Capítulo 11

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Mi alarma suena y me despierto rápido en aquel hotel murciano. Sólo he podido dormir 5 horas.

Han pasado dos días desde que Luis y yo no hablamos absolutamente nada. Tras discutir en mi casa y quizá empeorar las cosas, no me ha vuelto a dirigir la palabra. Debería ser yo la que le pida disculpas pero no contesta ninguna llamada ni ningún mensaje mío.

Estas dos noches sólo le he estado dando vueltas a todo lo que ha pasado con él y a por qué mentí.
Mientras, Dani sigue hablándome por whatsapp alguna vez pero yo sólo le doy largas.

Sé que el enfado de Luis no es porque estuve con otro chico sino porque le mentí, pero aún así prefiero no hablar con él.

Me despejo con el agua de la ducha y al salir me visto rápido para ir a desayunar con mis padres. Tienen una habitación al lado en cada hotel porque me están acompañando a todas las firmas.

Vamos todos a desayunar al buffet del hotel y por fin, Luis contesta a uno de mis mensajes. Estoy emocionada.

¿Cuántas firmas te quedan? Quiero verte.

Respira Aitana.

3. Yo a ti también.

Contesto lo más rápido que puedo y me centro en desayunar. Mis padres y yo charlamos animadamente hasta que me preguntan por él.
No les he contado nada porque prefiero que crean que estamos bien, aunque sé que sospechan algo. No hemos tenido ni una llamada en estos días.

Al terminar todos los cruasanes y cafés, nos metemos en la furgoneta para ir al centro comercial de la firma.

...

Quedan menos de 30 personas para que acabe de firmar. Llevo dos horas más de las que debería, pero siempre que pueda firmaré a todos.

Me giro para abrazar a la siguiente persona y le veo.

Igual de rubio, con una sudadera verde y un pantalón gris.

–¿Ya no te acuerdas de mí? –pregunta mientras se acerca.

No entiendo nada.

–¡Dani! ¿Qué haces aquí? –le digo un poco descolocada, a la vez que intento sonreír. Hablamos muy poco porque debo ir rápido y nos hacemos alguna foto hasta que se va.

No entiendo por qué ha venido hasta aquí si llevo sin contestarle casi 2 días al whatsapp y cuando le contesto es un "Ok" o "Vale". Pero ahora mismo solo me preocupa las fotos que puedan salir con él y que Cepeda se entere de que ha venido. Quizá esto empeore más la situación.

Acabo de firmar a cada persona que ha venido con una sonrisa pero muy cansada. Doy las gracias a todos y el equipo y yo nos marchamos rápidamente.

Llego al hotel con mis padres, ambos súper cansados. Me dirijo sin pensarlo a la habitación.

Al subir, Cepeda está ahí.

–¡Luis! ¿Qué haces aquí? –pregunto mientras corro hacia él.

–He venido para que hablemos aunque tenía cosas que hacer. No me gusta estar así, Aitana –abre los brazos para aceptar que me acerque.

Por fin estoy en casa. En sus brazos. En él.

Nunca me he sentido más segura en un lugar que estando con Luis. Me calma, me desenfada, me alegra... es capaz de producir cualquier efecto positivo en mí. Por eso siempre acudo a él.

Nos abrazamos y aquel momento se podría volver eterno. No aguanto más la presión y las lágrimas salen de mis ojos. Él me intenta tranquilizar.
Le hago un gesto para que pase a la habitación, ambos asentimos.

–Para empezar lo siento muchísimo Luis, yo no quería mentirte y mucho menos que te enfadaras. No sé por qué lo hice pero te prometo que entre él y yo no va a pasar nada. Y no te mentiré nunca más –suelto entre sollozos. Las lágrimas van aumentando.

–Cariño, sé que no va a pasar nada, pero odio las mentiras. Sabes que siempre me han engañado como han querido y por eso creo que no soy suficiente para ti, te mereces algo mejor que yo. Pero yo te prometí que ibas a ser feliz y así va a ser. Está todo perdonado y olvidado ¿vale? Te quiero Aitana.

Sólo puedo pensar que es idiota porque es más que suficiente para mí. Es todo lo que siempre he necesitado y he querido.

Sus ojos se posan en los míos queriendo pedir perdón.
Nos besamos como nunca antes lo hemos hecho. Saboreando cada parte de nuestros labios. Es un beso fuerte, con ganas de más.

Luis va subiendo la mano por mi espalda, acariciándola. Los besos fuertes se han convertido en suaves, cortos. Me deshago de su camiseta y él de la mía quedando nuestros torsos al descubierto.

Nos tiramos en la cama uno encima del otro y nos quitamos las pocas prendas que quedan entre más besos y caricias.

Ambos necesitamos esto, hay mucha tensión acumulada y gran parte de ella es sexual.

Nos fundimos en un solo cuerpo, él dentro de mí y yo dentro de él.

Hicimos el amor en medio de la tristeza.

–Creo que nunca hemos hecho el amor como ahora, cariño –comenta mientras nos abrazamos.

–Yo también lo pienso –reímos. He disfrutado como nunca y casi siempre me pasa con él. Pero mi parte favorita viene ahora.

Ahora es cuando nos dormimos o nos abrazamos con los cuerpos desnudos, cuando hablamos de fantasmas o cosas paranormales... con él puedo hacer cualquier cosa. Y eso era lo bonito, que podíamos estar disfrutándonos pero también llorando y riendo.

Eso es el amor.

Un cómplice, alguien con quien compartir las cosas que nadie más entendería, con quien hacer mil y una locuras. Y es que a veces todo puede ser amor y felicidad y de un momento a otro pasan ciertas cosas que nos confunden y nos hacen querer rendirnos, pero algo que tenemos que tener siempre presente; todo lo que vivamos nos servirá de una u otra manera: para valorarnos, para conocer otras facetas nuestras.

Por eso, yo quiero compartir mi vida con Luis. Porque él me ayuda a descubrirme.

* * *

¡Buenas noches! Por fin reconciliación, no quería mucho sufrimiento. Pero no todo es bonito eh.

No olvidéis dejar algún voto y comentario. GRACIAS.

Nadie dijo que fuera fácil. Besiños.

Almas gemelas | AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora