Rebeldía

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Johan no quería aceptar ello.
¡Estaba rojo de cólera!

—¿¡Por qué demonios lo hicieron!?–Gruñó el muchacho de bellos ojos esmeralda al momento en que sus puños se cerraban con violencia.

A ese paso, sus nudillos se pondrían blancos.

Sus progenitores lo miraron con desprecio y subieron al primer piso de casa sin importar lo que su hijo pensara.

—Lo que cualquier padre cuerdo haría, Johan–Soltó con desdén su padre, dándose la vuelta.

El pobre Anderson estaba llorando; y eso es lo que cualquiera haría luego de que tu familia agrediese a tu lindo novio que venía por a traerte sólo un ramo de flores.

El europeo bufó con impotencia.
Nunca antes había desobedecido a sus familiares, pero el simple hecho de haber llegado a casa y notar un ramo de rosas desgastadas a los pies de un doncel que lloraba luego de la golpiza dada por aquellos padres homófobos, era suficiente motivo para que Johan por fin reaccionara.

Tomó un abrigo, las llaves de su casa, y pese a que aquellos dos le habían prohibido volver a hablarle a ese castaño "afeminado", lo cierto es que ya nada le importaba.

Le valía un carajo sí a ello le llamaban rebeldía, o bien, no lo dejaban dormir en casa hoy.
¡No importaba!
Lo esencial para él ahora era cerciorarse de que su inocente novio no estuviese llorando.

—¡Maldita sea, Johan! ¡Eres un bastardo!–Se reprimió por no haber ido antes a buscarlo.

Probablemente su pequeño estaría llorando, siendo acosado por otros matones, o tal vez...

—¡No! ¡No, no, Judai!–Susurraba con miedo el de cabellos agua al pensar la gran posibilidad de que su pequeño habría vuelto a usar las navajas de su sacapuntas para usarlas en contra de sus muñecas como hace meses no lo hacía.

Iba derrapando en el asfalto mojado por la lluvia tempestuosa del día.

Así, Johan sintió un balde de agua helada caer encima suyo apenas notó que aquel menor estaba en un banco de la plaza, llorando sin cubrirse, y sin algo caliente que lo protegiera.

Se adentró al sitio publico, y enseguida abrazó por detrás a aquel niño que tanto le fascinaba.

—Perdoname, perdoname –No dejaba de decir el escandinavo.

Pero Judai tenía la mirada vacía.
Todo el cuerpo le dolía, y su moral también estaba por los suelos.

—¿Por qué me dijiste que eran personas tolerantes?–Preguntó por lo bajo aquel de ojos almendra, todavía observando a las gotas de lluvia caer con violencia.

—Judai... Yo creí que lo eran. Es decir, ¡fueron ellos los que me dijeron apoyar abiertamente a la comunidad LGBT desde que tengo memoria! ¡Papá siempre decía entender sus derechos y mi madre también le secundaba con frases motivadoras acerca de lo bello que es apoyar a alguien de la comunidad en tu familia! Judai, ¡yo no sabía que te harían eso! Perdoname...

Y Johan comenzó a soltar lágrimas de rabia al tiempo en que las gotas bajaban con violencia del cielo.
Judai tomó la mano derecha de su amante, y sonrió de manera intranquila.

—Pero ya los oíste: No tienes derecho a verme de nuevo...

Pero Judai no pudo seguir con su discurso, cuando aquel atractivo presidente de su clase lo rodeó en el banquillo para sentarse enfrente de si, en cuclillas, y hacerlo observar esos bellos orbes que nunca creyó se fijarían en él.

—Judai; te lo dije una vez en el colegio y ahora lo reitero: Me gustas mucho, y siempre me ha encantado tu manera de ser. Eres hermoso, y tienes los sentimientos más lindos que haya observado jamás.

—Johan...–Abrió mucho sus ojos el castaño, pero el extranjero todavía no terminaba.

—Y también esa bonita manera en que tu nariz tiembla cuando estás nervioso...–Y al instante se quitó su chaqueta para darsela a su mojado amante que no paraba de balbucear el nombre del otro.–Y también me encantas por lo dulce que eres al besarme en los labios, por como me abrazas, ¡y ni qué decir del modo en que asustas todos mis miedos!

—Johan, yo...

—Por eso, amor–Y ahora le puso su bufanda, acercando a su amado hasta donde su rostro, de modo en que sus labios no rozaran pero sí sintieran la respiración ajena.–Es por eso que he decidido que, entre mi familia y tú, prefiero a aquel que se preocupa por mi salud y no me ve como una maquina de estudios extremistas. Te prefiero a ti por ser el dulce niño al que debo proteger del mundo, ¡te elijo a ti, Judai Yuki!, y sí tuviese un anillo en mis manos ahora, ¡por todos los cielos que te lo pondría!

Y Judai sintió su corazón acelerarse a un nivel extremo ante aquello, al momento en que su novio le besaba en los labios, acariciando su nuca en el acto.

Sinceramente se sentía de maravilla ser un rebelde para un hermético mundo sí ello implicaba quedarse con una persona que supiera despertar tantos sentimientos en sí.
Johan estaba definitivamente orgulloso por su progreso, no importando sí su familia terminaba por tampoco aceptarlo a él.
Lo esencial es que su prioridad estaba enfrente de si, completamente bien, sin ningún rasguño, y devolviéndole las muestras de afecto que poco a poco aliviaban su persona.

🌸Drabbles Dark/Spiritshipping.🌸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora