-...qué? ¿Que si soy real?... Grimmjow, ¿estás bien?
Mi asombro era bastante grande, pero no entendía por qué. Me lo podría haber tomado como si fuera una simple broma, pero cuando pronunció aquellas palabras sentí como si mi mente se centrase en algo; aún sin saber el qué.
Casi sentí un paro cardíaco. Dejé de escuchar, sentir, ver o vivir durante unos segundos, o al menos eso me pareció. Cuando volví en mí, algo muy extraño pasó.
Grimmjow ya no estaba cerca. Me dirigí a la habitación de los futones desconcertada y al entrar, Grimmjow me habló de nuevo.
- Lianna... ¿eres real, verdad?
La misma pregunta rompió el silencio de la misma forma en la que lo había hecho segundos atrás. O al menos, esa fue mi sensación.
Tal vez haya sido un déjà vu... - pensé, tras lo que sacudí mi cabeza. Una sensación parecida a la de antes me abordó, aunque esta vez se caracterizó por un fuerte pinchazo en el pecho.
Llevé mi mano a la zona en la que sentía aquel dolor. Miré fijamente los ojos de Grimmjow. Mientras que todo su cuerpo permanecía impasible, sus ojos reflejaban algo, un sentimiento que pocas veces había visto en él; miedo. Acto seguido, traté de tranquilizarme, tanto la pregunta como la actitud de Grimmjow en ese mismo instante me habían puesto en una visible tensión de la que me sería difícil salir.
Vaya pregunta- pensé sin ni siquiera haberlo planeado. Sonó en mi mente con un tono sarcástico, aún sin yo saber por qué.
- Claro que sí.- traté de sonar lo más convincente posible.
Se generó un silencio incómodo que se me empezaba a hacer eterno. Incluso comencé a cuestionarme si aquella respuesta que había dado;que pretendía sonar sin un atisbo de duda, era para hacer que Grimmjow me creyera o para que yo me la creyera.
Pero ahí seguía él, mirándome, sin pronunciar una sola palabra, solo clavándome sus ojos azules que penetraban en mí como dos agujas enormes.
Y, con la misma facilidad que comenzó el silencio, acabó.
- Lo siento... no sé qué cosas digo. - pero en su mirada seguía reflejada ese ansia por una mejor respuesta; una respuesta más profunda o algo que le hubiera satisfecho.
Entonces, una especie de imagen abordó mi mente. Fuego. Todo estaba en llamas. Era una casa en llamas. Una casa... ¿o un pueblo? No lo sabía. No lo veía con claridad. Comencé a respirar más rápido. Mi corazón bombeó sangre más rápido. Llevé una mano a mi cabeza, tratando así de dejar de ver aquello que estaba viendo.
- Mizuki... - la voz de un hombre asomaba entre las llamas.
Parecía exhausto, tanto física como psicológicamente. El enorme fuego que cubría toda la zona hacía casi imposible vislumbrar su figura.Una figura femenina se alzaba sobre el rojo que quemaba todo a su paso. Irradiaba luz, una luz tan blanca que podía confundirse con una segunda luna.
- Mizuki, por favor, ya es suficiente... - la voz del hombre volvió a sonar, esta vez más apagada.
La mujer que flotaba estaba rodeada de unas vendas de color blanco que flotaban a su alrededor. Sus ojos eran completamente blancos. Su pelo, en cambio, era negro, pero comenzaba a cobrar un color blanco por las puntas. El color subía lentamente acabando poco a poco con el negro que quedaba en su cabeza.
Alzó un poco sus manos, tan poco que apenas se percibía. Comenzaron a caer gotas, como una ligera lluvia; solo que esas gotas eran de fuego. Estaba lloviendo fuego.
El lugar que se encontraba en llamas comenzó a arder más y más. No quedaba ni una señal de vida además de la de aquella mujer que allí flotaba, el hombre que intentaba hablarle y unos sollozos lejanos escondidos trasn unos árboles.
Un niño pequeño se asomó de detrás de aquel árbol. Un panorama de desesperación y destrucción se alzaba ante él. Al mirar a la mujer que flotaba, abrió los ojos como platos y volvió a esconderse. Una niña pequeña que estaba junto a él vio su expresión, y aterrorizada, preguntó:
-¿Qué está pasando?
El chico, que no se atrevía a responder, guardó silencio. Tal vez ni si quiera de veía capaz de hablar. Entonces, la niña, visiblemente menor que él, se asomó.
De sus ojos comenzaron a brotar lágrimas sin parar. Ella, a diferencia del otro chico, comenzó a caminar hacia la mujer que flotaba en el aire.
El pelo de la niña comenzó a flotar y sus ojos empezaron a volverse blancos. Nadie sabía si estaba triste o enfadada, su expresión era completamente ilegible.
El otro chico salió en su busca, corriendo desesperadamente.
-¡No! - su voz llamó la atención del hombre que intentaba frenar a aquella mujer que estaba arrasando todo sin pestañear.
La mujer lanzó una bola de fuego en dirección a los dos niños.
-¡Ya basta, por favor! ¡Ya está bien!
La bola de fuego se deshizo antes de impactar contra los niños. La expresión de la mujer se tornó en una expresión de tristeza, lo que parecían ser lágrimas resbalaban por sus mejillas. Sin embargo, no podía parar.
El hombre le gritó a los niños.
-¡Kou! ¡Fuera de aquí! ¡Llévate a tu hermana!
Su rostro fue visible. Era un shinigami de largos cabellos blancos y expresión seria.
La mujer soltó un grito ahogado. Una gran energía se acumuló a su alrededor. De repente, todo el fuego cesó, y hubo un aterrador silencio.
El shinigami no dudó y se alzó para llegar a la mujer. Sin decir nada, la abrazó, y ésta comenzó a temblar.
-Vete.
La voz de la mujer parecía una mezcla de varias voces hablando a la vez. Sus ojos parpadeaban: pasaban de un color marrón a totalmente blanco.
- Por favor, vete. - ella lloró. Seguía allí, flotando, y rogándole al hombre que se fuera, pero él no quería soltar su agarre. Cada vez que ella pronunciaba la palabra "vete" él la estrechaba más entre sus brazos.
Entonces, se separó un poco de ella, la miró a los ojos y pronunció suavemente unas palabras.
- No me voy. Estoy aquí, contigo.
Se acercó a ella y la besó suavemente. Volvió a abrazarla. Ella gritó, era un grito de tristeza como nunca antes se había podido oír. Sus ojos volvieron a tornarse completamente blancos, y una explosión de fuego alcanzó todo aquello que se encontraba a menos de un kilómetro de distancia.
Tomé una gran bocanada de aire.
- ¿Mamá?
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Jaegerjaquez [Grimmjow]
RomanceUna mera historia de Grimmjow x lectora. Quizá ella podía ablandar el corazón de un hombre que solo se guiaba por el poder. Quizá él podría volver a hacer feliz a una chica que no paraba que sumirse más y más en la desgracia. Quizás ambos se complem...