Capítulo 17

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Los días en Barcelona son ajetreados. Sólo voy de entrevista en entrevista y cantando siempre "Lo Malo".

Camino por la calle y veo a tantísima gente. Algunos parecen felices, otros simplemente viven, unos van tristes o enfadados... ¿y yo? ¿Cómo estoy yo?

La verdad que es algo que no me pregunto hace tiempo. Ni nadie me lo pregunta. A veces siento, que, a nadie le interesa como estoy. Como me siento.
Es algo difícil de explicar.

Mientras con Luis, estoy bien. Intento aprovechar al máximo el tiempo a su lado, pero no hay nada más que una amistad. Una amistad de enamorados.

Es realmente complicado tratarle como a cualquier amigo después de todo lo vivido con él, pero es lo mejor para mí. Y para él, supongo.

Son las 18:00 y a principios de abril en Barcelona ya se deja ver más el sol. He quedado con Luis en un bar del centro para charlar y tomar algo.

Llego al sitio del encuentro minutos después de la hora acordada y en cuanto le veo me disculpo. Nuestro saludo se resume en un abrazo y él posa sus labios en mi cabeza, despeinándome el flequillo. Por inercia lo coloco y nos sentamos.

Le observo. Lleva unos tejanos negros, un jersey gris y una chaqueta vaquera desgastada. Tampoco pasan desapercibidas para mí sus gafas de sol y lo bien que le quedan.

–¿Qué quieres tomar? –pregunta él sonriente.

–Coca-cola –respondo. Dudo en decir lo siguiente–. ¿A qué se debe tanta felicidad?

–A que te veo.

Vaya. Inesperado, como todo con él.

Ahogo una carcajada mientras Luis llama al camarero. Desbloqueo mi teléfono y veo algunos mensajes de mis amigas, hablan de salir esta noche.

"¿Podría venirse Luis?" escribo en el grupo.

El camarero interrumpe nuestro tonteo cuando trae la cerveza y la coca-cola pedidas. Le miro y me resulta familiar.

–¿Aitana? –pregunta divertido, yo frunzo el ceño–, ¡soy Dani!

Luis y yo le reconocemos al instante y me pongo en pie para saludarle correctamente. Él hace lo propio y me da dos besos mientras Cepeda ni siquiera nos presta atención.

Hace mucho que no hablaba con él, ni siquiera respondía a sus mensajes.
Después de mentir a Luis, decidí no hablar más con él por mi bien. Y así hice.

El sol comenzaba a esconderse entre anécdotas y risas. Él siempre me trata bien, me apoya, me intenta entender...
es una persona increíble y ojalá todo el mundo tenga la suerte de conocerle.

–Estás preciosa hoy, eh –suelta de repente, en un susurro. Yo sonrío.

–¿Entonces tú? –respondo con una pregunta, él me mira divertido y con su mirada indica que nos vayamos. Alzo mi cuerpo y me dirijo a la puerta centrada en llegar rápidamente mientras Luis paga.

Y, en cuanto se pone a mi lado, mi mano agarra la suya para emprender el camino juntos. Es como un acto reflejo. Sé que su cara al principio es de incrédulo pero después sonríe.

Nunca pararemos de sonreír.

–¿Te apetece venirte esta noche a tomar algo? –pregunto durante el viaje.

–¿A dónde? –pregunta–, ¿con quién?

–Con mis amigas, a algún sitio de por aquí.

Él asiente y llegamos al parking en el que tiene el coche aparcado. Entramos en el vehículo y pone la radio, suena "Hello" de Adele y no puedo evitar cantarla.

Luis, mientras, decide grabarme. Yo no paro de reírme mientras canto pero intento hacerlo bien.
Cuando termino de cantar me propone hacernos alguna foto.

Nos hacemos varias; riendo, yo dándole un beso, haciendo el tonto... y una de ellas destaca.
Salgo yo a su derecha muerta a carcajadas y él mirándome con cara de embobado.

–¡Me encanta! –digo al ver la foto.

–Claro, se ve mi cara de enamorado.

–Jo Luis –respondo mirándole. Esto ya es serio–, ¿sabes cuánto te quiero? ¿Sabes lo enamorada que estoy yo de ti?

Él niega con seriedad en la cara. Tras unos segundos dice "vuelve" y yo solo puedo acercarme a abrazarle. Necesito volver, pero también necesito espacio.

Luis, me dueles. Me duele tu presencia, tu contacto, tú. Me duele estar alejada de ti, no poder besar tus labios como alguna vez hice, me duele quererte y también intentar dejar de hacerlo.

El abrazo acaba y el coche arranca dirección... ¿la nada? Ni siquiera sé a dónde vamos.
La radio sigue sonando y el viento que entra por la ventanilla despeina mi flequillo. Mientras Luis, va concentrado en llevarme a algún lugar.

–¿A dónde vamos? Son casi las nueve y esta noche salimos –aclaro bajando la radio.

–Al hotel para que yo me cambie, ¿no querrás que vaya así? –pregunta él muy serio.

–Pero si vas bien Luis –responde. Él se ríe y ahí me doy cuenta de que vamos a mi casa.

Al llegar, mi padre está haciendo la cena e invita a Cepeda a quedarse. Él acepta y yo le informo de que saldremos esta noche.

Me cambio de ropa para ir algo más arreglada. Llevo unos vaqueros negros altos, un top negro y una chaqueta de cuero roja. Recojo mi pelo en una coleta y salgo al comedor para cenar.

La cena pasa entre risas y charlas. Da gusto ver como mi padre se lleva tan sumamente bien con Luis y ver que congenian mucho.

En mi habitación me arreglo un poco y él aparece detrás. Me abraza y acaricia mi tripa, que está al descubierto. Me aparto para cerrar la puerta y vuelvo a sus brazos.
Me giro para poder mirar su cara, y ambos estamos sonriendo.

Y sin quererlo, me acerco a sus labios. Es un solo roce, menos de un segundo, pero me transmite electricidad. Es como el fuego. Sus labios queman y ese roce me hace quemar a mí.

Cuando me aparto Luis parece desilusionado, pero todavía no puedo acercarme a él como si nada. Aún sigue doliendo lo que hizo.

Mis amigos me avisan de que ya salen a la discoteca y yo emprendo el camino con Luis en su coche.

La noche pasa demasiado rápida y bebo un poco más de alcohol de lo que necesito. Bailo con él, pegados. Nos abrazamos, nos reímos... y aunque yo esté medio borracha él no intenta besarme ni hacer nada que yo no quiera.

Es tan leal. No puedo quererle más.

* * *

¡Hoooola! Bueno, este capítulo es sin mucha chicha pero ya viene lo bueno.

LE QUEDA MUY POQUITO.

Pero... buena noticia (supongo): ¡voy a hacer otra novela! Será muy diferente a esta... gracias a todos por leerme.

Nadie dijo que fuera fácil. Besiños.

Almas gemelas | AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora