•Viviendo con el Profesor• |Larry Stylinson|

•QUINCE•

Un silencio incómodo se había formado en aquél comedor. Louis evitaba cualquier tipo de contacto con el mayor, aún no podía asimilar que Harry lo había dejado en condiciones no muy favorables.

Sus ojos estaban algo hinchados, pues la vergüenza de haber sido visto completamente desnudo y no haber sido tocado como quería daba vueltas en su cabeza.

Aún así, la felicidad de haber probado por primera vez los deseosos labios de su profesor hacía que una sonrisa discreta se esbozara en sus labios.

—Louis—. Llamó con voz gruesa el rizado.

El aludido alzó la cabeza como respuesta sin intención de mirarlo.

—¿Por qué besaste a Zayn?—. Preguntó mirando su plato vacío.

Louis lo miró sorprendido, al instante en que sus miradas chocaron sintió una corriente eléctrica en su estómago y decidió desviarla con las mejillas completamente rojas.

—Y-Yo... Yo no lo be-besé—. Susurró

—¡Oh! Entonces el profesor Payne y yo tenemos problemas visuales—. Comentó sarcástico.

—No tienes ningún derecho de hablarme así... Además, eso no te incumbe—. Respondió de mala manera

—¡Claro que me incumbe!—. Indicó alzando la voz.

—¿Por qué?—. Preguntó de la misma manera.

—¡Porque me importas, carajo!

Louis mordió su labio, lo miró con ojos cristalinos y tragó difícilmente.

—Si yo te importara, no me hubieras dejado como lo hiciste hace unos minutos—. Escupió molesto.

—Louis... Ya te lo dije—. Habló con voz cálida.

El castaño derramó algunas lágrimas, rápidamente las limpió y desvío la mirada.

—Yo te quiero... Y quiero cuidarte, llegará el momento en que tú decidas hacerlo con alguien a quien de verdad ames.

—No lo entiendes Harry—. Susurró con un hilo de voz.

—¿Entender qué?

—Nada... Olvídalo, es imposible que te des cuenta.

El castaño se levantó, tomó su vaso y plato y los llevó al lavabo. Pasó rápidamente la esponja y los enjuagó, después de ello salió de la cocina con dirección a su habitación, siendo detenido por la mano de Harry.

—Sueltame Harry—. Pidió en un susurro.

—Louis... ¿Acaso sientes lo mismo que yo?—. Preguntó interesado.

El menor se dió media vuelta, quedando a cierta cercanía del más alto.

—¿A qué te refieres?—. Preguntó con cierto nerviosismo en su voz.

—Louis... ¿No te has dado cuenta?

El aludido arqueó una ceja.

—¡Estoy enamorado de ti!—. Confesó sin rodeos.

El castaño quedó boquiabierto, sus mejillas estaban de un rojo carmesí y sus ojos brillaban, esta vez no era por lágrimas.

—¿Po-Por qué dices eso?—. Preguntó sin poder creerlo.

Su corazón latía con una rapidez que desconocía y su estómago cosquilleaba.

—Porque así es Louis... Me enamoré de ti desde el primer día en que llegaste al colegio y me diste aquella dona de chocolate... Fue el segundo día que te vi y simplemente pude darme cuenta que estaba enamorado de ti... De un chico de tan solo dieciséis años.