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—El amor es peligroso.

—¿No hay escapatoria?

—No existe. Procura no encariñarte con nadie, no puedes morir.

—¿El amor se contagia?

—El amor se crea, mantente alejado de las personas lo más que puedas, esto es serio.

—¿Es físico?

—Mental.

Unas tostadas fueron puestas en un plato y acomodadas en una bandeja plateada de plástico con una taza de café negro a su lado. Un chico de poco peso, tez crema, cabello obscuro como la noche y ojos mieles, cargó aquella bandeja poco pesada hasta una mesa cerca de la salida. El chico traía puesto un delantal negro desde la cintura hasta arriba de las rodillas, una camisa blanca y unos pantalones largos color negros.

—Buenos días señor Lee, aquí tiene lo de siempre. — con una sonrisa poco sincera le entregó las tostadas y el café recién hecho.

—No es buena idea que lo hagas.

—¿Perdón?

Un teléfono interrumpió la conversación que el presidente y el chico mantenían, ambos observaron la pierna del mesero esperando a que terminara aquel sonido.

—Es mejor que respondas. — señaló con una sonrisa.

—Si... — con el ceño fruncido respondió la llamada.

– ¿A qué te refieres?

– Nos vamos. Ven a empacar.

– ¿Por qué, mamá?

– No preguntes, sólo ven.

La llamada se cortó dejando al joven confundido. Se despidió de el señor Lee con una reverencia respetuosa para salir corriendo de la cafetería. « ¿Para qué nos mudaremos? ¿Llevamos toda mi vida aquí y deciden mudarse ahora? » Discutió las razones para irse y no encontró ninguna.

En las calles de Busan todo parecía ir normal. Todo era de color gris, blanco y negro. Monotonía era lo más visto. Las personas caminaban sin saludarse, sin sonreírse, sin conversar y sin mirarse. La felicidad no tenía significado y nadie comprendía esa palabra al cien por ciento ya que nadie lo había experimentado. Al menos no hace unos casi cien años.

El chico abrió la puerta de su casa para encontrarse con muchas cajas en el suelo y en las escaleras. Con su ceño fruncido buscó a su madre o a su padre sin embargo ninguno respondió. Recorrió toda la casa hasta dar con la cocina donde había una carta encima de la mesa de madera.

"Sé que dije que llegaras a casa para que empacaras pero ya lo hicimos por ti. Necesito que salgas de la casa lo más pronto posible. No dejes que nadie te encuentre y para nada se te ocurra hablar con alguien de que te mudarás. Dirígete a la capital, ahí estaremos esperándote. No te tardes cariño, con amor tu madre."

Con sus manos arrugó la carta para guardarla en su bolsillo trasero. Eso era extraño, su madre nunca utilizó la palabra "cariño" o "con amor" para referirse a algo. Ella era muy infeliz al igual que su padre. Lamió sus labios en un momento de desesperación. De repente escuchó un auto detenerse frente a su casa, dos personas vestidas de negro comenzaron a disparar dentro de la casa. El corazón del chico palpitaba muy rápido, sus piernas flaqueaban y sus ojos se querían salir de lugar.

— ¡Park Ji Min, sal de tu escondite! ¡Sabemos que estás ahí! —con una mano en su pecho y con mucho cuidado corrió hasta su habitación, en ésta había una puerta que daba al techo. Aprovechó el despiste de uno de ambos hombres y se lanzó al suelo, para su suerte la altura de ese segundo piso no era tan alta y ninguno de los dos hombres lo escuchó. Aún con su corazón apunto de salirse corrió hasta la capital esperando por fin encontrarse con sus padres y preguntarles el por qué de todo esto.

Cuando llegó buscó por todas partes, de nuevo, pero su sorpresa fue otra cuando sus padres tampoco estaban ahí y habían dejado otra carta en uno de los asientos.

"JiMin, lamentamos que nos tuviéramos que ir de nuevo. Te pedimos que tomes un avión y llegues a Grecia. Te dejamos dinero en este sobre esperamos que nadie lo robe. Gracias por hacernos caso, con cariño tus padres."

Los dedos de JiMin se dirigieron a la línea de su nariz subiéndolos de arriba a abajo ya hastiado. Buscó el dinero que sus padres dijeron y no había nada, se lo habían robado.

— ¿Acaso mi día puede ir peor? Todo estaba normal hace unos minutos.

—Vuelo a Atenas, Grecia se irá en dos horas. Próximo viaje será el miércoles. — con prisa JiMin observó su celular, era sábado. Maldijo lo más bajo que pudo hasta llegar a la oficina de vuelos.

—¿Me puede dar un vuelo a Atenas, Grecia? Por favor dígame que puedo comprar uno.

—Lo lamento, todos los asientos están ocupados. —suspiró agotado y con mucha molestia.

—Entendido, gracias. — cuando juró que todo estaba perdido escuchó a la chica llamarlo de vuelta.

—Mire que cosas, sí hay un espacio disponible. ¿Lo desea? —con los ojos entrecerrados JiMin asintió para no decirle todo lo que tenía guardado. —Aquí tiene, disfrute su vuelo.

Con prisa corrió hasta la puerta donde se preparaban para llegar hasta los asientos. Los dedos de sus manos y de sus pies se movieron inquietos, mordió su labio inferior y miró a todos lados esperando su turno. Todo era tan confuso y no tenía respuesta.

Su turno llegó y en menos de treinta minutos estuvo sentado en el avión al lado de un chico de cabellos rubios con mechones grises que utilizaba audífonos y se mantenía con los ojos cerrados. Su teléfono recibió un mensaje de texto de sus padres. Decía que estarían esperándolo en el aeropuerto justo cuando llegara pero él sabía que no sería así.

—¡Hola extraño! ¿Cómo te llamas? — de repente aquel chico gritó asustando a JiMin. Aquella sonrisa de aquel chico lo asustó y sus ojos verdes lo hipnotizaron. —Me llamo T.

—¿Que te llamas cómo?

—T. ¡Tú debes ser P! Mucho gusto.

—Mira, no te conozco y no es por ofenderte pero eres extraño. —una risa llena de vida salió de ese chico molestando a JiMin.

—He recibido peores nombres que extraño. Cuando lleguemos entenderás todo. Por ahora te llamaré P, tienes que acostumbrarte a eso.

—Al menos dime el por qué me dices P.

—¿Fuiste a la escuela cierto? P es la abreviatura de Park tonto. —sonrió— Al menos eso es lo que te debo decir...—murmuró y para su suerte no fue oído.

—¡¿Sabes mi nombre?!— con sus dedos índices hace una cruz alejándose del chico de cabellos rubios y grises.

—¡Eres mas tierno que yo! Eres tan lindo. —moviendo su cabeza en negación y con una sonrisa volvió a ponerse los audífonos y a cerrar los ojos.

Otro suspiro volvió a salir de los labios de JiMin. Esto al parecer no será fácil.

Mental Illness || HopeMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora