UN DOMINGO

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Ya cerca de las 13:00 de la tarde, Mita estaba con sus orejas calientes por las treinta llamadas que había contestado de Cata. Ella estaba algo nerviosa, pues pensaba que Cata se daría cuenta que captó todo mal, o que alguna de las compañeras que estaban bailando con ella antes que Paul la invitara a bailar, le dijera cómo habían sido las cosas. Esta situación de ansiedad, llevó a que Mita estuviera durante la tarde dentro de su cama comiendo todo lo que estuviera a su alcance.

-Hija - Llama Elisa quien venía llegando del supermercado.

-¿Qué, mamá?.-

-Ven a la cocina, por favor.-

-¿Cómo te fue en la fiesta?.–

-Estuvo buena, la música y la ornamentación era de los 90, lo que significa que bailé toda la noche y que lo pasé estupendo. A, Cata le pareció muy fome, pero es cuestión de gustos, después de un rato se ambientó.-

-Qué bueno que lo pasaste bien. ¿Almorzaste?. –

-Piqué algunas cosas del refrigerador nada más, pero no le haría asco a unos pollitos fritos. –

-Entonces prepara la mesa para las dos. Leo ya comió.-

Mita le pregunta qué era lo que estaba soñando ayer en la noche. Elisa la mira con cara de extrañada y le pregunta ¿por qué?.

-Lo que pasa es que ayer cuando la tía May me vino a dejar entré muy despacio a la cocina, para hacerme un emparedado y escuché que estabas hablabas dormida.-

-En serio... qué raro, la verdad es que yo nunca recuerdo lo que sueño y, si es que recuerdo algo, durante el transcurso del día lo olvido.-

-Al parecer estabas echando a alguien de alguna parte, porque decías "Sal de acá".. – Dice Mita tratando de imitar la voz de su madre.

En eso entra Emilia hablando en voz alta.

-Mi mamá dijo de no podía... no.... No quiero...-

-¿Con quién hablas, Emilia?. - Pregunta Elisa mirando a la niña

-Mi amigo...quiere que le saque una cosa de la pieza de mi mami... y mi mami dijo que no.-

-Ah.... Tu amigo...– Dice Mita riéndose en silencio y girando su cara.

-Emilia y... ¿cómo se llama tu amigo?. –

-Palbi.-

En ese momento entra en la cocina Leonor, preguntando si alguien ha visto sus lentes ópticos, a lo que Elisa y Mita responden que no. Mita le pregunta qué le ocurría a su hija, pues habla sola. Leonor responde que es una estrategia empleada por Emilia cada vez que su marido sale de viaje: inventa amigos imaginarios, seguramente para suplir la ausencia paterna.

-¿No te creo?. –Dice Elisa con una expresión de asombro en su rostro.

-Sí, la verdad al principio me preocupó, situación que me llevó a consultar a un psicólogo el que me explicó lo que les dije, una vez que se entrevistó con ella. Lo que me dejó tranquila, ahora, yo pensaba que no iba a suceder esta vez, ya que... como veníamos para acá, no creí que su amigo nos acompañara. – Le comenta Leonor mientras una risa se desprende de su rostro y sus ojos miran con ternura su hija.

En eso la niña grita diciendo "no te vayas Palbi" y se pone a llorar.

En ese mismo momento sienten un portazo, que dejó a las tres mujeres paralizadas en la cocina.

Leonor señala que va a cerrar la ventana del escritorio. En ese momento Elisa y Mita se miran con una expresión de complicidad. Ellas sabían con seguridad, que esa puerta no se cerró por una ventana abierta, es más, lo más factible es que no hubiera ninguna ventana abierta. Elisa, definitivamente, decidió poner fin a este asunto, el cual le empezaba a asustar.

Alrededor de las cinco y con una tarde agradable, Leonor decide llevar a su hija a la plaza para que juegue. Invita a Elisa, pero ella le responde que tiene que ajustar unas cosas para su editor, luego le plantea la idea a Mita, quien decide acompañarla.

Elisa termina de lavar los platos y se dirige a su escritorio, empieza a subir las escaleras cuando una ráfaga de aire helado la envuelve por el cuello.

En su cabeza, Elisa sabía que había algo en aquella habitación que no estaba bien, pero no sabía qué precisamente. Una vez arriba se dirige al escritorio para prender su notebook, cuando siente la necesidad de mirar hacia el frente donde estaba el ventanal. Clava su vista en el extremo superior derecho de éste y se percata de unas marcas en ese lugar. Se dirige hacia él, mira detenidamente y ve dos marcas que parecen ser dos manos pequeñas. Perfectamente puede ser de un niño.

En ese momento se le vino a la mente la imagen de Emilia, pero al mismo instante cuando termina de formular ese pensamiento se da cuenta que era imposible, la niña no podría llegar hasta allí, ni aunque se subiera a una silla. En ese momento de completo silencio el sonido de inicio de Windows, le produce un sobresalto. Se da vuelta hacia el Notebook y el impacto es mayor cuando se da cuenta que la pantalla estaba girada mirando hacia ella, siendo que siempre manejaba la pantalla al revés. Imagen que hace que Elisa entre en pánico y sale corriendo escalera abajo tropezándose entre los escalones situación que no lo detuvo, tomó las llaves de su casa y subiéndose al auto salió apresuradamente en dirección a la plaza donde estaba su hermana e hija.

Mientras manejaba se convenció que algo absolutamente fuera de lo común estaba pasando en su casa y en especial en el escritorio, y lo que fuese no obedecía a razones que tuvieran una explicación lógica, no podía hallar una causal que resultara evidente a lo que sus ojos habían presenciado.

En un momento de tranquilidad, casi al llegar a la plaza, se dio cuenta que era mucho mejor no decir nada, ya que lo único que iba a lograr era que Mita y Leonor se asustaran y con eso empeorar las cosas. Elisa no cesaba de temblar, parecía que no tenía ningún tipo de control sobre los músculos de su cuerpo. Una vez que apagó el motor del jeep, y logro controlar algo el movimiento involuntario de sus manos, respiró hondo y exhaló muy fuerte, sacó las llaves del contacto y, dibujando una risa fingida en el rostro, se encaminó donde estaba su hija y Leonor.

-Elisa, qué bueno que hayas venido, con Mita no hemos parado de reír con los chistes que esta niña me cuenta, incluso algunos muy ordinarios. –

-¡Ah!... no... conocías la faceta de humorista de mi hija. – Dice Elisa mientras se sienta en la banqueta.

-Para nada, tiene un talento innato. Como lo tenía el papá, ¿te acuerdas, Eli?.-

-Cómo no acordarme, era el rey de la sobremesa, podía hacer reír hasta a un muerto.-

La tarde y la conversación lograron calmar el miedo que albergaba Elisa. Las tres mujeres se rieron toda la tarde, mientras que Emilia, jugaba con tierra.

Una vez en la casa, Elisa decide ignorar su trabajo pendiente para su editor y se dispone a hacer la once y después a dormir. Mañana en la mañana saldría temprano, antes que Mita, para trabajar en la oficina de la editorial. Total siempre guardaba una versión de su trabajo en el pendrive, lo que implicaba que no era necesario que subiera al escritorio. Mañana lo haría cuando llegara el gásfiter con la corredora de propiedades que le había vendido la casa.

Mita, muy cansada se enfunda en su cama y trata de conciliar el sueño. Le resulta muy difícil, casi imposible tenía insomnio, así que después de darse una serie de vueltas decidió tomar un libro y empezar a leer hasta que sus párpados cedieran, anunciando la llegada de la somnolencia.

Busca entre sus muchos libros y elige uno que su amiga Cata le recomendó "Donde vuelan los cóndores". Lo abre y comienza su lectura. Esto no duró más de veinte minutos y se duerme muy profundamente. 

UsurpadoresWhere stories live. Discover now