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     Regrésame a esos días donde nada importaba. Regrésame a esos días donde reía sin preocuparme. Ayúdame a ser quien era. Recuérdame qué es amar, ayúdame a ser yo.
 
{.....}

Con ternura Ho Seok tocaba las mejillas redondas de quien era el único que lo podía hacer feliz. Incluso el dios del amor sufría, lloraba y se culpaba por no tener a nadie con quien compartir su amor. Se sentía inútil. Pero cuando llegó JiMin todo cambió.

Flashback:

Era un sábado nublado y agradable. Para entonces nadie catalogaba el amor como una enfermedad y mucho menos al dios del amor como un lunático.

Un chico de cabellos negros y mechones rojos caminaba sin prisa por las gigantescas calles de Atenas. Con sus ojos los más abiertos que podía, con sus manos en sus bolsillos y con un caminar tranquilo causó que el dios del amor pusiera sus ojos en él. Su piel se veía tan sedosa, sus labios esponjosos, su cabello medio largo que tapaba su frente, sus brazos que marcaban sus venas, su cuerpo bien formado y su respiración tan calmada alertó a Ho Seok de que algo bueno le deparaba en el futuro.
Sin embargo algo que no notó hasta estar muy cerca de él fue que ese chico no era un simple humano, ese chico tenía un aura blancuzca que recorría todo su cuerpo desde la cabeza hasta los pies. Sus ojos mieles desde lo lejos se veían dorados casi un color mostaza y su piel se veía aún más perfecta desde cerca.

El chico no era humano pero tampoco parecía un dios. ¿Quien era?

—¿Eres nuevo? Nunca te había visto. — con una sonrisa encantadora tocó el hombro del chico misteriosamente hermoso.

—Ahórrate la charla, no estoy de buenas. — y ahí supo que ese chico era perfecto.

—Creo que alguien se levantó de malas... — sonrió al tocar el brazo del chico.

—Dije que no estoy de buenas. Aléjate ya. —chasqueó su lengua y alejó su brazo para que Ho Seok no lo tocara más.

— ¿Sabes quien soy? ¿Sabes a quien le estás hablando?

— Créeme que si no le tengo miedo al dios de la muerte tú no me darás ni el mínimo susto.

— ¿Conoces a Namjoon? Él no ha venido aquí en siglos, es imposible.

—Adiós~.

La curiosidad de Ho Seok aumentaba al cien por ciento.

«¿Así que este chico prueba mi paciencia?» pensó con una sonrisa pícara llena de lujuria.

—¿Puedo saber tu nombre?

—¿No te cansas? No me interesa hablarte.

—¡Sabía que eras muy extraño como para ser humano! Pero tampoco entendía que fueras un dios...

—¿Qué droga te metiste?

—Tu olor y tus ganas de ignorarme... ¡Eres un ángel rebelde!

—Es lo más ridículo que he escuchado.

Mental Illness || HopeMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora