•Viviendo con el Profesor• |Larry Stylinson|

•CUATRO•

Louis frunció el entrecejo totalmente confundido.

—¿Niall y yo? ¿En una relación?

El rizado asintió, mirando con "interés" su portafolio, dando a pensar a Louis que realmente no le importaba demasiado.

—No... Niall y yo somos amigos desde pequeños... De hecho en todo este tiempo nadie me había dicho algo así.

Al instante que el profesor escuchó un "No" un extraño cosquilleo se formó en su estómago, seguramente sólo era la típica preocupación parecida a la de un padre con su hijo.

—Entiendo, yo creí que tenían algo... Ya sabes, se miran muy... Diferente.

Louis río un poco y negó varias veces.

—La única manera en que podría ver diferente a Niall sería como mi esclavo.

Harry río un poco y negó por el insulto.

—Esta bien... ¿Quieres que pase por ti a casa...?

—No, no... ¡No!... No es necesario, Niall va a llevarme a su casa—. Indicó apresurado.

El mayor asintió con la cabeza y sonrió de lado, arqueando una ceja.

—¿Porque el nerviosismo?

Louis mordió su labio y negó.

—Bien... Nos vemos mañana Lou—. Susurró con voz ronca.

—¿Esta usted enfermo?—. Preguntó el oji-azul confundido por la voz.

Harry se ruborizó, creía que esa voz era sensual, no que lo hacía lucir como un tonto.

—N-No... Tenía algo en mi garganta.

El más bajo asintió con una sonrisa, se acercó tímidamente al profesor y se puso de puntillas para depositar un beso en la tierna mejilla del mayor, con una pequeña marca en donde se formaba su hoyuelo.

—Hasta mañana profesor.

Se dio media vuelta y salió casi corriendo de aquél salón.

Harry mordió su labio y suspiró, sus mejillas estaban rojas y sentía un calor abrasador en todo su cuerpo.

—Tengo que darme una ducha... Muy fría—. Susurró para sí mismo.

[...] 3:00 PM.

Louis miraba con nostalgia desde las escaleras como sus padres guardaban sus pertenencias en las maletas.

Bufó, quería hacerse el valiente, el chico fuerte y maduro que podía asumir la situacion con normalidad y seguridad, pero la realidad era otra.

Lágrimas brotaron de sus ojos, resbalando por sus mejillas, las limpió rápidamente y siguió mirando la triste escena.

Siempre que sus padres se iban de viaje, un miedo se apoderaba de él, el miedo de que no hubiera un regreso.

Tragó con dificultad, tratando de deshacer el nudo en su garganta, pero era enorme.

Johanna miró a su "pequeño Lou" sus ojos se llenaron de lágrimas al recordar la primera vez que se fueron, dejando al pobre Lou de tan solo 6 años con una niñera. Estaba en la misma posición que 14 años atrás, sintiendo como su corazón se estrujaba, se dirigió hasta él, sentándose a su lado en aquél escalón.

El castaño la rodeó por la cintura con fuerza, sin querer separarse. Jay lo rodeó de igual manera en un reconfortante abrazo.

Así se quedaron por largos minutos, hasta que el oji-azul se separó, limpiando sus mejillas.