Capítulo 22.

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Hot cakes, "The Rockafeller Skank", y Excedrin.

«Taza y media de harina, cucharada y media de azúcar, cucharadita y media de baking powder, tres cuartos de cucharadita de baking soda, un cuarto de cucharadita de sal», dijo mentalmente mientras vertía los mencionados ingredientes con cuidado y con dudas, pues sabía el riesgo que había en simplemente cortar una receta por la mitad: había demasiado margen para cometer errores estúpidos por las absurdas medidas que resultaban. «Ahora, ¿en dónde mierda hay un frullino en esta cocina?», frunció su ceño, y llevó sus dedos a sus labios para darle esos pensativos golpes suaves mientras veía las cuatro posibles gavetas. Entrecerró la mirada al tener ya sólo dos opciones, y, como no sabía exactamente qué la había poseído ese día, abrió las dos gavetas de golpe con un «¡!» de por medio, como si quisiera asustar a algo, pero sólo dio cuenta de que el frullino no estaba en ninguna de esas gavetas sino en la gaveta en la que sólo había frullini y spatole. «Oh, so stupid». Definitivamente esa cocina ya no era suya. Y se rio. Había siete frullini distintos. Estaba el genérico en cuatro tamaños distintos. Había uno demasiado parecido al genérico pero éste era más cuadrado de los alambres, y los alambres eran más largos y le daban una forma más angosta. Había un frullino que parecía haber sufrido un accidente, pues era como el genérico pero aplastado. Había uno que parecía haber sido víctima de la locura, con un alambre enrollado alrededor del otro. Estaba otro que parecía de aquellos artefactos que masajeaban la cabeza, sólo que éste carecía de curvaturas en los alambres. Había uno que iba en forma de espiral, y, el último, era como una inception; era un frullino genérico que tenía, en el interior, una bola de alambre con una bola metálica adentro, parecía estar enjaulado. ¡Y espátulas! "N" cantidad de espátulas de "n" tamaños, de "n" distintos materiales, y en "n" cantidad de formas.

Tomó el frullino genérico, porque la lógica le dijo que hacer hot cakes debía ser a prueba de estúpidos y para todo aquel que careciera de aquellos frullini que sabían sólo «Martha Stewart», Dios, y Camila para qué servían.

Mezcló los ingredientes secos rápidamente, hizo un agujero en el centro de aquellos polvos, y dejó ir «taza y media de buttermilk, un cuarto de taza de leche, un huevo enorme porque eran tres huevos para la receta completa y no existen medios huevos, quizás sólo en mi hermano, y un tercio de la barra de mantequilla ya derretida». Se tomó un momento para pensar bien su siguiente movida, porque hacer hot cakes podía ser a prueba de estúpidos, pero su maña y su truco debían tener, y se acordó de cuando Camila le había hablado sobre cómo se debía tratar un agente leudante en una mezcla. «Dijo que era para que produjera dióxido de carbono porque eso iba a hacer que se "levantara"», y era por lo mismo que no se podía batir demasiado la mezcla, que el movimiento debía ser más de incorporar y envolver que de batir.

Y luego vino la pregunta del millón: ¿los mantenía clásicos o les agregaba algo más? Tenía moras azules, frambuesas, y fresas, y tenía las chispas de chocolate semidulces, de aquellas que Camila había utilizado hacía dos o tres semanas para hacerle galletas a Phillip. Ah, pero, como ella iba a comer lo mismo, prefirió no agregarle nada. Egoísta, ella lo sabía, pero le importaba muy poco, o quizás sólo era porque inconscientemente sabía que Camila no era entusiasta de un carbohidrato que tuviera un trozo de fruta en medio. Lo mismo aplicaba para las chispas de chocolate, o así pensaba su cerebro para esa ocasión específica. Y no se equivocaba.

Se aseguró de que la sartén estuviera caliente para colocar aquellos moldes que servían para no atentar contra su OCD, pues, si el hot cake no era circular, le costaba demasiado comérselo. Y, con un rezo de «please, don't let me fuck this up», tuvo la paciencia y la sabiduría necesaria como para esperar a que a aquella masa se le materializaran diminutas burbujas en el lado crudo, lo cual significaba que era momento para retirar el molde y darle la vuelta a los hot cakes con demasiado cuidado para no estropear la perfecta circunferencia.

Antecedentes y Sucesiones. (CamrenAdap.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora