguien le había maldecido, de eso no había duda.
Echó una pequeña carcajada ahogada, que casi ni se escuchó, y sacó la verdadera caja de su bolsillo, la examinó aireoso y la volvió a guardar.
Tras unos segundos, aún caminando al lado de Ichimaru Gin, y charlando de cuando en cuando con él, volvió a sacar una mano del bolsillo, esta vez vacía, se miró la palma, la cerró en un puño y miró un punto fijo de la nada.

-Grimmjow, ¿me estás escuchando?

Jaegerjaquez [Grimmjow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora