Capítulo 5

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La noche del concierto decidí ir a dormir a mi casa. Sería lo mejor.

Luis no quería verme y si yo le veía iba a desconcertarme más de lo que ya estaba.

Amanecí cansada, no me dormí para nada pronto. Me dolía pensar que iba a perder a Luis.

Me quedaré con ganas de decirle tantas cosas, aunque son cosas que no podría explicar con palabras. Esos nervios cuando se acerca a mí, esas "mariposas" en mi estómago, esas ganas constantes de querer abrazarle y besarle...

Quizás no sigamos el camino juntos, pero ha sido todo tan sano y tan auténtico, tan sincero y leal, que sigue y seguirá siendo alguien importante en mi vida. Hay un trozo de él en mí, y uno mío en él. Y siempre va a ser así.

He renunciado a mil cosas por Luis y lo haría de nuevo. Pero es una decisión difícil. Renunciar a mí, a mi privacidad, por él.

¿Merecía la pena?

Claro que la merecía. Él iba a poder darme toda esa felicidad que dejo de sentir si no está. Podría compensar todo lo malo que dirían de nosotros. Luis me iba a dar justo lo que necesitaba en el momento correcto. Por eso debería elegirle mucho antes que a mí.

Aunque a veces también podemos ser felices solos. Yo solo tengo 18 años, no tengo ninguna experiencia en el amor. Mi única relación no ha llegado a 2 años ni ha sido nada más allá. Amor adolescente.

Tampoco sé si podría salir bien, nos llevamos 10 años. Una década.
Él quizá quiere hacer cosas que yo aún no he vivido, o al revés. Pero su punto de seriedad y mi punto de locura iban a encajar bien.

Necesitaba tiempo para darme cuenta de que no podía estar sin él, aunque ya lo sabía.

También me dolía hacerle daño, es una persona magnífica y no se merece que alguien tan joven y estúpida le lastime. He sido una egoísta, pero me he hecho mucho daño bastantes veces por pensar en los demás.
Aunque sé que Luis jamás me lastimaría. Me quería de verdad.

Me levanté de la cama directa a ducharme para así poder descansar un poco. Una vez allí, mi espalda sintió los chorros de agua caliente.

Relajación.

Estuve así varios minutos hasta que mi piel se convirtió en garbanzos y decidí salir. Mi teléfono sonó y rápidamente fui a contestar.

–¿Aitana? –dijo una voz de chica al otro lado.
–¿Sí, quién es?
–Soy Martina. ¡Hoy mismo viajas para Madrid! Tu tren sale a las 15:20. Tenemos una reunión importante a las 18:00, así que aquí te espero.

Tras intercambiar algunas palabras más con ella, colgué. Martina era mi representante por ahora, ya que iba a ir cambiando mucho. Era una chica de unos 32 años, bastante alta y pelirroja. Tenía un hijo de 4 años. Ella era una persona maravillosa y en este tiempo me había tratado muy bien, esperaba disfrutar más de ella.

Le conté a mis padres el viaje improvisado que tenía. Últimamente no estaba en casa; entre ensayos, entrevistas y viajes a penas pasaba tiempo con ellos. Y lo echaba de menos. Mis padres siempre han sido un pilar fundamental y nunca me he separado de ellos.

–¡Aitana! –gritó mi madre desde la cocina–, a las tres te llevo a la estación. Hoy venían los primos a comer pero lo he cancelado.

Me sentía triste. Casi no tenía tiempo para estar con mi familia y dentro de poco me tocaba mudarme a Madrid. Todo esto estaba siendo más difícil de lo que pensaba.

Me vestí rápidamente con un vaquero negro y un jersey blanco.

¿Qué tal?

Mensaje de Luis. ¡No quiero hablar con él!

Bien, ¿y tú?

Es inevitable no contestar.

La mañana pasó relajada sin compartir muchas más palabras con Luis.
Martina me dijo que un coche gris pasaría a recogerme a la estación de Madrid.

Fui a la cocina y nos sentamos los 3, como antes, a comer. Charlamos animadamente, entre risas.

El tiempo pasó más rápido de lo que me hubiese gustado y de un momento a otro estábamos de camino al coche.

–Cariño –me llamó mi padre– no te preocupes, ¿vale? Cuando vuelvas estaremos juntos.
–Lo siento, yo no sabía nada...

Y después de un abrazo, mis padres me llevaban a la estación. Una vez allí, nos despedimos y fui a imprimir el billete que mi representante me había mandado.
Estaba esperando al tren, y me entretuve mirando instagram y contestando algunos mensajes.

Con Cepeda no había hablado más que un que tal, y le comenté que iría a Madrid. La conversación finalizó ahí, yo no quería hablar más y a él no se le veía por la labor.

El AVE llegó y busqué mi asiento, era el vagón del silencio. Saqué mis auriculares y me sumergí en Bruno Mars. Me encantaba aquel chico.

2 horas más tarde, ya me encontraba en Madrid.
Salí y busqué aquel coche gris del que Martina me habló. Era grande, con los cristales opacos. No vi quién había dentro pero me dirigí hacia allí.

Di unos toques para que bajara la ventanilla.

Estaba Luis.

¿ Q u é  h a c í a  a h í ?

Estaba bastante confusa. ¿Por qué era él? Podría haber venido Martina, u otra persona. ¡Pero Luis no!

Mi cara era un poema. Él estaba serio.

–Me mandaron a recogerte. Fue una chica la que me llamó –pronunció él.
–Yo también me alegro de verte, Luis.

Dejó un beso en mi mejilla y me abrazó muy fuerte.

Guardó mi maleta en el maletero y nos metimos en el coche.

Los primeros 5 minutos fueron muy tensos, hasta que él rompió aquel silencio tan incómodo.

–¿Quieres ir a mi piso? –preguntó mirando a la carretera. ¿Su piso? ¡Estábamos enfadados! O separados, o lo que sea. No estaba entendiendo nada de lo que estaba pasando.
–Está bien.

* * *

¡Hoooola! Bien, aquí tenéis otro capítulo más. Parece que el destino (o yo) quiere que Aitana y Cepeda se junten. ¿Lo arreglarán?

No todo es bonito. El maratón lo dejo para esta noche, con 2/3 capítulos. ¡Gracias por leer!

Nadie dijo que fuera fácil. Besiños.

Almas gemelas | AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora