Quiebre

278 21 8
                                    

Sobre una cama de mantas guinda, en una habitación totalmente a oscuras, un agotado muchacho yacía realmente estresado por el ajetreo causado en la ciudad.

Éste día de trabajo no había sido el mejor de todos, y parecía que el tráfico en la metrópolis sólo era un amargo complemento que venia a joderle el día.

Últimamente se sentía así: Tan vacío, tan torpe, y muy agobiado.
Llegaban las tardes en que lloraba de la nada, y se sentía nostálgico por quién sabe qué.
Él mismo definía su situación en un estado de quiebre.

Siendo sinceros, detestaba su modo de vida. Estaba ya harto de esa monotonía.

Cerró los ojos entonces, esperanzado de poder dormir un buen rato, y recordó lo ocurrido hace ya muchos años atrás: Cuando sus sonrisas eran tan claras como la piel nívea de quien las provocaba. El cielo entonces era azul, como sus cabellos, y los campos a donde iban a reunirse en secreto, como el par de amantes prohibidos que eran, reflejaba el mismo verde que los ojos esmeralda de su primer amor.

Johan Anderson.
El chico que falleció hace ya tanto.
Su primer amor, su mejor amigo.
Ese chico que tanta calidez en su corazón había dejado, hoy día Judai se cuestionaba sí ésta se había ido junto el alma de su amado.

Suspiró profundamente, y entonces, pudo sentir una mano cálida rozarle los cabellos.

—He llegado, amor.

Judai no se molestó en abrir los ojos.
Sabía que ese era Yusei, su actual novio.
Es verdad que llevaban una buena relación con él, pero en días como estos, Judai en verdad deseaba no poder elegir a nadie más sino a Johan.

Ni siquiera se estremeció entre las sabanas.
No quería a Yusei cerca en estos momentos.
Sabía que no podía verlo.

—Te he extrañado, cariño.

Volvió a ignorar la voz.

Y de pronto, la puerta principal de casa se abrió, al momento en que una sonora voz masculina se anunciaba.

—¡Estoy en casa!–Se escuchaba la voz de Yusei.

Alarmado, Judai abrió los ojos y se dio vuelta.
Por obviedad, a un lado suyo no se encontraba absolutamente nadie, únicamente se podía percibir en el aire aquel aroma fresco y varonil que aquel joven ya muerto hace tanto había hecho a Judai deleitar su olfato.

El castaño tomó sus piernas contra su pecho, negando todo aquello.

—N-no, no...

Y Yusei entró a la habitación, sin notar que en la voz que lo recibía había un montón de tristeza escondida. Sin ver esos ojos, que hasta en la oscuridad se notaban llorosos, y claro, sin saber que esos labios que actualmente besaba en realidad querían pertenecer de nuevo a la misma persona que había venido a verlo esta noche, que a pesar de no haber recibido respuesta, se había marchado dejando una nueva cicatriz al corazón de su antiguo amante.

🌸Drabbles Dark/Spiritshipping.🌸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora