Mi cuerpo estaba allí, de pie, riéndose sádicamente, mientras mi esencia, mi alma, o mejor dicho, yo, lo observaba con perplejidad. Urahara parecía tranquilo mientras la chica de pelo moreno y Kurosaki no daban crédito a lo que sus ojos veían.
Entonces, mi cuerpo cesó aquella terrorífica risa y comenzó a mirarnos a todos con ansias de pelea. Urahara explicó.
- Muy bien, Ichigo-kun, Rukia-chan, llega vuestro momento -agitaba su abanico alegremente, como si realmente no pasara nada-. Os llamé aquí desde un principio para esto; vosotros controlaréis eso, -señaló con el abanico a mi cuerpo, que a cada segundo que pasaba parecía menos cuerdo- y yo, prepararé a esto.-me señaló a mí con su abanico.
El tal Ichigo y la tal Rukia se miraron. Poco después, mi cuerpo empezó a moverse, como a punto de empezar algo, pero ellos supieron que hacer gracias a las instrucciones de Urahara y fueron a contenerlo. Algo que me sorprendió fue que Ichigo sacó una especie de peluche de su mochila, y le metió la mano en la boca para luego sacar una especie de píldora o pastilla redonda. Me pareció escuchar al peluche quejarse y verlo moverse, pero supuse que fueron meras imaginaciones mías. Luego, se tragó la pastilla, y para mayor sorpresa por mi parte, su alma se convirtió en aquel chico cosplayer que vi luchando contra hollows aquel día.
Con ropas negras y una espada, esta vez distinta a la de la última vez. Ahora no parecía una katana si no que era una enorme espada con vendas en la empuñadura. A pesar de tener pinta de ser pesada, Ichigo la sostenía como si se tratase de un peso nulo.
Me di cuenta de que progresaba, de que se hacía más fuerte, mientras que yo me estancaba cada vez más y más en aquel pozo sin fondo, mientras lo único que hacía era llorar y lamentarme por no poder hacer nada.
Me decidí. Me di cuenta de que no podía hacer nada simplemente porque no había intentado hacerlo. Se acabó. Se había acabado llorar y lamentarse; era hora de empezar a luchar por lo que tenía y por lo que había perdido.
Para más sorpresa aún de la que ya tenía, la chica morena, cuyo nombre creo que era Rukia, sacó una especie de cajita con varias píldoras como la que se había tragado Ichigo.
Ella también se convirtió en algo; en una mujer con ropas negras y una espada. En una shinigami.
Mi mente llegó a la conclusión de que ellos tenían el mismo poder que yo, lo que me tranquilizó. No era una especie de oveja negra o aguja en el pajar, si no que había más gente como yo, que me podrían aconsejar en los malos momentos y ayudarme en los momentos de necesidad.
Sentí un gran alivio, una sensación que hacía bastante tiempo que no sentía. Ellos empezaron a controlar a mi cuerpo, luchando contra él, manteniéndolo a raya.
Por fin, tuve algunos pensamientos positivos. Pensamientos positivos como: yo puedo hacerlo, podré conseguirlo, tengo gente que me acompaña,... Me sentía... bien. Era algo feliz.
Urahara comenzó a explicarme algo, lo que yo escuché atentamente.
- ¡Ora, ora! Lo esperaba agresivo pero no tanto... - desvió su mirada de mi cuerpo a mí- supongo que ahora mismo tendrás muchas preguntas. Lamento decirte que lo mejor es no responderlas por ahora, así que escucha atentamente lo poco que te voy a decir. Nosotros dos te vamos a entrenar. -su sonrisa no se iba de su cara. Miré por todos lados, hasta darme cuenta de que con "nosotros dos" se refería al gato y a él. Preferí no reaccionar mucho, ya que podría resultar una falta de respeto su lo decía seriamente (aunque aquel hombre no tenía mucha pinta de serio).
Urahara continuó hablando, conforme con mi falta de reacción.
-... te vamos a entrenar para que controles eso. -señaló con el abanico a mi cuerpo. - Tienes sangre shinigami, cosa que todos podemos observar, pero hay otro tipo de sangre en tu cuerpo. Sangre que no he visto en años. Ese poder... ¿Sabes de dónde procede?
Primero, negué con la cabeza, pero luego, recordé las escrituras del diario de mi hermano.
-... puede... que tenga algo. Mi hermano escribió un diario, en el que me contó que los shinigami existen, que no es ninguna leyenda urbana. Además, me informó de que mi padre era un shinigami, pero mi madre... mi madre poseía un peligroso poder. Pero la página en la que se especificaba cuál era estaba arrancada.
Urahara abrió un poco más los ojos y se abanicó más lentamente.
- No puede ser... -miró al gato- ese poder... imposible... Será...?
-...la barrera gen de hollow demoníaco, o resumiendo, gen demoníaco. -dijo una voz.
Era una voz nueva. No la había escuchado nunca. Miré a todos lados buscando a quien había pronunciado aquellas palabras, pero no encontré a nadie. Entonces, cuando miré a Urahara, este estaba mirando al gato. No podría ser verdad...¿o sí?
Cuando miré al gato, él también me miró.
- Sí, he hablado, tampoco es tan raro que un gato hable. - no sé si fue por mi cara de asombro o por mi desconcierto que pronunció aquellas palabras.- Bueno, volviendo al tema que nos ocupa... -el gato comenzó a explicar. Sí, sí, el gato comenzó a explicar.- ... resumiendo, ahora que has salido de tu cuerpo y eso ha despertado, no puedes volver a entrar. No hasta que tú sangre shinigami sea lo suficientemente fuerte como para imponerse al gen demoníaco.
Urahara habló.
- Bien, bien, bien. Ahora, empecemos. - cerró el abanico y me apuntó con él.- Saca tu espada.
- ¿Espada?
Me extrañé. Comencé a mirar por todos lados, buscando mi supuesta espada. Al final, encontré lo que parecía ser su vaina, en el lado izquierdo de mi cadera. La desenfundé con curiosidad y suavemente, para sacar una katana gris con ráfagas negras. Su empuñadura resultaba cómoda, aunque pesaba un poco.
Urahara continuó hablando.
- Bien... Ahora, atácame con todas tus fuerzas. Concentra tu energía en la espada, sé uno con ella, tómala como una extensión más de tu brazo y lánzame un ataque.
Respiré hondo. Aunque me costaba creer todo esto, prefería obedecer a aquel hombre que se había ofrecido a ayudarme sin pedir nada a cambio. Al menos, no todavía.
Calmé mis pulsaciones. Respiré hondo una vez más. Inhalé. Cerré los ojos. Me concentré todo lo que pude en mi espada. En mi mente apareció una imagen de mi cuerpo en tercera persona, y de una especie de energía azul emanando de él. Exhalé. Visualicé cómo toda esa energía se concentraba en mi espada y a mi alrededor como una especie de aura. Volví a inhalar, esta vez más calmada. Cuando fui a exhalar, tiré esa energía con un seguro golpe de espada que di al aire. Tenía los ojos cerrados, pero pude sentir como algo de arena y aire se levantaron a mi alrededor.
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Jaegerjaquez [Grimmjow]
RomanceUna mera historia de Grimmjow x lectora. Quizá ella podía ablandar el corazón de un hombre que solo se guiaba por el poder. Quizá él podría volver a hacer feliz a una chica que no paraba que sumirse más y más en la desgracia. Quizás ambos se complem...