•VEINTISIETE•

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Louis se miraba con algo de inseguridad en el espejo. No lo negaba, era algo incómodo insertar algo en su trasero cuando aún no causaba una sensación placentera, pero agradecía que el tubo tuviera un tamaño pequeño.

Se giró un poco mirando la parte trasera, la falda cubría una pequeña parte de la cola, pero a decir verdad no la prefería más corta, de hecho tenía que bajarla un poco para que no se mostrará algo más arriba de su muslo.

La camisa blanca era de seda, acompañada de un listón negro en el cuello, el cual formaba un moño simple. Se sentía algo indeciso al mirar sus piernas con las botas negras que poseían un tacón bastante alto, mordió su labio pensativo, no estaría de más agregarle al conjunto unas coquetas medias.

Caminó con algo de dificultad al armario, pues aún no se acostumbraba a usar ese tipo de zapatos, busco en su cajón especial donde guardaba cosas personales y tomó un par de medias, unas negras con franjas rozadas y otras completamente negras que le llegaban un poco más arriba de los muslos.

Titubeó un poco al elegir, si tomaba las negras con franjas definitivamente no luciría la falda y los tacones, de lo contrario, si usaba las negras el conjunto seguiría con una combinación. Después de unos minutos guardó las de franjas y se quitó rápidamente las botas para colocarse las medias.

Finalmente se dirigió al espejo y se colocó las orejas de gato, sonrió triunfante admirandose en el espejo... Después de todo le quedaba bien. Hizo un ronroneo y luego fingió arañar, sacudió la cabeza y rió por lo patético que era, se miró una vez más con una gran sonrisa y se dió media vuelta, caminando de manera sensual moviendo sus caderas con sutil exageración.

Al estar frente a la sala de Harry su estómago comenzó a cosquillear, ¿Estaba seguro de lo que haría? Al cruzar esa puerta no habría vuelta atrás, claro que no iría solo a provocar al rizado y dejarlo como si nada hubiera pasado, sabía que sus días de inocencia acabarían al estar dentro de esa habitación.

Tomó suficiente aire y acercó sus nudillos nervioso a la puerta, desvío la mano al borde de su falda para acomodarla, pues comenzaba a subirse un poco dándole la alarmante sensación de que su trasero estaba expuesto.

"Gran idea de no ponerte ropa interior Louis" pensó para sus adentros.

Sus manos temblaban ligeramente al igual que sus piernas, sus mejillas se habían tornado de un rojo intenso y mordía su labio tembloroso. No podía darse por vencido, estaba tan cerca que sus piernas ni siquiera querían volver a la habitación. Miró tímido la pequeña erección que comenzaba a notarse y rápidamente tocó la puerta.

—Adelante Lou—. Respondieron del otro lado de la puerta.

Al instante en que el castaño escucho la voz del mayor sintió un cosquilleo en su espina dorsal, aclaró un poco su garganta y abrió lentamente las dos puertas corredizas.

Dió un par de pasos dentro de la sala y cerró las puertas tras de sí, como si alguien pudiera ver lo que iba a pasar. Se sintió algo decepcionado cuando no recibió ni una mirada del mayor, ni siquiera de reojo.

"Di lo primero que se te venga a la mente Tomlinson" pensó.

—Hazzie... Quiero leche—. Pidió en un gemido ahogado.

En ese momento ya no le importaba su dignidad, no le importaba parecer necesitado o algo por el estilo, era nuevo en todo eso y ni siquiera sabía cómo comenzar.

—Louis, no tienes que pedirme permiso, sabes que compramos leche hace unos días—. Comentó el rizado metido en sus asuntos.

El oji-azul lo miró algo molesto, bufó y se acercó un poco más.

•Viviendo con el Profesor• |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora