Del chorizo ibérico y el drama del can
Lunedì EDT (GMT-4)
–No la mires a ella –le dijo a Volterra.
El Arquitecto se había vuelto hacia la socia mayoritaria, quien batallaba por contener una sonrisa de satisfacción; en silencio, apenas con los ojos, le preguntaba si era obra suya.
–Él solo está por un proyecto en los Hamptons. Tiene un contrato temporal –replicó Volterra.
–No te voy a hacer escoger entre los dos porque a todos nos queda claro que él tiene más que ofrecer que yo –le dijo Camila–; pero ambos sabemos demasiado bien que cuando termine ese proyecto entrará en otro, y en otro, y en otro, y así sucesivamente. De lo contrario, nunca habrías omitido la razón de su despido de Bergman; de lo contrario, nunca habría regresado.
–Podemos hablar sobre eso, pero que sea después –repuso Volterra.
–No, no después. Ahora –negó Camila con la cabeza–. No te estoy pidiendo que se vaya ya, ahora, en este mismo instante, sino que, una vez terminado el proyecto, ya no vuelva a ser contratado. Simple.
«Aplós», dijo Lauren para sí.
–Y que se tome como una gran consideración de mi parte –añadió, optando por no incluir a Lauren en un plural, aunque sabía que la respaldaba–, no con él, sino contigo.
–¿Conmigo? –frunció Volterra el ceño.
–Hay más ingenieros estructurales en la ciudad, en el país, en el mundo. Estoy segura de que puedes conseguir a alguien igual o mejor –dijo, optando por no llamarlo cerdo para no desacreditarse a sí misma–. No vayamos tan lejos, Clark y Pennington hacen lo mismo que él y no dan problemas de ningún tipo –dijo de tal manera que Volterra pudo ver cómo hasta lo paralingüístico era objeto de herencia genética.
–De acuerdo –repuso impasible, aunque sorprendido por la perfección con la que reproducía el lenguaje corporal de Sinu.
–De acuerdo –asintió la rubia y procedió a destapar el Tibaldi Divina para firmar la primera pestaña roja.
Cuarenta y dos garabatos en total después, se hizo oficial. Los abogados huyeron de ahí, sabiendo que, al día siguiente, enviarían facturas, cobrando pagos excesivos. Liz se retiró a revisar el acta de la reunión y a imprimirla para recolectar otro juego de firmas.
–Cuando puedan, las espero en mi oficina –les dijo Volterra y se despidió de los Noltenius.
Lauren pensó en el acceso de dramatismo que el calvo estaba teniendo, pero nada de lo que dijera o hiciera podía aguarle el momento. Camila estaba de acuerdo.
–Lo que ustedes necesitan es alguien que maneje el personal –dijo Natasha.
–Eso lo hace Volterra –repuso Lauren.
–Él tiene suficientes responsabilidades como para ser también una especie de Director de Recursos Humanos –dijo Natasha–. Lo que el estudio necesita es eso, un algo de Recursos Humanos.
–¿Te estás ofreciendo? –preguntó Camila.
–No, para nada –negó con la cabeza–. No sería ético de mi parte porque tendría dos conflictos de intereses muy grandes –las señaló–, que no me dejarían hacer bien mi trabajo.
–No creo que el estudio sea lo suficientemente grande como para que un algo de Recursos Humanos sea tan necesario –opinó Lauren.
–Ah, pero, si tuvieran un algo de Recursos Humanos, hace mucho que podrían haber lidiado con el ingeniero ese y con muchas otras cosas más.
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Antecedentes y Sucesiones. (CamrenAdap.)
RomanceSecuela de "El lado sexy de la arquitectura". Está historia NO ES MIA, todos los créditos a la increíble y absoluta autora ELLAJ. Aclaración: Los personajes del fic se introducen en condiciones de personajes ORIGINALES, por lo cual NO es una compl...