Visita al Hospital

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—¡¡No, no, no!!–Gritó determinado muchacho, asustando a sus vecinos residenciales con tal gemido.

Johan rió un poco y fue corriendo detrás de su dulce amigo, mientras que el pobre castaño no sabía ni en qué lugar de su departamento esconderse.

—Vamos, Judai, sólo es una...

—¡No! Ni loco lo haré, Johan–Aseguró con una linda voz chillona el menor.

Judai enseguida tomó ventaja y se refugió en su habitación, dejando atrás a Johan Anderson mientras cerraba la puerta en sus narices.

El mayor suspiró, verdaderamente cansado de tanto corretear al de ojos cafés, y se deslizó en la superficie de la puerta mientras pensaba en la situación.
Sinceramente, nunca creyó que Judai le tuviese tal terror a ir a una simple consulta médica, pero aquí estaba: Huyendo cuál sí fuese un infante.

Seguramente el chico dos años menor a él estaría temblando debido a algún trauma que habría sufrido de pequeño, pero ni siquiera eso era excusa como para negarse a ir a una revisión necesaria.

Johan entonces pensó en cómo hacer que la situación cambiara.

—Judai–Llamó gentil el muchacho extranjero–¿Me dejas entrar?

No pasó ni un segundo, cuando desde la otra parte de la puerta, ésta era cerrada con llave.

—¡No! También pasará lo mismo que aquella vez...–Dijo esto último tan bajito, que Johan podía jurar que el menor estaba a nada de llorar.
Y fue ahí, donde verdaderamente se asustó.

—Judai...

—¡No, Johan! No quiero ir. ¿Y si tampoco vuelvo como le pasó a ellos?–Y ahora si, gritó esto último con tal nostalgia e impotencia, que era seguro que estaba llorando.

Johan no perdió ni un segundo más, y enseguida suplicó:

—Por favor, dejame entrar. ¡Está bien, tú ganas! Pero deja que entre.

Judai tardó un poco antes de actuar, pero finalmente quitó los seguros y abrió la puerta de su propia habitación.

Anderson entró cauteloso, y entonces contempló a su amigo en el suelo, llorando un poco y abrazando sus propias piernas contra su pecho.

Se acercó un poquito hasta donde el menor, y sin dudar, abrazó al joven de apenas 16 años de edad.
Ninguno dijo nada; prefirieron quedarse en silencio hasta dejar que todo se tranquilizara. De ese modo, Judai por fin rompió el abrazo y también secó sus lágrimas de tristeza.

—Johan... ¿Prometes que no me dejaras ahí dentro?–Susurró el mas bajito sin mirar aquellos ojos jade de su colega.

La cabellera agua se movió hacia arriba y abajo sin dudar.

—¿Por qué habría de hacerlo, Judai?

El moreno bajó la vista.

—Porque es lo que mis tutores le hicieron a mis papás. Nunca más me dejaron sacarlos del hospital, y hasta entonces, no he vuelto a verlos. ¡Por eso no quiero que me pase lo mismo! No quiero dejar la Academia, ni tampoco a mis amigos atrás, y... Tampoco quiero que nos separen, Johan.

El europeo entonces comprendió todo. Con justa razón el infantil Judai estaba reaccionando de tal manera.

Sonrió tiernamente para su amigo, y negó.

—Judai, yo no haré nada que pueda lastimarte, lo prometo–Le afirmó con sinceridad.

Entonces el más alto aprovechó aquellas palabras para hacer algo que quería hacer desde hace mucho.
Aprovechó la conmoción para pedirle un pequeño favor al más alto.

—Johan... ¿Irás conmigo a la consulta?

El otro lo miró orgulloso, y asintió sin pensarlo dos veces.

—Dalo por hecho.

Judai sonrió, tomó a su compañero del cuello de su camisa, y se acercó un poco más hasta donde el rostro del mayor.

—Entonces... ¿me das un "premio" por dejarme llevar al hospital?–Dijo curioso, haciendo al corazón del guapo Anderson pegar un brinco.

Aquella cercanía sólo servía para ponerlo ahora a él un tanto nervioso.

—¿Premio?–Indagó el otro, rascando su nuca.

El castaño asintió gustoso, y sin perder un segundo más, acortó la distancia entre ambas bocas y besó de manera tierna al mayor que permanecía atontado ante tal progreso del niño.

No es que no le gustase seguir degustando aquella suave boquita, pero eso era extraño para él. ¿Acaso Judai...?

Pero no pudo seguir preguntándose nada más, ya que el menor se levantó del piso y, con un nuevo animo, tomó la mano del mayor.

—Vamos, Johan, mejor ir pronto. Aunque, sí me porto bien... ¿me darás otro?

Johan apenas asintió, Judai lo llevó afuera del departamento que compartían.

No es que estuviera deseoso de entrar por los pasillos de un sitio tan inmundo como lo era un hospital, así como tampoco le entusiasmaba el hecho de ser inyectado o que le recetaran drogas, pero lo que en verdad le hacía feliz era el hecho de que aquel a quien (desde hace un tiempo) comenzaba a querer de manera romántica, le había demostrado tanto cariño.

Después de todo, estaba seguro de que teniendo a Johan a su lado, nada de lo que ocurriera ahí dentro podrían derribarlo.

🌸Drabbles Dark/Spiritshipping.🌸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora