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Hemos llegado a Atenas. ¡Esperamos disfruten su estadía! ¡Amen lo más que puedan!— con eso dicho todos los pasajeros bajaron poco a poco del avión. Luego de recoger las maletas, las cuales JiMin no llevó, todos corrieron a abrazar a sus familias, parejas o amistades. Mientras JiMin con una sonrisa ladeada sabía que sus padres no estarían ahí y así mismo fue. Buscó una carta por todas partes y encontró una en el mismo suelo frente a él.

"Lo lamentamos de nuevo, no estuvimos ahí como lo prometimos pero necesitamos que vengas al laboratorio con T. Él te guiará, por favor no actúes como mala persona y sé amable. Con amor, tus padres."

—Esto tiene que ser una maldita broma.

—¿Por qué ese vocabulario P? Déjame ver eso. —intentó agarrar la carta pero JiMin la alejó.

—¿Qué demonios quieres tú?

—¡P, por favor! ¡Intento ayudarte!

—No me conoces en nada.

—Es verdad... necesitas amor en ese corazón frío como la montaña del Everest.

—Exagerado mas encima. —con cansancio en sus ojos caminó hasta la salida del aeropuerto con T. detrás de él.

—¿Sabes a donde te diriges? — preguntó con una sonrisa ladeada y juguetona.

—A la salida.

—Achis achis los mariachis. Escúchame bien P. Nos dirigimos al oeste cerca de la frontera, en ese lugar está uno de los laboratorios más grandes del mundo, en ese lugar se obtuvo la primera muestra de amor.

—Espera... ¿amor? ¡Lo sabia! ¡Estás loco! ¡Eres un lunático y me matarás! ¡Eso es lo que harás! Aléjate de mi T, si te acercas buscaré una manera de matarte.

—Y el exagerado soy yo, si ajá. Querido, si por eso fuese yo estaría muerto hacen siglos.

—¿Qué?

—Que caminemos porque llegaremos tarde.

El laboratorio era gigantesco para los pequeños ojos de JiMin quien mordió su labio inferior mientras caminaba con sus brazos cruzados buscando protección. Desde que su madre lo llamó y le dijo empaca supo que su vida sería diferente, como un infierno quizás. T. mencionó que en el laboratorio nadie usaba su verdadero nombre para sentirse seguros. Era como una asociación de espías, pensó JiMin mientras que T. reía sabiendo que eso no era verdad. Sin embargo, no podía decirlo, no podía hacer algo al respecto.

—Bueno, llegamos. Si pensaste que yo era extraño entonces espera por conocer a mis compañeros. —soltó de repente seguido de un guiño y una despedida de manos.

—¿A dónde vas?

—No me necesitas más, nos vemos a la hora de la comida. O sea, en unos minutos. ¡Adiós!

Una explosión retumbó por las paredes de esos pasillos dejando sordos a muchos. JiMin corrió hasta una puerta color plateada y bastante pesada, al abrirla escuchó quejas y toses. Había niebla en todo el lugar y varios científicos sentados moviendo sus manos para crear aire.

—Ponte esto. —un chico de cabellos verdes, tez un poco bronceada, labios grandes y dos hoyuelos sonreía con un bozal en sus manos de color blanco. —No queremos que mueras por asfixie. —cuando la niebla desapareció por completo JiMin pudo observar con perfección en el lugar donde se encontraba. Habían envases de cristales llenos de líquidos de colores, habían mesas largas donde se ponían cuerpos, más de 15 computadoras, más de 25 personas observando al pelinegro de arriba a abajo; era como un laboratorio conectado a un castillo.

—¿Dónde estoy?—preguntó al aguantar el bozal en sus manos y caminar al lado del chico hasta una mesa redonda donde habían dos chicos más.

—En un laboratorio.—respondió con una carcajada.

—¿Por qué no tienes un bozal también?

—Porque ya estoy acostumbrado a todo esto. Además te lo di para que te lo pusieras no para que lo recostaras en sus manos.

—Puedes morir. —continuó, ignorando el regaño.

—Si por eso fuese ya estuviera muerto hacen siglos. Y es imposible que yo...Mi bozal está guardado no te preocupes. — con el ceño fruncido JiMin intentó analizar lo que ambos dijeron. Primero T y ahora ese chico; ambos hablando de siglos.

—¡Hey, llegaste! Estábamos ansiosos de saber cómo eras.—un chico de cabellos grises y labios gruesos se acercó hasta el pelinegro hasta darle un abrazo.

—¿Q-qué estás haciendo?

—Te abrazo tonto.—sonrió mostrando unos dientes blancos y derechos. —Me presento, soy K. Espero que nos llevemos de maravilla.

—¡Cierto! Nunca me presenté, que despistado. Yo soy N. —el chico de cabellos verdes hizo una reverencia para terminar sonriendo.

—¿Me pueden decir el por qué tienen esos nombres tan raros?

—T. te ha de haber mencionado que aquí no se pueden usar los verdaderos nombres ¿cierto? — JiMin asintió— Buscamos seguridad y si todos saben nuestros nombres estamos fritos. Pero este lugar es seguro así que sabrás nuestros nombres. —con una ceja alzada llena de curiosidad JiMin esperó impaciente a que alguien dijera su nombre.

—Soy Kim NamJoon. — informó el chico de cabellos verdes.

—Yo soy Kim SeokJin. —continuó el Chico de cabellos grises.

—¡Y yo soy Kim Taehyung! Ya sabes que soy T. —con su sonrisa cuadrada tomó la mano de JiMin hasta llevarlo a la cafetería.

Mientras comían JiMin comenzó a pensar que estar en ese lugar era pura casualidad, lo que no sabía era que todo estaba planeado. Las cartas no fueron dejadas por sus padres.

Un sonido de un timbre alertó a los allí presentes estos se pusieron de pie y salieron. Afuera todo era colorido, lleno de vida. El cielo estaba azul con nubes esponjosas flotando en él, tan blancas. Las personas sonreían y se saludaban como si se conocieran de años. Todo parecía perfecto para los ojos de JiMin aunque todo fuera completamente nuevo.

¿Para qué sonríen tanto? ¿De qué sirve si de todos modos esto es falso? —pensó JiMin con negatividad. Se negaba a creer que esto de verdad fuera real sin embargo, se veía tan bien. El deseaba y necesitaba todo eso pero no comprendía cómo obtenerlo.

—¡Cuidado! —un chico en bici intentó frenar pero fue muy tarde, ya había caído encima de JiMin. Ambos se quejaban de dolor mientras SeokJin, NamJoon y Taehyung observaban. —No sabes cuánto lo lamento. Que formas de presentarme. — se disculpó con una pequeña y rápida reverencia para ayudarlo a ponerse de pie. —Soy J. Sé que no fue la mejor forma de presentarme, perdón.

—No te preocupes. Soy P. —los demás aplaudieron al escuchar el como se llamó.

—Vas mejorando.

—Chicos, adentro ahora. —Jungkook hizo señas con los ojos a los demás y éstos comenzaron a correr arrastrando a JiMin con ellos. Mágicamente apareció agua en la mitad de la carretera y el olor a salitre llegó a las fosas nasales.

— ¿Qué está pasando? — el corazón de JiMin se aceleró y su respiración fallaba gracias a la fatiga.

— Creo que el grandote casi aparece. —SeokJin pensó en voz alta recibiendo un golpe por parte de NamJoon— Fue tu culpa por traerlo aquí.

— ¿Mi culpa? ¡Yo no deje esas cartas!

— ¡Yo menos! No te atrevas a echarme la culpa Namjoon.

— ¿De qué hablan? Los que dejaron las cartas fueron mis padres.

— En realidad no...

Mental Illness || HopeMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora