•TREINTA Y DOS•

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Louis miraba con una gran sonrisa el fresco y agradable paisaje, árboles altos, tierra húmeda por las recientes lluvias y el agradable aire acompañado de un sol escondido entre nubes.

—Se siente tan bien regresar—. Susurró con una sonrisa.

Se encontraban en el bosque, aquél bosque al que Harry acudía para hacer su rutina de ejercicios. Ambos se sentían felices, un sentimiento de nostálgia invadió al oji-azul al recordar que el tiempo se iba en un abrir y cerrar de ojos. Los brazos del rizado rodearon al castaño por la cintura, sobresaltandolo.

—¡Oh Harry! No tienes ni la menor idea lo mucho que extrañaré tenerte tan cerca de mi—. Susurró con un puchero.

El mayor se colocó frente al castaño, frunció el ceño y tomó su rostro con dulzura en ambas manos.

—Aún así vamos a vernos en el instituto...

—Harry... ¡El instituto! Es imposible hacer lo que tanto deseo hacerte en el instituto.

—Lou... Sólo espera ¿Bien? Te prometí una cosa, te aseguro que encontraré el mejor trabajo... Si es necesario perder mi dignidad lo haré.

Louis río, negó y rodeó al mayor en un necesitado abrazo.

—Esperaré lo que sea necesario, yo te prometo que en cuanto salga del Instituto y comience a trabajar, mi primer sueldo será para nosotros.

—¿Para nosotros?

—Si es necesario comprar la libertad... Pagaré lo que sea, sólo para estar contigo.

Harry sonrió, se separó suavemente y unió sus labios con los del castaño, sintiendo un dolor en el pecho. Las manos de Louis se dirigieron tímidas al pecho del rizado y desabotonó la camisa, lo suficiente para tener acceso a su blanca y caliente piel.

El rizado se removió cuando las manos frías del oji-azul tocaron su piel, pausó el beso de manera brusca y rió. Louis sonrió pícaro, acarició el par de golondrinas que decoraban su pecho con las yemas de sus dedos mientras se estiraba y unía sus labios nuevamente.

Harry sentía un cosquilleo bastante fuerte en su estómago, se removió un poco llevando sus manos a la espalda baja del menor y respondió el beso, introduciendo su lengua en la cavidad bucal del castaño.

A los segundos Louis se separó algo brusco, caminó al auto que se encontraba aparcado a unos cuantos metros y abrió la cajuela, sacando de esta una manta y una tierna cesta con comida que él mismo había preparado.

—¿Tienes hambre?—. Preguntó el castaño.

Harry lo miró incrédulo, bufó y asintió acercándose al menor para rodearlo nuevamente.

—Tengo demasiada hambre... de ti, cariño—. Susurró, llevando sus manos al trasero de su novio.

Louis soltó un gemido involuntario y en un rápido movimiento salió liberado del agarre del rizado, colocó la manta sobre el pasto y se acostó en ella, colocando la cesta a su costado.

Harry río un poco, se dió la media vuelta y caminó a la manta para sentarse junto al oji-azul.

—Tomaré estos sandwiches como entrada... Ya veremos el plato grande.

[...]

Louis miró su estómago un poco inflado y luego la cesta, hizo un puchero al notar que quedaban bastantes bocadillos y lamentablemente no cabían más en su pequeño estómago, y por lo que veía tampoco en el gran estómago de Harry.

—Hazzie... Aún falta bastante comida, quizás podamos dar un paseo para juntar más apetito o...

—O podríamos ir al plato fuerte.

•Viviendo con el Profesor• |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora