•FINAL•

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El rizado había sido el primero en despertar. Una sonrisa apareció en su rostro al sentir la cálida piel del castaño abrazada a la suya.

Su mirada recorrió su torso desnudo con admiración, el castaño realmente había trabajado en marcar algunos músculos en él y realmente había obtenido recompensa; el color bronceado de su piel ligeramente cambiante en su cuello y rostro. Quedó embelesado admirando sus delicadas facciones.

Su piel tan radiante como siempre, los apenas visibles vellos creciendo en su mentón, mejillas y surco subnasal; su nariz con aquella linda curva al final que le encantaba tocar; sus pobladas, castañas y gruesas prestañas, casi similares a sus cejas; sus sedosos, castaños y largos cabellos que lograban alcanzar un poco más de su lóbulo. Nunca se cansaría de admirarlo, realmente se enamoraba de él todos los días.

Louis sujetaba la mano del rizado con dulzura, aún estando dormido sabía que él estaba a su lado y eso era suficiente para sentirse a salvo.

Harry agradecía el hecho de que fuera sábado, por fin comenzaba su primer fin de semana juntos, su primer fin de semana después de todo lo sucedido, su primer fin de semana juntos otra vez, la única diferencia es que está vez nada se interpondria en su camino.

—Amo tenerte cerca de mí—. Susurró, llevando su mano a su rostro para acariciar la delicada y suave piel de sus mejillas, haciendo a un lado los cabellos desordenados que se quedaban en ellas.

Habían disfrutado tanto de la noche anterior, dejándose llevar por las sensaciones que recorrían sus cuerpos en respuesta a las caricias que habían necesitado en tanto tiempo. Una buena noche, como solían recordarlas.

El rizado sentía la necesidad de acariciar el cuerpo del castaño sin perversión alguna, pero sabía que era muy sensible y bastaría el roce de sus dedos por sus regordetes muslos para que despertara y no de una manera inocente.

Se limitó a besar el dorso de su mano, su mentón y finalmente su frente, admirando después la plena relajación en su rostro.

—Eres el único que generas en mi el deseo de nunca separarme de ti ¿Te das cuenta?—. Murmulló, sabiendo perfectamente que el contrario no respondería, lo que no sabía es que el castaño podía escucharlo en sus sueños.

Deseaba quedarse más tiempo en la cama y admirarlo por el resto del día, o al menos hasta que despertara, pero la romántica idea de prepararle un delicioso desayuno y llevárselo a la cama remplazó aquél deseo.

Con cierta paciencia y suavidad liberó meticulosamente su mano del agarre del castaño, plantando otro beso y dejándola suavemente en la almohada. Sonrió, grabando mentalmente la posición en que Louis dormía; se dirigió al armario, tomando nueva ropa interior y un pantalón de chándal. Luego de vestirlos asegurándose de no hacer algún ruido altisonante, salió de la habitación.

Definitivamente la nueva casa era bastante acogedora. No era tan distinta al anterior piso que tenía, pero notablemente era más amplia para uso de la pareja: En lugar de dos habitaciones, Harry había escogido la casa que contenía una sola habitación para una pareja, así cuando ambos discutieran Louis no tendría algún otro lugar a donde dormir

La cocina era lo suficientemente extensa para tener el comedor dentro, aunque realmente se trataba de una mesa de desayuno bastante amplia; un salón de estar con un par de sofás, una mesa de centro y una pantalla para disfrutar de películas juntos; un baño con ducha y bañera, idea principalmente sugerida por Louis, quién había comentado a Harry sobre tener sexo en la bañera y el rizado obviamente no pasó desapercibida aquella sugerencia.

El cálido suelo de madera no había sido modificado, era algo que encantaba a la pareja por la sensación en su pies descalzos.

El rizado había llegado a la cocina, fue entonces cuando Louis despertó; su mirada recorrió la cama al no sentir la mano del rizado anclada a la suya, se incorporó en el suave colchón, ruborizandose al instante al notar su desnudes.

•Viviendo con el Profesor• |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora