29.

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Sólo; de nuevo en aquella soledad que le recibía al levantarse día tras día, y que le hacía replantearse todo en aquel mundo, cuando los recuerdos le atacaban. Los ojos del rubio pasaron por toda la habitación, tratando de buscar respuestas en aquellas paredes blancas del amplio salón. Odiaba estar aquí, odiaba no poder salir de aquella casa. Pero sabía que era lo mejor, lo mejor por ahora.

Debía agradecer a Hoseok por todo lo que estaba haciendo por él, y, aún que ya lo había hecho millones de veces, sentía que no eran suficientes. Ambos se estaban jugando su vida, y el pasarla detrás de unas rejas era el castigo de perder aquel juego. El estúpido juego que Taehyung había creado, y del que una vez dentro, no se podía volver atrás.

Oh, no, Taehyung estaba muerto. Eunyoo tomaba su lugar; un chico rubio de ojos azules y personalidad alegre. Sin preocupaciones, sin una empresa que dirigir, sin un pasado desconocido, sin vivir a la sombra de las expectativas de la prensa ni de sí mismo, sin lo que quedaba de su familia...

Sin Jimin.

Con Hoseok, su amigo de la infancia.

En algún momento de su corta vida, cuando su madre seguía a su lado, ella y la madre de Hoseok eran buenas amigas, lo que hacía que el pequeño Jung y el pequeño Kim estaban obligados a pasar tiempo juntos, a ser amigos, a gustarse el uno al otro aunque no lo quisieran. Y al principio no lo quisieron.

"—¿Te gustan los dibujos animados?

—Ugh, no, es aburrido."

Esa simple conversación hizo que Taehyung dejara de gustarle el chico que tenía delante, al que acababa de conocer y solo trataba de sacar un tema de conversación. Quién iba a pensar que una conversación así podía definir si alguien te gustaba o no, parecía un tema de vida o muerte a esa edad. Taehyung sonrió ante aquello mientras rodaba un pequeño dado entre sus dedos; aquellas cosas que parecían ser tan importantes a esa temprana edad, edad de inocencia y estupidez, edad en la que no habían preocupaciones.

Aún que pareciera una estupidez, ese pequeño intercambio de palabras había definido por completo las personas que son ahora. Taehyung: un chico emocional que disfruta de dibujar, fotografíar y, recientemente, escribir mundos que lo alejaran del que estaba ahora, el que podía tocar con sus propios pies y prefería dejar que su cabeza se fuera por las nubes. Y Hoseok: un chico centrado y dedicado a su trabajo, un chico con los pies enterrados en el suelo, quién vivía demasiado en la parte racional de su cerebro, en la parte "no divertida", según diría el Taehyung de ocho años de edad.

Ambos viniendo de una familia rica—una de empresarios y otra de jueces—, no era extraño que todo en su vida se tratara de apariencias; "Taehyung, sonríe ante las cámaras", "Hoseok, debes vestir bien cuando salgas de casa, todo debe estar en orden". Taehyung quería llorar. Hoseok quería vestir de la forma que quisiera.

Tal vez aquella era la razón de por qué Hoseok era tan perfeccionista, pero a la vez sus sentimientos se salían de control y explotaba de vez en cuando. Tal vez por eso Taehyung era tan bueno escondiendo su ansiedad, su depresión y sus constantes pensamientos suicidas.

Pero, finalmente Taehyung había muerto... por fin era libre, ¿verdad?

Ahora, ¿quién era? ¿quién se suponía que quería ser? Ésto era otra oportunidad, una oportunidad de empezar desde cero, como siempre había querido.

"—Lo siento... ¿puedo hacer algo para compensarte?—el rubio miraba tímidamente su comida para luego mirar hacia arriba, a los ojos del mayor, con la cabeza aún gacha. Hoseok le sonrió de forma malvada.

—Tal vez puedes...—el pelinegro se levantó de aquella silla, para luego ponerse detrás del rubio, brazos apoyados en el borde del respaldo de la silla—. Quiero que no salgas de casa.

egocentric to you; vminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora