•TREINTA Y CUATRO•

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El transcurso a casa había sido tan silencioso, a excepción de los sollozos que salían de la boca del castaño, quién sentía como todo lo que había construido con Harry se venía abajo.

Al instante en que el auto se estacionó, Louis bajó. Harry le siguió y abrió la puerta, mirando de reojo al castaño que limpiaba sus ojos con las mangas de su suéter.

Al instante en que la puerta fue abierta el oji-azul entró rápidamente y sin titubear corrió a la habitación de huéspedes. Harry miró confundido la acción, supuso que el castaño quería estar sólo... Pero esa no era una suspicion realmente creíble, pues sabía que aquél castaño lo necesitaba más que a nada en el mundo, lo podía ver en su mirada.

Dejó su portafolio y llaves en la mesa y caminó hacia la habitación de huéspedes. Al estar cerca pudo escuchar que el castaño caminaba de un lado a otro y lo que parecían los cajones del armario se abrían y cerraban. Tiró rápidamente de la manija y empujó la puerta, al instante pudo notar como el castaño comenzaba a guardar parte de sus pertenencias en su maleta.

Louis miró asustado al mayor, cerró la maleta con manos temblorosas, e ignorando las restantes prendas en el armario, caminó a la puerta para salir de la habitación. Su intento de huir había sido inútil, el enorme cuerpo del rizado cubría perfectamente el espacio de la puerta, impidiendo así que el castaño saliera.

—Harry dame permiso—. Pidió en un hilo de voz.

—¿Para qué?—. Preguntó con cierto temor en su voz, fingiendo una voz gruesa para cubrirlo.

—Harry...—. Susurró.

Empujó al mayor con ambas manos, pero su intento había sido inútil, no había movido ni un poco al rizado. Comenzó a soltar golpes en su pecho, los cuales comenzaron a debilitarse, los sollozos volvieron, Louis comenzó a derramar lágrimas mientras cubría su rostro, avergonzado.

Harry no esperó ni un segundo y lo rodeó dulcemente, acariciando su cabello y espalda. Los tiernos brazos del menor se aferraron al cuello del rizado mientras sollozaba en su pecho.

—Yo sé que no quieres irte Louis... No tienes que hacerlo.

[...]

Harry acariciaba el cabello de su novio, quién se encontraba más tranquilo entre sus brazos en la cama, aunque no por ello había dejado de llorar. Poco a poco su cuerpo había dejado de temblar al sentir las manos del mayor en su cuerpo, la necesitada sensación de sentirse protegido sólo por él.

Louis mantenía sus ojos cerrados tratando de respirar como normalmente lo hacía. Mantenía la cabeza gacha y sus manos jugaban con la camisa del mayor.

—Lo siento—. Susurró después de un rato.

Harry sonrió un poco, negó y tomó al castaño de la barbilla para subir su rostro. Ambos se miraron, el dolor que Harry sentía en su pecho solo crecía al mirar los ojos rojos del menor.

—Louis... No es culpa tuya.

—Lo es...

—No es culpa de nadie... Si hubiera algún culpable quizás solo sea el amor.

—Hazzie... ¿Estuvo mal enamorarme de ti?—. Preguntó con timidez, bajando la mirada al instante.

Harry negó al instante con el ceño fruncido.

—No, si eso no hubiera pasado sería aún más difícil para mí sacarte de mi cabeza... Fingir que no estaba enamorado de ti.

Louis sorbió su nariz, sonrió un poco y alzó el rostro para depositar un tierno beso en el mentón del rizado. Harry sonrió, inclinó un poco su rostro para quedar cerca de los labios del castaño, sonrió de lado y plantó un dulce beso en ellos. Las lágrimas del castaño se combinaron con el beso, volviéndolo un poco salado.

•Viviendo con el Profesor• |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora