-Señora Elisa, acá está el desayuno. – Dice Pamela.
-Gracias Pamela y, Mita ¿dónde está?, que no la escucho.-
-Salió temprano, la llamó su papá para ir comprar las últimas cosas del uniforme y los útiles. La recogió cerca de las 10:00.–
-¿Cómo?–
-Sí, señora, le dije que le avisara a usted, pero ella no quiso despertarla.-
-No me voy a preocupar, mientras sea verdad..., después hablare con Tomás. Pamela necesito que termines de desembalar las cajas del living y después las del comedor, mi pieza esta lista, solamente falta la de Matilda, pero eso es tarea de ella, cuando llegue le voy a decir. Vamos a pedir comida china..– Dice Elisa, mientras se endereza en la cama para tomar la bandeja del desayuno.
-Esta niñita, no puede mandarse a cambiar sin avisar y Tomas que no me avisa, me da rabia, típico que empiezan este tipo de problemas, es un tema de límites y permisos.–
Una vez que se levanta, sale de la pieza en dirección al ático de la casa. Una habitación muy asoleada, que ella destino para que ese fuese su rincón y lugar de trabajo. Elisa siempre necesitó de su espacio privado en donde ella tuviera su mundo y que nadie pudiese entrar sin su permiso, éste era ahora su espacio. Era una pieza amplia con dos clósets, dos ventanales donde se miraba la cordillera. Elisa camina por el ático, con los brazos abiertos sintiendo en su piel el espacio del lugar y, respirándolo. Repentinamente siente un hedor que le arrebata ese momento de relajo, empieza a buscar el origen del olor y decide cerrar las ventanas, pensando que proviene del exterior.
-Pamela, ¿dónde estás?–
-Señora, en la cocina terminando de desembalar -
-Después que termines en la cocina, sube al ático, para que lo ventiles bien.-
-Esta bien, señora –
De repente, Elisa escucha un portazo y unos pasos que se desplazan muy rápido por el pasillo, seguido de otro portazo. Era Matilda quien entra corriendo a la casa a encerrarse a su pieza, Elisa parte muy rápido y preocupada detrás de su hija.
Trata de abrir la puerta, pero está cerrada con pestillo.
-¡Mita, abre la puerta!-.
-¡No, déjame sola!. – Solloza Mita entreabriendo la puerta.
-¿Qué sucedió?-
-Tuve una conversación con papá.-
-Mita, abre, me importa saber qué conversaron –
En eso siente Elisa que Pamela la llama.
-¡Señora, señora! –
-¿Qué sucede? -
-¿Puede subir al ático un segundo por favor?.-
-Mita, déjame ir a ver que quiere Pamela.–
-Voy a ducharme para sentirme mejor.-
Mientras Elisa se dirige al ático, piensa en lo que podría haber pasado entre su hija y su ex marido. Llegando a los pies de la escalera huele ese hedor que proviene del ático, el cual se intensificaba a medida que subía.
-Pame, ¿qué pasa? vine en seguida- Dice Elisa con una expresión de asco en el rostro.
-Señora, limpié toda la pieza, enceré el piso, pero parece que el olor se hizo más intenso.–
-Mmmm, a la tarde voy a comprar un desodorante ambiental para poner por mientras, no tengo cabeza para esto ahora. Mita está abajo, llorando y...-
-Pero señora, no había salido con don Tomás, en la mañana. -
-Si, pero no sé qué pasó, en eso estaba cuando me llamaste. – Dice Elisa con cara de preocupada.
Pamela trabaja en la casa de Elisa desde que Claudia tenía tres meses. Tiene siete años más que Elisa y lleva veinte años trabajando para ella.
Es una mujer de piel canela, ojos marrones y grandes, dueña de amplias mejillas y gruesos labios. Su pelo corto y su escasa estatura combinan con su cuerpo curvo, pero levemente grueso.
Su relación con Elisa más que patrona y empleada, era de amigas. Elisa ayudó a Pamela cuando se separó de su marido, y la orientó en la educación y crianza de su hija. Para Mita y Claudia ella es como su segunda mamá.
Elisa vuelve a la pieza de Mita con el fin de reanudar la conversación. Mita entra a la pieza vestida con jeans y polera gris, con la toalla en el pelo.
-Ahora me vas a contar ¿qué pasó con tu papá? –
-Mamá, te dije que no puedo, y no porque papá me lo prohibiera, sino porque no quiero tocar más el tema de su separación– .
-Mita, no creo que sea la solución no conversar el tema y hacer como que nada ha pasado, es más , creo que no deberían haber este tipo de secretos entre las dos, recuerda que en estos momentos nos tenemos la una a la otra.-
-Lo sé mamá... ya, te lo voy a resumir, por el simple hecho que no es bueno tener secretos. Pasa que el papá se ve muy triste y está más flaco. Cuando me vino a buscar y me subí a su auto me abrazó como nunca lo había hecho, y sentí que nos extraña mucho. Es eso, me dio mucha pena. Cuando hablamos de cómo estaba él, me di cuenta que mentía al decir que está súper ocupado en la pega y que nos echa de menos pero, que se tiene que acostumbrar. Él sabe que tú nos cuidas bien y que siempre te has dedicado a que nosotras estemos y seamos felices. Eso... me dio mucha pena que su vida esté tan vacía -
-Hija, tienes que entenderlo. Es un proceso que tenemos que pasar como familia y de forma individual, pero siempre teniendo como horizonte que esta decisión que tomamos con el papá, no tiene por qué significar que ustedes se separen de él, o que su vida quede vacía. El amor entre nosotros se acabó, pero eso no quiere decir que no las amemos. Ante todo, independiente que no vivamos juntos, seguimos siendo sus padres y formando una familia. ¿ok, hija?– Dice Elisa abrazando a Mita y besándole la cabeza. –
Cuando seas grande entenderás, ahora es tiempo de aceptar que las cosas no fueron como pensamos tu papá y yo cuando decidimos casarnos.- Le dice Elisa a su hija, mientras ésta se levanta de la cama con destino a la cómoda para peinarse su cabellera.
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Usurpadores
ParanormalCasa nueva, vida nueva, eso dicen, pero para Mita no fue así. Su nuevo hogar esconde un siniestro y antiguo secreto que se revela a través de una extraña enfermedad, eventos paranormales y donde las respuestas están en el lugar menos pensado ¿Hasta...