Capítulo 16.

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- Sígueme. - Grimmjow dijo eso y justo después salió por la puerta por la que habíamos entrado. Yo lo seguí, sin apenas dudarlo.
La combinación de sujetos que dejábamos atrás no me gustaba ni un pelo.
Pude escuchar la voz del usuario de pelo gris, la cual tenía un tono muy diferente a la de Aizen. Mientras que la de Aizen era profunda y relajada, la de este nuevo individuo era alegre y burlona.
No pude distinguir lo que decían, ya que Grimmjow iba hacia algún lugar a gran velocidad.

- Muy astuto, señor Aizen. ¿Espera a que su poder se muestre con ese entrenamiento improvisado?
- No solo eso. Su poder crecerá en este lugar, puedo asegurarlo. Pero, ¿podrá ella soportarlo sin morir en el intento? Estoy ansioso por descubrirlo.

Grimmjow acabó guiándome hasta una gran sala dentro de aquella enorme edificación. Estaba cubierta, pero era bastante amplia y el techo era notablemente alto. No había otra salida excepto por la que acabábamos de entrar, así que cuando él avanzó hacia el fondo de la sala, preferí no seguirlo. Llegado a cierto punto, aún con las manos en los bolsillos, se dio la vuelta, poniéndose de frente delante de mí, a una considerable destancia de unos diez quince metros, para luego sacarse, lentamente, la caja que guardaba en el bolsillo derecho. Me la enseñó, e hizo el mismo movimiento que la última vez que la vi; lanzarla hacia arriba verticalmente y atraparla mientras caía con un movimiento horizontal.
- Inténtalo. -me la mostró.
- No voy a seguir tus juegos, Jaegerjaquez. - tenía ganas de que se callara la boca y me entregase la maldita caja. Él no perdía nada. Además, le guardaba rencor por todo lo que le había hecho a Ichigo y a mis amigos, y por llamarme basura aquel día.
- Ohh, Jaegerjaquez, ¿eh? ¿Tanto miedo te doy que no eres capaz siquiera de pronunciar mi nombre? - soltó su típica carcajada arrogante y sarcástica. Vi el momento oportuno para aguarle la fiesta, esa fiesta en la que se divertía riéndose de mí.
- No, te tengo tanto desprecio que ni siquiera soy capaz de decir tu nombre. - argumenté aquello con cara de pesadez, como si me pareciera un fastidio.
- Tsk. Estupideces. Nada me impide romper esto, ¿verdad? - cerró la mano en torno a la pequeña caja, y comenzó a estrujarla suavemente.
La caja hizo un pequeño crujido.
Me sorprendí al escuchar aquellas palabras y al sentir la amenaza de que aquello pudiera ser destruido.
- ¡No! ¿Qué crees que estás haciendo?- me encaminé hacia él con paso firme.
- ¿Te atreves a plantarme cara sin usar poder? - noté como su enfado crecía poco a poco. Su enfado y su poder espiritual, que cada vez me impedía más y más avanzar hacia él.
Me paré en seco. No podía seguir andando. Frente a tanto reiatsu, mis piernas temblaban y mis brazos flaqueaban.
Pero eso era lo de menos. Tenía un enorme problema; no sabía cómo utilizar mi poder. Me encaminé hacia la salida. Estaba frustrada y no tenía ganas de soportar a aquel sujeto. Además, con un poco de suerte, me seguiría y podría esconderme para realizar un ataque sorpresa, o con más suerte aún, conseguiría encontrar la salida de aquel edificio laberíntico, y ya de paso el camino de vuelta a casa.
Salí de la sala y comencé a doblar los pasillos que me parecieron en la dirección que me daba la gana. Sinceramente, no era propio de mí; yo hubiera preferido analizar el entorno, dibujar un mapa en mi mente, recopilar información, y con todos esos datos, buscar las posibles salidas.
Habían pasado unos dos minutos desde que salí de aquella sala, y cuando encontré una ventana, sentí que a mi cuerpo lo invadía una gran alegría.
Si en aquella pared había una ventana, cabía la posibilidad de que más adelante hubiera una puerta.
Seguí la pared hasta encontrar dos caminos. No lo pensé mucho, ya que pude notar la presencia de Grimmjow pisándome los talones.
Aceleré el paso cuando vi a lo lejos lo que parecían ser ráfagas de luz en la lejanía; luz proviniente del exterior.
Atravesé la puerta y miré al cielo.
Realmente había salido de aquella prisión.
Estaba feliz, y no poco. Quizá ahora pudiera encontrar el camino por el que llegamos. Quizá ahora...

La poca alegría que me había invadido se fue en un instante. No muy a lo lejos, en el horizonte, pude divisar lo que parecía ser una figura masculina. Una figura masculina, alta y delgada, con una espada en forma de ocho. La misma figura que vi el día en el que robaron la última página del diario de mi hermano.
No sé qué pasó. Por un momento mi vista se puso en blanco. Mis sentimientos de furia y sed de sangre se convirtieron en un solo sentimiento neutral. Me daba la sensación de que había entrado en coma...
Algo me despertó de mi trance. Una mano me tocó el hombro. La seguí con la mirada para encontrarme con los ojos de Grimmjow, quién tenía una expresión que mezclaba los sentimientos de descompensión, preocupación y... miedo. Mínimamente, pero sentía un poco de miedo.
- ¿Dónde te crees que vas? - al ver la falta de mi respuesta, unos momentos más tarde volvió a hablar - ¿Qué es lo que...?
Dejé de mirarlo y volví a mirar al usuario que estaba en la lejanía.
Calmadamente, dije.
- A él. Voy a matarlo. - volví a dirigir mi mirada a Grimmjow.
Sentí como mis ojos ardían furia, cosa que al espada pareció agradarle.
Levantó la mano dramáticamente de mi hombro y la volvió a poner el su bolsillo. Hizo un silbido.
- Mmm... para matar hay que saber hacerlo, gatita. -sacó, como no, una sonrisa arrogante.
Yo bajé la mirada. Sentí furia, mucha furia. Lo que dijo Grimmjow me daba igual. Es más, no me importaba lo más mínimo, pero la presencia de aquel individuo en la lejanía me resultaba insoportable. A partir de ese momento, no recuerdo nada más.

NARRA GRIMMJOW
No sabría explicar exactamente lo que vi. Aquella basura que huyó cuando llegó el momento de luchar me lanzó una mirada amenazante, llena de odio y de furia. Pero el odio no iba dirigido a mí. Al menos, no todo.
Dijo que iba a matar a Nnoitra. Si no fuera porque ya vi que su poder, al que tanta importancia le daban, era inexistente, me lo habría creído. Me lo habría creído solo por aquella mirada.
Tras mi respuesta, ella bajó la mirada.
La sombra de sus flequillos taparon completamente sus ojos.
Le acababa de quitar la mano del hombro, pero mi intuición me dijo que algo iba mal. Muy mal.
Por ello, volví a acercar lentamente mi mano hacia ella.
- ¿Es que acaso ya no quieres la caj...- me interrumpió la potente sensación que tuve nada más hacer contacto con su piel.
Algo había cambiado. Era totalmente diferente. Su poder había crecido enormemente, y su reiatsu casi se podía comparar al de un Arrancar. Cuando quise darme cuenta, tenía las ropas de Shinigami, y un gran reiatsu negro rodeándola.
Obviamente Nnoitra se percató de su presencia. Estaba bastante lejos, pero en cuanto supo de la existencia de la chica se encaminó hacia donde nos encontrábamos.
Era la peor situación. Aizen me había dado órdenes expresas de que la chica no sufriera ni el más mínimo daño, y algo me decía que Nnoitra no se acercaba para tomar el té.
Aunque... lo que teníamos allí delante no tenía pinta de ser la chica. Supuse que un par de huesos sanarían con el tiempo, y así yo me quedaría a gusto con respecto a mi sed de lucha. Eso pensaba hasta que le miré a la cara.
Sus ojos eran amarillos. Se habían vuelto amarillos, y parecía que escupían fuego.
Salté hacia detrás, listo para la lucha.

Esto se iba a poner interesante.

Jaegerjaquez [Grimmjow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora