DESEMBALAJE

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Los dedos de Mita se deslizan suave, pero rápidamente sobre el teclado del notebook y en la pantalla cobra forma el correo para su hermana:

Termina el verano y todo empieza a tornarse fome. Es cosa de mirar en el mall, en las tiendas ya están los uniformes y los útiles escolares, una verdadera lata. Siento que este verano pasó rápido pero fue intenso, con Catalina y sus primas lo pasamos increíble. Quedamos de juntarnos en un mes más en la fiesta de cumpleaños de la prima mayor de Cata. Están invitados puros minos.

Te dejo, hermana, está llamando la mamá y tengo que bajar a ordenar unas cajas. Esta cosa de la mudanza me tiene cansada y con cero tiempo de escribirte.

Espero que leas este mail antes de irte a clases, nos vemos para tus vacaciones de verano (las mías de invierno).

Bye

TQM Mita.

-¡Mamá, qué pasa! -

-Tienes que ordenar las cosas. Están en las cajas con las etiquetas que dicen living, son los adornos y los libros de la repisa.-

-Ya, pero recuerda que tengo dentista a las 18:00, así que no creo que termine. ¿Ok?. -

-Está bien, Mita, haz lo que puedas, mañana cuando llegue Pame terminará de hacerlo -

-No sé por qué tiene tantos libros, con suerte los ha ocupado una vez, pero bueno, cuando tenga mi casa voy a ser minimalista, para no tener que ordenar y limpiar tanto.- Murmuraba Mita mientras sacaba libros de las cajas y los acomodaba en la repisas de la librería.

Matilda era la menor de las dos hijas de Elisa Marvilla. Una adolescente de diecisiete años, que se caracterizaba por ser inteligente, responsable y no tan sociable como su hermana mayor, Claudia, de veintiún años, pero era tal vez más atractiva que ella. Mita tenía los ojos marrones de su madre y una mirada muy profunda que se escondía detrás de tupidas pestañas; su tez era blanca y su nariz perfectamente respingada, sus labios, finos escondían dientes grandes, albos y perfectos. No era muy alta, estaba dentro del promedio de estatura de las adolescentes de su edad, y era dueña de un cuerpo armonioso y curvilíneo.

Pasó la tarde, y Mita se arreglaba para ir al dentista, cuando de repente suena el teléfono, era su mejor amiga, Cata.

- ¿Qué pasó?.-

-Estoy esperando que te conectes a Messenger, para que chateemos. Pero me cansé de esperar. ¿A qué hora te conectas?

-No puedo hoy, tengo dentista y muchas cosas que hacer con el cambio de casa, mejor hablamos a la noche. Bueno te dejo porque estoy arreglándome...-

-Bueno espero tu llamada, chau-

Bajando las escaleras a toda velocidad, Matilda grita.

-Mamá me voy, llego a las 20:00.-

-¿Llevas plata?. -

- Sí..- Responde Mita, y sale atropelladamente dando un portazo.

Al llegar a la parada de microbús, frente a su casa, Mita repara en un caballero de avanzada edad que mira su casa fijamente. En su rostro que denota pena y temor.

Le llamó poderosamente la atención, le parece raro que ese anciano fije su vista en la casa con tanto interés. En eso pensaba, cuando se percata que viene la microbus y tras detenerlo, sube y parte rumbo al dentista.

El reloj de la cocina marca las 20:10, Elisa experta en las artes culinarias, espera a Mita con café con leche y pan de chocolate. En eso escucha la puerta de calle, era Mita, avanza por el living y el comedor hasta llegar directamente a la cocina.

-¿Cómo te fue en el dentista?-

-Tengo control el próximo semestre.-

-Hija, quiero que conversemos de este cambio en nuestras vidas. ¿Cómo lo has vivido?, -

-¿Por qué quieres hablar de eso?-

-No hemos hablado de lo que pasó.-

- ¿Qué sientes al respecto?.-

- Mamá, te lo vuelvo a repetir, si el amor y la confianza se acabó, no hay nada más que hacer. Tendré que acostumbrarme y sacar lo positivo de esto, no queda otra. Y por favor, no seas tan insistente con el temita.-

- Se me había olvidado decirte que llamó tu hermana.-

-¿Cómo está?-

-Feliz. Le ha sido fácil hacer amigos.-

- A la Clau nunca le costó hacer amigos, con lo sociable que es, seguro que a las dos semanas tendrá un mino - .

-¡Ay! Mita, no digas esas cosas, porque me estreso.– Dijo Elisa con una voz que dejaba entrever cierta preocupación.

-Mamá, modernízate, en España las parejas de la edad de la Claudia viven juntas.

-Es suficiente, Mita. -

Una vez en la pieza Mita se pone el pijama mientras Elisa se saca la pintura frente al espejo de su baño.

-Mami, ¿a qué lado de la cama duermo? –

Por un segundo su madre se queda mirando la cama y Mita vuelve a preguntar. Siente que esa pregunta hizo ver a su madre que la cama tendría ahora solo un lado, el que ocuparía ella.

Ya acostadas, Mita le confiesa a su madre que siente temor de estar las dos solas en la casa, y que se sentía desprotegida. Elisa, solamente le responde que iba a ser por poco tiempo, ya que su tía Leonor con su hija pasarían unos meses con ellas.

-¡Uuuy, qué aporte, mamá!-

-Es lo que hay, tendremos que acostumbrarnos a estar solas por lo menos dos años, hasta que llegue Claudia, si es que vuelve, y tu tía Leonor va a acompañarnos unos meses.

¿Qué más quieres que haga?, tenemos perro, alarma....- Dice Elisa, elevando la voz.

- Cálmate, tengo que acostumbrarme, solamente te decía.-

-Discúlpame, no debí hablarte con este tono de voz. Lo que pasa es que yo también tengo esa sensación de miedo porque estamos solas, pero tenemos que acostumbrarnos.

Mejor durmamos.– Le dice Elisa mientras abraza a su hija en la cama.

UsurpadoresWhere stories live. Discover now