Elisa con dificultad encontró por fin un espacio donde estacionar el jeep frente al terminal de buses, no era un sitio autorizado pero decidió correr el riesgo colocando las luces de emergencia y esperando dentro de él a Mita, quien ya se había bajado y corrido a buscar a su tía y prima dentro del terminal.
Mita miraba por todo los andenes de llegada, busca a su tía, pero el terminal era un hervidero de gente. Justo en ese momento cuando mira el único andén que esta vacío un bus se estaciona en él y, ve a su tía Leonor y a su pequeña hija Emilia, quien venía en los brazos de su madre. Ambas sentadas en los primeros asientos. Cuando la puerta del bus se abre, desde arriba de éste Mita escucha la voz chillona de su tía.
-¡Matilda, Matilda!-
-Hola tía, hola Emilia – Les dice Matilda desde el andén al tiempo que mueve sus manos en señal de saludo.
Mita y Leonor, con las tres maletas gigantes que trae esta última, esperan a Elisa por la salida del terminal. En eso aparece el jeep y se detiene frente a ellas.
-Suban rápido, que están los carabineros en la esquina.-
-¿Quieres que haga magia para subir al auto las pesadas maletas, mamá?- Dice Mita con cara de asombro.
-Vamos Leo, sube atrás con la niña, Mita, tú cuando termines de conjurar el hechizo para subir las maletas, siéntate delante.-
-Como mande su señoría,- La molestia de Mita salía por sus marrones ojos.
La hermana menor de Elisa, era todo lo opuesto a ella, tanto física como psicológicamente. El largo y ondulado pelo de color miel de Leonor siempre fue la envidia de Elisa, quien lo tenía lacio, de color marrón y siempre lo llevaba como melena. Las caderas amplias y la esbelta figura de Leonor, siempre la hacían más atractiva, comparada con Elisa, quien era delgada como una espiga, con muy pocas curvas y de piernas casi infinitas. En lo único que se parecían era en su tez blanca, sus delgados labios y grandes ojos almendrados.
Leonor fue más sociable y simpática que Elisa, a quien siempre la consideraron más tranquila, callada y retraída socialmente.
Ya en la casa y con las maletas guardadas en la pieza de Claudia y, Mita con los brazos colgando de los hombros, siente un abrazo muy fuerte por la espalda. Era su tía.
-Mati, ¿cómo has estado?, ¿Cómo ha sido para ti todo el cambio?, ¿te gusta la casa?, ¿cómo te ha ido en el colegio?. – Dice Leonor con su voy nasal y muy hiperventilada.
En su cabeza Mita, solamente retuvo la primera pregunta. Se dio vuelta hacia ella y lo único que pudo hacer fue sonreír abrir lo ojos y levantar lo hombros y decir que estaba todo ok. En eso escuchó la voz salvadora de su madre llamándolas para tomar un aperitivo. Tomó la mano de su tía y la guió al living, donde las esperaba una mesa con nachos y quesadillas, dos vasos con jugo y una botella de ron.
-Hermana, te pasaste. –
-Por nada Leo, es lo menos que puedo hacer después de todo lo que me has ayudado. Sentémonos y olvidemos la dieta. – Dice Elisa sacando un pedazo de quesadilla.
- ¿Cómo te ha ido con todo? – Pregunta Leonor a su hermana.
-Bien, esperando terminar pronto este libro.-
-Sí, te las mereces.-
La velada estuvo tranquila, pero Mita sintió que sobraba, ellas seguramente tenían mucho que conversar y no lo iban a hacer delante de ella, así que diplomáticamente, se excusó diciendo que tenía que preparar unos materiales para el lunes y quería escribirle un email a Claudia. Se fue del living llevándose a Emilia que dormía sobre la alfombra.
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Usurpadores
ParanormalCasa nueva, vida nueva, eso dicen, pero para Mita no fue así. Su nuevo hogar esconde un siniestro y antiguo secreto que se revela a través de una extraña enfermedad, eventos paranormales y donde las respuestas están en el lugar menos pensado ¿Hasta...