19.

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Jin solo observaba como Yoongi preparaba algunas cosas mientras hablaba con Namjoon, ambos parecían niños pequeños en la noche de Navidad. Aquello verdaderamente le estaba dando nauseas. Primero, ¿cómo podía haber sido amigo de alguien como Namjoon, siendo este la persona más sádica y repulsiva de este mundo? Y segundo, ¿cómo estaba permitiendo que el chico contrario se convirtiera en alguien igual—o peor—de lo que él era? Temía a Yoongi, de eso no había duda.

No es que no hubiera tratado de hablar con él, pero Jimin interrumpió el discurso improvisado que estaba a punto de hacer, solo necesitaba buscar las palabras perfectas en su cabeza. Se sentía realmente mal por dejar que esto ocurriese, y justamente a alguien que no se lo merece, pero Yoongi estaba furioso, lleno de ganas de venganza, y parece que eso no le dejaba ver con claridad, justo como a él mismo le había pasado.

Veía a ese chico como su yo pasado: harto de todo, hasta de el mismo, arremetiendo toda su violencia y mentiras contra sus seres más amados; pero Yoongi era mucho más frío y calculador. Era increíble como Yoongi se había transformado en eso en tan poco tiempo, aún que el gran Kim llevara insistiendo en eso desde hace un largo tiempo.

Tal vez eso también jugó con su cabeza.

Yoongi era la pieza que Namjoon había estado buscando tiempo atrás, y ahora que la había conseguido, no dejaría que se fuera tan fácilmente. Aquella mentira estaba perfectamente elaborada.

Los dos rubios parecieron terminar, y la voz del más reciente chico lo sacó de sus pensamientos, aún que lo había sacado en cuanto cerraron aquella mochila. Aquella mochila lo llevaría directamente al infierno. Jin se levantó de aquel sofá y acompañó a Yoongi hasta la puerta, por la que pasaron tras varias palabras, recordatorios y consejos sobre como llevar acabo aquel macabro plan.

Él parecía ser el único cuerdo entre los tres.

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Cogieron el tren más cercano y el que podía llevarlos al centro de Seúl más rápidamente, pero no podían librarse de la multitud de gente, ya que millones de personas se movían allí diariamente ya sea por trabajo, ocio o ganas de aventura. Pero no para hacer cosas como las que ellos tenían pensado a hacer, y seguramente nadie llevaría una mochila cargada de objetos letales.

Jin no quitaba los ojos de su "amigo", y este no quitaba la mirada de su teléfono mientras una de sus manos reposaba fuertemente en la barra de metal cerca de una de las puertas. Jin mordía sus labios, ¿era el momento de hablarle? Aún estaban a tiempo de no cometer tal acto, tal vez ir juntos de compras o ir a una cafetería cercana. Ya que el mayor nunca había estado en Seúl, solo podía fantasear sobre las actividades que allí se hacían—las cuales eran más comunes de lo que él se imaginaba—.

Sí, lo iba a hacer, estaba decidido. Se levantó de un asiento que había podido conseguir y se puso enfrente de su compañero, justo en la fría barra contraria.

—Yoongi—lo llamó, y él levantó la mirada con una dulce sonrisa, de esas que no había visto en su rostro hasta ahora. Desde que Yoongi había llegado a su casa, todo habían sido caras serias, enfados y gritos, nada que no hubiera experimentado con Namjoon. Cuando Jin salió de su asombro, continuó hablando—... ¿puedo preguntarte algo?

—Claro, Jin—no sabía decir si aquella sonrisa lo asustaba más o menos que aquellas llenas de gran sadismo.

—¿Estás feliz?—¿por qué no iba directamente al grano?

—Lo estoy, he estado esperando este día por tanto tiempo...—miró su teléfono de nuevo para reír y enseñárselo a el chico contrario.

"Kim ××××××××:

egocentric to you; vminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora