Capítulo 13

2.1K 67 3
                                    

Una luz que me atraviesa hace que me despierte al instante. Cuando abro los ojos me veo rodeada de personas que no conozco. Le busco con la mirada pero no le encuentro. Estoy débil.

–Se ha despertado –dice una chica joven. Varias personas se acercan a mí.

–¿Dónde estoy? –pregunto nerviosa, mientras intento colocarme en una buena postura.

–Hola Aitana, soy el doctor Zamora. Hace unas horas te trajeron, estabas sufriendo un ataque de ansiedad. Te dimos un tranquilizante y caíste en un sueño profundo –informa aquel hombre barbudo–. Avisaré a quien te trajo de que estás despierta.

¿Un ataque de ansiedad? No recuerdo absolutamente nada. La última imagen grabada en mi retina es: yo llorando apoyada en Luis sin lograr respirar bien y él tratando de calmarme.

Segundos después, es él quien entra por la puerta. Entra apresurado y tiene cara de haber estado realmente preocupado.

Me abraza frágilmente y yo me recoloco en la cama.

–¿Qué ha pasado Luis? –pregunto peinando mi flequillo–. No recuerdo nada.

–No sé cariño. Estabas llorando mucho y me dijiste que te faltaba el aire y que querías irte a Barcelona. Me asusté mucho y te traje aquí en la madrugada. Has estado durmiendo unas horas, ¿te encuentras mejor?

Asiento e intento sonreírle. Mi cuerpo se encuentra cansado y esta noche era el concierto, no sé que voy a hacer.

Los médicos vuelven a pasar y me dan una pastilla. Dicen que me la tome solo si me encuentro excesivamente mal y después de tomármela debo estar tumbada. Me dan algunas hojas que firmar y Luis y yo salimos del hospital.

Todos han llamado preguntándome qué tal estoy y ofreciéndome su ayuda. Yo me siento agradecida pero mi intención siempre ha sido no preocupar a nadie.
Luis me aclara que llamó a mis padres para contárselo así que les vuelvo a llamar para informarles de que estoy mejor.

Al llegar al hotel, me voy a mi habitación con Luis. Allí me reciben todos con besos y abrazos.

Ahora me encuentro un poco mejor.

Después de risas, la mayoría de mis amigos me recomienda no actuar esta noche. Es muy reciente lo que me ha pasado y si canto, podría pasarme factura.

Yo, no quiero preocupar a mis fans ni a mi familia y sé que si no salgo al escenario, tendré que volver a Barcelona.

Tengo que pensar qué voy a hacer.

...

Los ensayos han ido bien y me encuentro muchísimo mejor que hace unas horas. Luis, Ana y Amaia han estado todo el rato encima de mí, preguntándome si me encontraba mal.

No he sentido la necesidad de tomarme la pastilla en las horas que llevamos de tarde y espero no sentirla.

–Cariño, ¿estás mejor? Te noto mejor cara –dice Cepeda volviendo al hotel.

–Sí, estoy mejor –afirmo–, ¿vienes conmigo a la habitación?

Él asiente con una sonrisa y me coge antes de que huya. Me da un beso suave y agarra mi mano al subir a mi habitación.

Allí, los besos y caricias comienzan, queriendo ir a más.

Pero ambos sabemos que no podemos hacer nada ni ahí ni ahora, así que decidimos ir a la ducha juntos.
Salimos rápidamente por si Ana vuelve y le dejo escoger mi ropa para ir a peinarnos y maquillarnos.

–Esto... –dice agarrando un jersey corto amarilo–, esto y esto.

Escoge el jersey junto a unos vaqueros negros y mis nuevas botas granates.

Nos vestimos y salimos al hall del hotel donde están todos esperándonos.

En el autobús, Amaia quiere ponerse conmigo para poder hablar.

Le cuento exactamente como me sentí ayer y que no recuerdo nada, y ella solo asiente con el ceño fruncido.

–No sé, Aitana. Es raro esto que te ha pasado, pero no te preocupes. Sabes que te quiero, ¿no?

–¡Claro que lo sé! –aclaró lanzándome a sus brazos.

Con Amaia todo es diferente. Es muy especial.

Recuerdo que un día me dijo avanzara, que no tropezara, que me reconstruya; que sonría y sea feliz y que no deje que nada ni nadie me haga caer o sufrir, sólo yo soy dueña de mi vida y sólo yo pongo los límites.
Aquellas palabras se quedaron grabadas en mi cabeza y desde ese momento supe que seríamos inseparables. Y aunque hablemos poco, o mucho, siempre va a estar para mí y yo para ella.

Llegamos al Estadio Nueva Condomina y yo me centro en mis pasos mientras voy pensando en todo lo ocurrido entre ayer y hoy.

Nos empiezan a maquillar, peinar y vestir. A Luis le visten con una chaqueta de cuero roja y unos vaqueros negros. Está excesivamente guapo.
A mí me ponen un top negro con una falda preciosa y unos tacones muy altos diría yo.

–No se puede ser más guapa –dice Luis agarrándome la mano. Yo sonrío.

–Tú también estás muy guapo –contesto. Me acerco para darle un abrazo, que ojalá se volviese eterno.

El concierto empieza y los minutos van pasando rápidos entre canciones y cambios de ropa, hasta que llega otra vez nuestra canción.

Nunca sé qué decir antes de cantarla.

–Ahora viene una canción que bueno, todos sabéis que es muy especial, igual que la persona con la que la canto. Quiero deciros que nunca planeéis nada, como yo que no sé ni que decir. Las cosas no se planean y nunca sabes cómo van a seguir ni qué va a pasar. ¡Disfrutad el momento! Y ahora sí, Luis, entra.

Sale con una sonrisa en la cara, y la música empieza.
Me centro tanto en sus ojos y en decirle toda la verdad, que se me olvida que hay miles de personas a nuestro alrededor. Para mí, sólo estamos él y yo.

Debería estar cansada de tus manos,
de tu pelo,
de tus rarezas.
Pero quiero más,
yo quiero más.

Quiero más de él y jamás me voy a cansar de estar a su lado. No puedo vivir sin Luis.

Termino con una sonrisa y esperando a que cante él. Me está comiendo con la mirada.

Tú no te irás.

"No lo haré" pienso. Niego con la cabeza.

Siempre reinarás.

Los dos reímos, y le doy la mano.

Ahí es cuando el mundo se para, cuando tenemos contacto. La piel se me eriza y noto que el calor sube a mis mejillas, pero no dejo de sonreír.

No hay manera.

Nuestras manos están más entrelazadas y nuestros cuerpos a escasos centímetros. Y como si me leyera el pensamiento, Luis me planta un beso delante de miles de personas.

Estoy alucinada.

Nos separamos y le abrazo con fuerza.

–Te quiero –susurramos a la vez. ¿Y ahora qué? Nos hemos besado delante de todo el mundo.

Se viene una gorda.

* * *

¡Buenos días! Un capítulo por la mañana no viene mal.

Sigo flipando por los no puedo vivir sin ti de ahora. ESTÁN CASADOS.
Por fin son libres, sea cual sea su camino.

Y Esta Vez ha llegado a 1 millón. CEPEDA TE QUEREMOS.

Nadie dijo que fuera fácil. Besiños.

Almas gemelas | AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora