Capítulo 8

2.6K 74 10
                                    

Luis me despierta con besos por todo el cuerpo, cosa que me gusta. Me estremezco al sentir sus labios en mis brazos y le agarro del cuello para besarle.

–Buenos días, dormilona –dice él con una sonrisa–. Me encanta despertar contigo.

–Buenos días Luis –respondo sonrojada, devolviéndole la sonrisa–, ¡a mi también!

Después de mis palabras recuerdo que no he hablado prácticamente nada con mis padres ni con Amaia y Ana. Me siento mal, pero la verdad con  todo esto se me ha pasado.

Cuando no estoy grabando o con mi representante estoy con Luis y con él todo se me olvida.

Miro el reloj que marca las 10:10, aún tengo tiempo. Recuerdo que anoche me dormí mientras veíamos una película. Estaba cansadísima, Cepeda me llevó a casa de los Javis y aunque estuvimos poco tiempo, con ellos todo era intenso.

Se alegraron mucho al saber que por fin estamos juntos pero ellos bien sabían desde el principio que esto pasaría.

Luis se levanta de la cama, sólo lleva unos bóxers. Sé que hace algo en la cocina pero no le doy importancia.

Me giro para coger mi teléfono y escribo algo a mis padres. Después les llamaré.

Vuelvo a mi postura inicial y veo como se acerca con el desayuno en una bandeja.

Sonrío al ver que me ha preparado el desayuno y lo ha traído hasta la cama.
Zumo de naranja, café con mucho azúcar, un cruasán y una tostada con mantequilla y mermelada. Sabe todo lo que me gusta.

Desayunamos los dos en la cama intentando desperezarnos, y cuando la comida acaba nos quedamos abrazados ahí. Acaricia mi pelo y yo sonrío al sentir el contacto con sus manos.

Los minutos pasan y decido ir a ducharme rápidamente y vestirme.

Luis me cuenta que también va a una reunión y no sabe a qué hora terminará. Sé que tiene muchos proyectos y ojalá pueda sacarlos ya porque son increíbles.

A las 11:20 me deja en el estudio y él se va.

Martina me espera con una sonrisa y un par de ojeras que no pasan desapercibidas para mí.

–¿Has dormido bien? –pregunto, entrando al lugar.

–Sí cariño, pero tener hijos... –me responde moviendo la cabeza. Yo asiento y río.

¿Algún día tendré yo hijos? Supongo que sí, pero si sigo con Luis, tampoco debería ser muy tarde. Nos llevamos 10 años y quizá él tenga planes de futuro cerca, y yo demasiado lejanos. Sólo tengo 18 años y prácticamente toda la vida por delante.

Olvido mis pensamientos y me centro en saludar a los dos chicos que encuentro. Uno es alto, muy rubio y con los ojos color miel. Es guapo. El otro es más moreno y mucho más alto que el rubio, ambos parecen simpáticos.

Me doy dos besos con cada uno y les doy las gracias por dejarme grabar para ir probando. Ellos dicen que es un placer ayudarme.

–Bueno, supongo que sabes como va: entras, te pones unos auriculares y cantas –explica el rubio algo nervioso–. Por cierto mi nombre es Dani.

–Yo soy Carlos –dice el otro sonriendo. Asiento y entro a la sala.

Es grande y espaciosa, con dos micrófonos. Me pongo los cascos y veo como Martina charla con los chicos. Me hace una señal de 3,2,1 con los dedos y suena "Chandelier".

Después de intentar cantar esta canción bien, suena "Procuro Olvidarte". No puedo evitar recordar a Cepeda, él es mi inspiración para cantar esta canción. Cuando se marchó, sentí un vacío dentro de mí. Me sentía perdida y esta canción reflejaba como estaba en la academia.

Al terminar casi emocionada, los tres levantan el dedo pulgar en señal de que está todo bien y decido salir de allí.
Tras compartir algunas palabras más e intercambiar números de teléfono con Carlos y Dani, salimos del estudio.

Son las 13:00 y ya había terminado. Pensé que nos enrollaríamos mucho más. Dudo en llamar a Luis porque quizá siga en su reunión.

Marco el teléfono de mi madre para hablar con ella y contarle que estoy bien.

–¿Y dónde duermes, cariño? –pregunta, aunque ya sabe la respuesta.

–En casa de Luis. Me ofreció quedarme y en principio no acepté, pero bueno cuando vuelva te contaré mejor ¿vale? Ahora voy a ver si como algo –digo, algo nerviosa.

Comparto con mi madre algunas frases más y nos despedimos.

Al instante, me llega un mensaje de un número desconocido.

Hola Aitana, soy Dani, quizá he sido un poco borde contigo pero estaba nervioso. Las canciones han salido de maravilla y bueno, me ha encantado conocerte! Espero que algún día quieras que nos tomemos algo.

Sonrío al leer el mensaje. Me ha caído bien y no considero que haya sido borde conmigo, ni mucho menos.
Le respondo diciéndole que no se preocupe y que estaría encantada de tomarme algo algún día con él.

La hora de comer se acerca y yo voy teniendo más hambre. Aún no me decido en llamar a Luis o no, por si le molesto si sigue en aquella reunión.
Me coloco el flequillo nerviosa y justamente en mi pantalla aparece una llamada suya.

–Espero no molestarte, pero ya he terminado –me informa nada más descolgar. Yo me río.

–Siempre me molestas pero bueno, yo también terminé. Estoy donde me has recogido, ¿vienes? –pregunto.

–Su taxi ya está de camino, señorita –me dice, y cuelga. No puedo evitar reír.
Me encantan sus tonterías y me encanta reír con él.
Luis provocaba alegría y felicidad en mí.

A los 15 minutos, veo su coche parando enfrente de mí. Me hace una señal con la cabeza de que suba y yo obedezco.
Al entrar nos damos un beso corto y arranca.

Me cuenta que su reunión era para cerrar la fecha de estreno de su primer single y para ir grabando más canciones de su próximo disco.
Le pido que me cante alguna cosa suya y así hace cuando llegamos.

Que hay de malo en desnudar tu piel,
que hay de malo en desaparecer,
que hay de malo en demostrar la sed,
que se calma sólo con tu miel.
Ya me ves, ya me ves.
Y hoy te gritó, de las mil formas que sé, que lo volvería a hacer.
Y es que ya es la última vez.

Aplaudo cuando termina, algo emocionada, y él aparta su guitarra para abrazarme. Cada día me sorprendía más la capacidad de Luis para componer y escribir cosas realmente preciosas.

–Ay Luis, es genial de verdad. ¡Hazme una a mí, porfa! –le suplico, él mientras ríe. Ese sonido me encanta, su risa.

–Cariño, tú eres mi inspiración y la mayoría están escritas por y para ti –dice mientras acaricia mi cabello, yo intento mirarle–. Sí sí, no me mires así.

¿Las canciones de Luis están escritas para mí?

Solo quería comerle a besos, y darle las gracias. Por escribir tantas cosas pensando en mí, por dedicarme letras tan bonitas y profundas... porque él me demuestra lealtad y sinceridad y me encanta ser su inspiración, que escriba cosas por mí.

–Aitana, todo lo que vas a escuchar es lo que provocas en mí, lo que me haces sentir –suelta, después de un largo silencio. Yo me limito a mirarle, como un ciego ve el mundo por primera vez, y es que aquí está. Ante mis ojos. Mi mundo.

* * *

¡Holaaaaa! Bueno, demasiado bonito todo ¿no? Espero que os esté gustando mucho la verdad, me esfuerzo en mejorar.

No olvidéis votar y comentarme algo bonito jeje.

Nadie dijo que fuera fácil. Besiños.

Almas gemelas | AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora